Agencias
El Domingo de Ramos marca el inicio de una de las semanas más significativas para millones de personas alrededor del mundo: la Semana Santa. Esta celebración tiene raíces en la tradición cristiana.
Es un día que combina solemnidad con anticipación, abriendo paso a la conmemoración de los últimos días de Jesús en la Tierra. La celebración del Domingo de Ramos varía en sus manifestaciones de un lugar a otro, pero el núcleo de su significado permanece constante: la fe y la devoción.
El Domingo de Ramos es una festividad cristiana que se celebra el domingo anterior a Pascua. Conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, un evento documentado en los cuatro evangelios del Nuevo Testamento.
La gente recibió a Jesús esparciendo ramas de palmera en su camino, un gesto de bienvenida y honor reservado para aquellos considerados reyes o salvadores. Esta celebración no solo recuerda dicho acontecimiento histórico, sino que también simboliza la aceptación de Jesús como el Mesías prometido.
En el Domingo de Ramos, Jesús hizo su entrada en Jerusalén montado en un burro, lo cual fue interpretado como un acto de humildad y un cumplimiento de las profecías. La multitud que lo recibió lo hizo con gran júbilo, agitando ramas de palma y proclamándolo como el hijo de David.
La entrada triunfal marca el comienzo de la última semana de la vida terrenal de Jesús, durante la cual enseñaría en el Templo, compartiría la Última Cena con sus discípulos y enfrentaría su pasión y muerte. Aunque el ramo de olivo no es el elemento central del Domingo de Ramos, sí tiene un profundo significado en la tradición cristiana y otras culturas a lo largo de la historia.
Tradicionalmente, el olivo es símbolo de paz, purificación y nueva vida. En el contexto del Domingo de Ramos, las ramas de olivo, al igual que las de palma, pueden representar la victoria de la fe y la paz que Jesús trae al mundo. Es común que en algunas tradiciones se bendigan ramas de olivo junto con las de palma, mismas que son símbolo de bendición y protección.