Lic. Ernesto Lerma
Este biopic nunca se anima a indagar en las ambigüedades de su protagonista, confiando en exceso en su iconicidad y en la interpretación de Kingsley Ben-Adir, porque hay un par de dilemas que afrontan todos los biopics y que, dependiendo de cómo lo resuelven, los lleva a ser relevantes o totalmente prescindibles: el primero es elegir qué elementos son importantes en la vida de un personaje; y el segundo es cómo destacarlos desde su estructura narrativa y su aproximación estética.
“Bob Marley: la leyenda” parece resolver medianamente la primera parte, pero le queda lejísimos la segunda, por lo que tiene poco para aportar al análisis de la vida y logros del legendario cantante. Y eso que entre los guionistas figura alguien como Terence Winter, con créditos notables como la serie Boardwalk Empire y El lobo de Wall Street. El filme de Reinaldo Marcus Green -que venía de hacer una película efectiva, aunque muy explícita en sus manipulaciones, como era Rey Richard: una familia ganadora– toma como punto de partida un momento bastante puntual en la vida de Bob Marley.
Con su país de origen, Jamaica, al borde de la guerra civil por las disputas políticas, el legendario cantante planea dar un concierto que sirva como factor de unión entre las partes enfrentadas, aunque esos planes prueban ser extremadamente desafiantes. Esa etapa donde Marley se interroga a sí mismo sobre su verdadera influencia y poder como figura cultural es atravesada también por el proceso de la creación de Exodus, su álbum más emblemático y exitoso, además de una gira por Europa y Estados Unidos.
En el medio, su situación personal y afectiva también entra en una encrucijada, a partir de cómo colisiona con su vida pública. Si bien todos los biopics tratan de acomodar sus respectivas historias para el lado que les conviene, en ‘Bob Marley: la leyenda’ se nota demasiado que la familia de Marley está involucrada en la producción y que hay bastante miedo a decir algo mínimamente incorrecto.
Por eso hay una idealización sumamente simplista de los motivos y logros de Marley, con menciones casi al pasar de sus infidelidades (con hijos extramatrimoniales incluidos), sus contradicciones ideológicas -lógicas, por cierto, como en todo ser humano- y los problemas con su entorno. Pero hay, además, una enumeración casi administrativa de los eventos que se van sucediendo, como si el film creyera que alcanzara con la fascinación que ejerce el personaje sobre el que hace foco y la interpretación casi mimética de Kingsley Ben-Adir.
Eso resta, particularmente, cuando la película amaga con examinar el proceso creativo de Marley, que nunca queda claro y parece estar solo para remarcar la masividad que alcanzó. En Bob Marley: la leyenda surge un problema similar al de Bohemian Rhapsody: la voluntad por complacer al público objetivo la hace aferrarse en extremo a los datos históricos y le cuesta una enormidad indagar en cuestiones más complejas o polémicas. Por eso el film es un verdadero “grandes éxitos”, en todo sentido, lo cual incluye a la banda sonora, que trata de meter todas las canciones famosas de Marley en el metraje, a tal punto que mete tres temas en sus primeros cinco minutos.
Y, cuando quiere analizar cuestiones vinculadas a la traumática infancia de Marley, la ausencia de una figura paterna y lo que representaba Jamaica en su vida, cae en metáforas simplistas, dignas de un spot publicitario y no del cine. Si Marley fue una figura que en muchos aspectos fue a contramano de las convenciones, pero que también supo jugar con las reglas del capitalismo y el sistema occidental, componiendo himnos de paz y choque con la misma pasión, ‘Bob Marley: la leyenda’ elige quedarse con todo lo que puede verse en el póster más obvio.
Y encima lo hace sin pasión, con un llamativo esquematismo en la representación no solo del protagonista, sino de todo el mundo que habitaba. Por eso no extraña que prevalezca la sensación de que era preferible quedarse escuchando Exodus y no ir al cine porque llegó a las salas de cine la esperada película sobre Bob Marley, que reduce la vida y obra del gran artista musical en una colección de viñetas bastante superficiales.
Llega un punto –no muy avanzado- de Bob Marley: One Love en el que te empiezas a preguntar lo mismo que cuando estuviste frente a otras películas sobre Freddie Mercury, Elton John, Jerry Lee Lewis o Johnny Cash: ¿qué tanto se parecerá esta versión al auténtico Marley? Y no hablo de lo físico, ni siquiera de la voz, aspectos de los que los fans traemos cierto grado de conocimiento previo. Me refiero a lo que nunca vimos: la personalidad fuera del escenario, las reacciones y las formas de vincularse con el entorno en distintas circunstancias; un ensayo trabajoso, un picadito con los amigos, una vuelta en auto con los nenes o la hecatombe de un concierto de The Clash en Londres, en el año de 1977.
Desde esa perspectiva, el Marley del actor británico Kingsley Ben-Adir, en esta biopic musical tan esperada, puede resonar enfático, solemne, crecientemente mesiánico. Y, sin embargo, cabe preguntarse otra vez: ¿y el verdadero, cómo habrá sido? Hacia el final de One Love hay un recurso que indicaría que el director norteamericano Reinaldo Marcus Green (King Richard, Monsters and Men), y los productores (es decir, la propia familia de Marley; y ese no es un dato menor) quisieron adelantarse a esta cuestión. A modo de respuesta, entonces, incluyeron imágenes de archivo de época donde vemos a una figura físicamente muy distinta a Ben-Adir, pero efectivamente envuelta en un aura mística similar.
Mi 7 de calificación a esta cinta biográfica, porque si se quiere explorar por medio del recurso audiovisual lo que fue la vida y obra de la leyenda del reggae Bob Marley, existen dos interesantes y reveladores documentales al respecto. Bob Marley: The Making of a Legend (2011), dirigido por Esther Anderson y Gian Godoy, por medio de imágenes de archivo y entrevistas con personas cercanas al artista, nos ofrece una visión íntima de sus primeros años y su ascenso a la fama.
Por su parte, Marley (2012) dirigido por Kevin MacDonald (The Last King Of Scotland), es un extenso trabajo biográfico sobre la vida y la carrera del artista, que llega a ofrecernos una visión profunda de su música, sus creencias y su impacto en la cultura mundial. Ahora bien, si lo que quiere es una versión dramatizada, ligera, embellecida, sanitizada e idealizada, su elección será probablemente Bob Marley: One Love, un biopic canónico y efímero dirigido por Reinaldo Marcus Green, el mismo artífice de King Richard, la poderosa cinta sobre las hermanas tenistas Serena y Venus Williams y su padre entrenador, que le dio a Will Smith un premio Óscar en una ceremonia infame, debido a los impulsos agresivos del aparentemente pacífico actor.