mayo 15, 2024
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Triunfos y derrotas del villismo en Cd. Victoria

diciembre 4, 2023 | 210 vistas

Francisco Ramos Aguirre.-

Fui soldado de Francisco Villa,

de aquel hombre de fama inmortal,

que, aunque estuvo sentado en la silla,

no envidiaba la presidencial.

(Corrido popular)

Gracias a su actividad revolucionaria, Francisco Villa trascendió como el mexicano más conocido mundialmente. Para los historiadores, su vida representa una inagotable mina de oro, por la diversidad de enfoques temáticos para abordarlo. Dentro del corrido popular, protagoniza la mayor cantidad de temas de este género musical. Respecto a la cinematografía, el Centauro del Norte aparece en varias de películas y se mantiene como uno de los personajes más taquilleros.

La narrativa literaria plasma su vida en sorprendentes novelas y cuentos históricos. En el aspecto de las artes plásticas y fotográficas, es considerado tema de inspiración para grandes artistas del pincel y la cámara. Sobre cuestiones de culto, desde hace más de una centuria su imagen se venera a través de estampas, fotografías, esculturas y veladoras. Más allá del realismo mágico, el revolucionario es figura esotérica con poderes curativos y bálsamo en situaciones complicadas.

Desde un enfoque histórico, en Tamaulipas Pancho Villa dejó huella declarándole la guerra a los carrancistas. Por tal motivo durante ese período ser villista en esta entidad, significaba nadar contra corriente en un territorio lejano al control del Centauro del Norte. Más todavía porque los principales revolucionarios tamaulipecos, desde principios de 1913 simpatizaron con Venustiano Carranza. Es decir, se afiliaron a un proyecto acorde a sus intereses económicos y sociales. Lo mismo en el resto de las entidades de noreste mexicano, donde el ejército constitucionalista se fortaleció en su conjunto y cantidad de sus miembros, potencialmente superior a sus oponentes.

CONTRA CARRANZA Y EULALIO GUTIÉRREZ

Para explicar el villismo en Tamaulipas, vale mencionar el contexto de la Convención de Aguascalientes a finales de 1914, donde las facciones revolucionarias desconocieron los mandos de Venustiano Carranza y Francisco Villa jefes de los ejércitos Constitucionalista y División del Norte, respectivamente. Las sesiones celebradas en el Teatro Morelos se convirtieron en la arena campal, porque los generales y algunos civiles no lograron dirimir los problemas de estos caudillos norteños. En resumidas cuentas, en la búsqueda del interés y unidad nacional, los delegados de las facciones eligieron a Eulalio Gutiérrez presidente provisional de México.

Estaba claro que Villa y Carranza eran irreconciliables y no tardó mucho tiempo para que fijaran su postura contra Gutiérrez, iniciándose la guerra entre convencionistas, zapatistas, villistas y constitucionalistas. La coincidencia entre Emiliano Zapata y Villa era muy clara, sin embargo, Zapata concentró su lucha por la tierra en Morelos, Puebla, Guerrero y Estado de México. Villa, en cambio, se replegó a Chihuahua donde instaló su cuartel, logrando imponer temporalmente el control político y militar en Coahuila, Chihuahua, Durango, Nuevo León y San Luis Potosí.

Por su parte, don Venustiano Carranza abandonó la capital del país y fijó sus operaciones en Córdoba y el puerto de Veracruz. Eulalio Gutiérrez, paisano y ex correligionario de Carranza, abandonó la Ciudad de México y se trasladó al norte donde renunció a la presidencia, después de permanecer menos de seis meses en el cargo.

