Por Rogelio Rodríguez Mendoza.
Penas de 10 a 12 años de prisión podrían imponerse en Tamaulipas a quienes lesionen a otra persona con ácido o cualquier otra sustancia corrosiva.
Lo anterior, en caso de ser aprobada una iniciativa de decreto presentada por la diputada de Morena, Casandra Priscila de los Santos Flores.
Además de la severidad de las penas de prisión, la acción legislativa propone una adecuación a la Ley de Víctimas para garantizar a quienes sufran lesiones de esa naturaleza cirugías estéticas reconstructivas.
En caso de que las reformas sean aprobadas, al artículo 322 del Código Penal se le adicionará una fracción IV para señalar que se impondrá: “De diez a doce años de prisión y multa de setenta a cien veces el valor diario de la Unidad de Medida y Actualización cuando las lesiones dolosas sean ocasionadas por ácido o sustancia corrosiva, cáustica, irritante, tóxica o inflamable o cualquier otra sustancia que, en determinadas condiciones, pueda provocar o no lesiones internas, externas, o ambas”.
A su vez, el artículo 21 de la Ley de Víctimas establecerá como otro derecho de la víctima, el recibir: “Cirugías reconstructivas para víctimas de violencia inferida con ácido o sustancias corrosivas”.
La legisladora por Río Bravo explicó que las reformas que propone buscan, por una parte inhibir o prevenir los ataques con ácido, que por lo general son cometidos por mujeres por parte de parejas agresivas y celosas, y por otra se pretende darle la oportunidad a las víctimas de aminorar el daño recibido poniendo a su alcance cirugías reconstructivas.
“Los ataques con ácido son una forma de agresión violenta que se define como el acto de arrojar ácido en el cuerpo de una persona con la intención de desfigurarla, mutilarla, torturarla o asesinarla. Se le ha denominado como violencia ácida, química o física a estas agresiones que tienen una altísima carga simbólica” explicó.
Y añadió: “Pretenden marcar de por vida. Dejar en el rostro desfigurado y en el cuerpo de la víctima la estampa de su crimen, de sus celos, de su odio. Una huella imborrable y dramática. El ácido y otras sustancias abrasivas son utilizadas como un arma que no solo pretende causar un sufrimiento físico enorme -o, incluso, la muerte-, sino también para imponerle una condena social que la acompañará de por vida”.