Patricia Azuara.-
Detrás de la nariz roja, del maquillaje, su colorido vestuario y los chistes de Willy, existe un joven con sueños y metas más allá de su personaje.
Es Raúl Iván Castaño Olave.
Nació y creció dentro de una carpa, rodeado de la magia circense.
En ese escenario ha fincado su vida y, contrario a lo que muchos piensan, ser artista de circo le parece tan similar a una rutina fuera de los escenarios.
Raúl Iván, de 29 años, es la quinta generación de artistas circenses. Sus padres, un payaso y una aerealista que aún no bajan el telón, y sus hermanos, también se dedican a este arte; su pequeña sobrina ya sigue el camino.
“Es algo que traes en las venas, puedes elegir tu camino, pero yo decidí quedarme”.
Su infancia fue tan divertida que no la cambiaría por nada, y de ser posible volvería a vivirla tal cual sucedió. Hoy, con cientos de recuerdos en su memoria, Raúl Iván es un chico con tantas aventuras que contar, como estrellas en el cielo.
“Fue muy divertida, vivir en un circo te permite vivir muchas experiencias a muy temprana edad, lo que sí es un hecho, es la disciplina y las responsabilidades, no pesadas ni nada que no pueda hacer un niño”.
“Pero te van inculcando desde muy pequeño a tener responsabilidades. Saber que la hora de la función se respeta, los instrumentos de trabajo se cuidan, pero fuera de ahí, imagínate recorres el país”.
TALENTO DESDE LOS 12 AÑOS
A sus 12 años, a Raúl Iván le tocó elegir su talento. Él quería ser malabarista, pero un accidente lo llevó a convertirse en payaso, y eligió el nombre de su papá: Willy.
“En el circo es como aprendes jugando con los aparatos, de igual manera, te sirve mucho ver qué hacen tus demás compañeros y ver qué quieres aprender o qué se te facilitaría más”.
Luego de 17 años en los escenarios, ha desarrollado una gran cantidad de talentos artísticos; toca la guitarra, batería, trompeta, saxofón y otros instrumentos, además, cuenta con una afinada voz que le permite ponerle un plus a sus presentaciones.
“Cuando naces en un circo es más sencillo porque siempre has estado en ese entorno, pero cuando llegas y te adaptas, es más complicado la cuestión del apego, pero terminas enamorándote del lugar, el circo te atrapa”.
“Es otra de las cosas que la gente no sabe, cómo es la comodidad en el circo, cómo vivimos, cómo nos bañamos, como comemos, la gente piensa otras cosas, y es totalmente diferente a lo se puede llegar a imaginar”.
Sentado en el cómodo camper, que es su hogar, comparte con el Diario de Victoria su día y a día y también lo complicado de su trabajo. Y es que él es el encargado de hacer reír al público, salir a la pista con una sonrisa, incluso en momentos adversos.
“Es difícil porque a veces no tienes ni ganas de reírte tú, no es como hacer otro espectáculo, aquí tienes que regalar alegría, aunque estés triste. A mí me pasó, por ejemplo, cuando murieron mis abuelos, despedirlos en la carpa, y después seguir, porque el show debe continuar”.
AMANTE DE LAS CARICATURAS
Amante de las caricaturas de Disney, la pasta, el reggaetón y el futbol, Raúl Iván, a diferencia de muchos artistas de circo, que no quiere morir en ese escenario. Tiene metas más allá de la carpa. Una de ellos es tener una barbería, y la otra, no menos importante, es construir un salón de fiestas infantiles.
De origen colombiano, tiene un hijo de ocho años al que poco ve, pero que siempre tiene cerca. Ama Culiacán, como ningún otro lugar del país, pues es ahí donde deja a parte de su familia y aunque está acostumbrado a las despedidas, hay unas que pegan más.
No le gustan los excesos y prefiere divertirse sanamente.
Su hobby es cantar, escuchar música y aprender a tocar nuevos instrumentos.
Aún no sabe si algún día se volverá a casar, pero lo que sí tiene muy claro es que hacer reír a chicos y grandes será parte del resto de su vida.
“Tengo sueños por comportamiento, para mí tener un salón de eventos es un sueño que no quiero que quede en el intento”.
EL MENSAJE DE IVÁN
Me gustaría dejar un mensaje para la gente que igual no se ha dado la oportunidad porque me ha pasado mucho últimamente, de mucha gente que me dice tenía años que no iba a un circo”.
“México es el país con más circos del mundo, no creo que haya otro país que tenga tantos circos y me llamó mucho la atención que haya mucha gente que no se da la oportunidad de ir a uno”.