Francisco Ramos Aguirre.-
Cd. Victoria, Tam.-
El final del villismo en Tamaulipas inició el 24 de mayo de 1915, cuando López de Lara abandona Linares y se traslada a Victoria, entonces bajo control de Carrera Torres, quien fue derrotado al pretender cerrarle el paso en Santa Engracia. En este contexto, después de casi dos meses, el día 28 los villistas abandonaron dicha ciudad. Con ese triunfo los principales jefes revolucionarios, entre ellos Fortunato Zuazua, Salvador Sánchez y César López de Lara, se apoderaron nuevamente de la Capital tamaulipeca. En cuanto al parte de guerra, por esas fechas fue enviado a Carranza comunicándole la victoria, también celebrada por Pablo González y Jacinto B. Treviño.
A principios de junio se confirmaron los triunfos en Ébano, Tampico, El Pretil y Osorio, estas dos últimas estaciones ferroviarias de Xicoténcatl, defendidas por mil 300 villistas. De esta manera, un grupo de carrancistas vencedores decidió retornar a Victoria y se enfrentaron “…a las chusmas de Carrera Torres -quien- intentó oponerse a la marcha de una columna del general Zuazua. Y como consecuencia de su audacia perdió un buen número de hombres y tuvo que dejar abandonados varios carros de provisiones y pertrechos de guerra, los que no pudieron llevarse los reaccionarios al emprender la precipitada huida.”
Desmoralizado, el villista partió a sus terrenos de Jaumave y Palmillas, donde fue alcanzado por la caballería del coronel Cortina, quien lo venció el 23 de septiembre en uno de los parajes de la Sierra Madre, logrado recogerles armas, caballos y ganado. Rendido por la serie de derrotas y sin apoyo de los principales jefes villistas, el general y su menguado ejército enfilaron ahora rumbo a Tula en busca de apoyo. A principios de octubre llegó a esa población la Quinta División de Caballería al mando de Ricardo Cortina, Juan N. Guerra y R. Flores Villarreal. Los constitucionalistas fueron recibidos con repique de campanas y marchas triunfales, mientras los carreristas “…huyeron en desbandada temerosos de nuestra activa defensiva” con destino a San Luis Potosí, donde los Cedillo lo esperaban para otorgarle refugio.
Estos triunfos representaron una esperanza para reestablecer el orden jurídico constitucional en Tamaulipas. En octubre de 1915 todo parecía volver a la normalidad, porque además de celebrarse un baile en el Teatro Juárez en honor al General de Brigada Emiliano P. Nafarrate; el gobernador interino Raúl Gárate emitió una circular donde se prohibía la fundación de agrupaciones de carácter político. Así las cosas, a finales de ese año las tropas carreristas se replegaron nuevamente a Palmillas, donde fueron vencidas por Jacinto B. Treviño. De esta manera, el dominio sobre los villistas estaba garantizado.
EL OCASO DEL VILLISMO
Cuando las fuerzas constitucionalistas arribaron a Victoria y no había enemigo a quien combatir, los pobladores los recibieron con júbilo porque “…estaban ansiosos de tener garantías.” Finalmente, el 20 de enero de 1916 correspondió a Raúl Gárate, gobernador interino de Tamaulipas, formular una serie de cargos legales como parte de un expediente judicial en contra de Carrera mientras estaba preso en Querétaro. Lo acusaba de haber sido infidente, traicionar a Carranza y de la muerte de varias personas de Jaumave, Miquihuana, Llera y Palmillas “…después de recibir pertrechos de guerra en Convención de Aguascalientes desconoció al Primer Jefe, declarándose villista, no obstante ser advertido de su error por dicho Primer Jefe, al ordenarle que atacar enemigo que se encontraba en San Luis Potosí y tomara posesión de aquel gobierno, orden que no respetó y que determinó y vino a definir su filiación y falta absoluta de principios.”
Para entonces el joven Alberto Carrera fue trasladado a la penitenciaría de Saltillo y posteriormente a Victoria. El maestro y general revolucionario fue fusilado en el cementerio municipal el 18 de febrero de 1917: “Este reaccionario, dos o tres veces, había solicitado rendirse; pero siempre que se aceptaba su proposición, se valía de diversos pretextos para continuar levantado en armas.”
De acuerdo a un plano de guerra, la estrategia constitucionalista durante la campaña militar de 1915 en Ciudad Victoria señala que los enemigos tenían sus principales posiciones en la estación del ferrocarril, Tamatán y La Pedrera; en el sur La Loma del Muerto, Santuario de Guadalupe y camino a Villa de Casas; al norte y nororiente salida a caminos a Güémez, Monterrey y Caballeros. En consecuencia la defensa contemplaba ataques en estos puntos y salida de los villistas hacia Tula.
¿POR QUÉ CARRERA TORRES FUE CALIFICADO DE TRAIDOR?