En este impredecible escenario, apareció la figura del general tamaulipeco Alberto Carrera Torres, quien desconoce a Venustiano Carranza a través de un decreto donde argumentaba: “Cesan desde esa fecha de ser Presidente y Vicepresidente de la Junta Suprema Ejecutiva de la Nación los señores Venustiano Carranza y José María Maytorena por corresponder estos cargos, a los que los desempeñan en la Honorable Convención de Aguascalientes a los que reconoce como soberana, para todos los asuntos políticos de la nación…”

VICTORIA DURANTE EL VILLISMO

Entre 1910 y 1915 Ciudad Victoria era una de las capitales del noreste que mantenía niveles demográficos estables, entre 15 mil y 17 mil 861 mil habitantes aproximadamente. En ese lapso despacharon siete presidentes municipales, entre ellos José Ángel Castillo, José Pier, Rudecindo Montemayor y otros. En sus alrededores existían numerosas haciendas y ranchos; mientras el comercio estaba dominado por migrantes españoles. Además, contaba con un teatro, hospital, Instituto Científico y Literario y una Escuela Normal, donde atendían a los jóvenes en su preparación escolar.

Para entonces, el ferrocarril de la Línea del Golfo Monterrey-Tampico era el principal medio de comunicación. Respecto a su estructura urbana se componía de callejones, avenidas, bancos y grandes edificios construidos durante el porfiriato. Por la calle Hidalgo predominaban hoteles, cantinas, comercios, residencias y un modesto tranvía de tracción animal que transitaba entre El Parián y la Estación del Ferrocarril con un ramal a la Hacienda de Tamatán y La Pedrera. Para abastecer la demanda de agua de sus habitantes, existían dos acequias que usaban para regar las numerosas huertas de árboles frutales, plazas y parcelas.

En cuanto al divertimiento de los victorenses, se entretenían asistiendo a bailes amenizados con orquestas de la localidad. Lo mismo se presentaban obras dramáticas y funciones de circos en el Teatro Juárez y plazas. Los anuncios de las funciones aparecían en el periódico El Contemporáneo dirigido por Carlos González Tijerina; mientras el empresario artístico local era don Santos Caballero, dueño de una imprenta y pariente del General Luis Caballero. Entre algunos de los espectáculos ofrecidos a mediados de 1915 destaca la Gran Compañía de Dramas y Zarzuelas, encabezada por los artistas españoles Victoria Sala y Leopoldo Ortín.

Las estadísticas de 1911 señalan que comparada al resto de los Distritos Políticos -norte, sur y cuarto distrito-, en la Capital tamaulipeca el radicaban mayor número de sastres y talabarteros -50 y 12 -.  Para 1915 habían dejado de circular los periódicos El Cauterio y Tamaulipas. Algunos maestros de aquella época eran Zenón Araujo, Teodosia Castañeda, Silverio Zamudio, Ramona González, Alfredo Uruchurto y Lauro Aguirre, quien ese año lamentó la pérdida del ciclo escolar a causa de la incursión villista en la Capital y otras ciudades de la entidad.

LOS CARRANCLANES DE TAMAULIPAS

Ante un escenario de guerra en manos del ejército constitucionalista, desde su cuartel de Monterrey los generales Francisco Villa y Felipe Ángeles acariciaron la idea de apoderarse militarmente del noreste mexicano. Respecto a Tamaulipas toparon con hueso, porque en dicho territorio existían contingentes bien organizados por los generales César López de Lara, Luis Caballero, Emiliano P. Nafarrate, Fortunato Zuazua, Maclovio Herrera y numerosos militares coahuilenses y nuevoleonenses al mando del general Pablo González, comandante del Ejército Constitucionalista del Noreste.

Era claro que los líderes del movimiento villista surgido contra Carranza, activaron la guerra en diferentes partes del país. Por ello planearon apoderase de las entidades noresteñas, sobre todo Tamaulipas, porque a diferencia de Nuevo León y Coahuila, había ciudades relacionadas con aduanas, ganadería, comercio, puertos, tráfico de armas y petróleo. Hablamos de Nuevo Laredo, Matamoros y Tampico, pero sobre todo la Capital Victoria, sede de los poderes políticos y punto geográfico estratégico para desplazarse a los cuatro puntos cardinales. Por todo esto y más, Pancho Villa con su invencible División del Norte anhelaba demostrar su poderío ante sus principales enemigos, apertrechados en Tamaulipas.

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