Agencias.-
La Casa de la Naturaleza es una de las mejores joyas que tiene Tampico, un paraíso que combina naturaleza con belleza arquitectónica y que resplandece desde un rinconcito de la ciudad, en la colonia Tancol de dicha ciudad porteña.
Por su estratégica ubicación, es un verdadero paraíso en medio de mantos acuíferos y una abundante vegetación que oxigena hasta el alma. Antes era una planta potabilizadora, el lugar ya cumplió 94 años y actualmente está a la espera de que se apruebe el registro del inmueble en el catálogo del patrimonio estatal edificado.
Está catalogado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) como un edificio de protección general por sus elementos históricos, artísticos, arquitectónicos y estratégica ubicación, vigilándose no se hagan cambios que alteren su valor integral.
En 2007 se aprobó un Plan de Manejo para darle uso como museo del agua, centro de interpretación ambiental y un parque urbano recreativo. Actualmente necesita un registro ante el catálogo estatal para que desde el Gobierno tamaulipeco puedan perfilarse proyectos en el lugar y bajar recursos federales y de instancias internacionales.
Esta fusión de patrimonio artístico industrial y la reserva natural que alberga flora y fauna en más de 20 hectáreas, se mantiene así en espera de proyectos para potenciar su belleza y que más personas puedan admirar su riqueza natural y edificada.
No se quita el dedo del renglón para que la ex planta de agua sea catalogada como sitio Ramsar, que significa humedal de importancia internacional, de acuerdo con la Unesco. Y es que este edificio es una construcción única que tuvo sus inicios durante los años veinte en pleno auge petrolero.
Hoy es un ícono en la arquitectura de México y un referente en la historia de la ciudad tamaulipeca. José Luis León Hurtado, director de Casa de la Naturaleza, señala que la construcción del edificio tomó casi tres años, y finalmente se inauguró el 28 de septiembre de 1929, teniendo que ser reemplazada casi tres décadas después.