Durante la Revolución Mexicana era común el término “chaquetazo” aplicado a los pertenecientes a determinada facción revolucionaria o al ejército federal, quienes bajo presiones o conveniencias se cambiaban de bando. Es decir, se vestían con otro uniforme o chaqueta representativo de cada grupo. Uno de los casos más recordados se refiere al general chihuahuense Maclovio Herrera, quien siendo villista se convirtió en carrancista junto a su hermano Luis y su padre José de la Luz.
Alberto Carrera Torres, inicialmente fue maderista y posterior al asesinato del presidente Francisco I. Madero tomó las armas del carrancismo. Incluso en julio de 1914 junto al general Cándido Aguilar, refrendó su lealtad ante el Primer Jefe. Lo mismo sucedió entre el uno y tres de octubre de 1914, mientras el general Pablo González se encontraba Querétaro en su vagón del ferrocarril, arreglando asuntos probablemente relacionados con su ruptura con Villa. En esos momentos Carrera le ofreció: “…su lealtad, cosa que no cumplió.”
En esos días González se entrevistó con Álvaro Obregón y ante la postura negativa de Villa, acordaron mediante un pacto para sostener a Carranza en su cargo de presidente de facto. Respecto al general Francisco Carrera Torres, el seis de noviembre los jefes carrancistas le entregaron en uno de los vagones del tren 150 mil pesos en papel para combatir a Villa en caso de que se oficializara su defección.
Ante este escenario complicado en extremo, Eulalio Gutiérrez decidió renunciar a su cargo en junio de 1915 mientras se encontraba herido en Ciénega del Toro, Nuevo León. En el documento de dimisión, reconoció que prácticamente todos sus seguidores lo habían abandonado, incluso el general Alberto Carrera Torres, a quien califica de traidor al entregarle cinco mil pesos para crear un regimiento, acuerdo que no cumplió. En resumidas cuentas, Gutiérrez señala que: “…a la luz pública sólo dos partidos políticos y dos hombres: Villa y Carranza.”
Bajo estas circunstancias, un gran número de generales de mando titubearon en su postura respecto a los dos jefes. Incluso en uno de sus informes Pablo González reconoce ante Carranza que la situación de Carrera habría tomado otro rumbo, particularmente porque tenía esperanzas que sus mermadas fuerzas refrendaran su lealtad: “Comuniqué a Ud. en una de mis anteriores, que había concertado con el General E. Gutiérrez, que sus fuerzas obraran combinadamente con las mías, en algunas operaciones contra los villistas. Ahora acabo de tener conocimiento de que Carrera Torres con cuyas fuerzas contábamos el general Gutiérrez y yo, para los citados movimientos, ha desconocido al referido General, pasándose al enemigo.”
Más todavía, en enero de 1915 dos meses después de disuelta la Convención de Aguascalientes, Alberto Carrera Torres decidió cambiarse a las fuerzas del presidente provisional, es decir, se convirtió al “gutierrismo” junto con los generales Matías Ramos, Magdaleno Cedillo, Lucio Blanco, Eugenio Aguirre Benavides, José Isabel Robles, Mateo Almanza, Teodoro Elizondo y otros.
Así las cosas, la influencia política y militar del general Luis Caballero como gobernador y comandante militar de Tamaulipas se prolongó hasta 1917. De acuerdo a la nómina de sus colaboradores, está claro que en la mayoría de los casos la transformación revolucionaria no representó obstáculo para que las clases sociales altas, provenientes del porfiriato, permanecieran en el poder.
ADIÓS AL VILLISMO
La efímera presencia de la División del Norte en Tamaulipas transcurre en medio de una serie de humillantes y dolorosas derrotas en Guanajuato y San Luis Potosí. Según algunos historiadores, Villa ignoró las opiniones del general Felipe Ángeles y en un afán triunfo, en lugar de concentrar la guerra en determinados puntos, abrió frentes de batalla en varias regiones del noreste donde los carrancistas tenían mayor presencia. Definitivamente los fracasos en Nuevo Laredo, Matamoros, Ciudad Victoria y Tampico estremecieron el ánimo y las fibras militares villistas. Lo mismo sucedió cuando evacuaron Saltillo y Monterrey, motivo por el cual el disminuido ejército de la División del Norte tuvo que replegarse hacia Chihuahua.
La suma de estos descalabros, acosos, campañas periodísticas en su contra y otras adversidades, tuvieron como consecuencia el debilitamiento moral y estado anímico de sus tropas. Al mismo tiempo, mientras Carranza se afianzaba como un presidente estadista y experimentado político al promulgar la Constitución de 1917, en Tamaulipas sus principales seguidores Luis Caballero, César López de Lara, Andrés Osuna y otros asumieron los primeros gobiernos revolucionarios. En cierto momento las intrigas y ambiciones políticas terminarían por dividirlos. Quienes alguna ocasión lucharon juntos contra el enemigo y una causa común, tomaron nuevamente las armas confrontándose entre ellos. La historia habría de continuar en medio de una cadena de traiciones políticas.