Lic. Ernesto Lerma
La ópera prima de Dev Patel es una pequeña sorpresa, un filme de acción que encuentra sus mejores momentos cuando se zambulle en la fisicidad y deja de lado los subrayados discursivos. Si tenemos en cuenta la filmografía previa de Dev (repleta de películas y series con ambición de prestigio, tanto por el lado del drama como de la comedia), “Monkey Man”, su ópera prima como director, es toda una sorpresa y, a la vez, un objeto predecible.
Sorpresa porque se inscribe claramente en el género de acción, y una muy vibrante, por cierto, con un nivel de fisicidad inusitado. Predecible porque se nota que quiere ser algo más que “una de acción” y por ende quiere insertar dentro de su relato de venganza un drama social con tintes trágicos que no le sienta del todo bien.
La primera hora de “Monkey Man” es una pequeña lección de cómo volcar información a cuentagotas e intrigar al espectador, mientras se va delineando un mundo compacto y complejo a la vez. Vemos a un joven (el propio Patel) que pone su cuerpo, siempre para perder, en un ring de lucha clandestino, mientras, a la vez, se infiltra en un lujoso hotel como un simple trabajador, aunque claramente tiene una agenda propia. Su intención es, obviamente, vengarse contra un grupo de gente muy poderosa, pero los hechos específicos que lo motivan, así como sus planes, son difusos. El relato utiliza a su favor estos interrogantes para seguir al protagonista mientras va aprendiendo las reglas de un ámbito donde están naturalizados los abusos de poder y los lugares ocupados por opresores y oprimidos.
Y, a la vez, la película construye ante nuestros ojos la que podría ser una ciudad cualquiera de la India, una donde todo es áspero, sucio y vertiginoso. Lo hace sin remarcaciones, valiéndose de un trabajo estupendo con el montaje, como en una secuencia donde el robo de una cartera se convierte en el retrato perfecto del ritmo urbano; o en una frenética (y también graciosa) persecución donde un pequeño vehículo es el gran protagonista. Sin embargo, luego de esa potente primera hora, “Monkey Man” un poco que se obliga a sí misma a explicar con más detalle el pasado traumático de su protagonista, además de trazar una mirada sociopolítica que se enlaza con su destino.
Pareciera que Patel quisiera decir muchas cosas sobre sus orígenes indios o, más bien, sobre las desigualdades sociales que atraviesan a un país como la India, donde la religión suele entrelazarse con la política y el crimen. Y también es notorio que el realizador considera que no le basta con un simple cuento de venganza, sino que tiene que agregar una buena cantidad de condimentos temáticos y estéticos para que todo el asunto sea más complejo e interesante. Paradójicamente (o no tanto), esa sumatoria de elementos folklóricos, espirituales y sociológicos le juegan en contra: hay por lo menos media hora donde la película cae en un pozo narrativo que amenaza con borrar los méritos previos.
Por suerte, en la media hora final, Patel se acuerda de la esencia del cine de acción: piñas, patadas, tiros y cuchillazos que funcionan como expresión física de lo que buscan los personajes y cómo resuelven los conflictos. Es entonces que “Monkey Man” repunta, y mucho, con varias secuencias de peleas notablemente coreografiadas, de un nivel de violencia impactante y con una lúcida utilización de la cámara como herramienta de inmersión del espectador. De paso, Patel demuestra que puede ponerse en el rol de héroe de acción con total aplomo, a base de sangre, sudor y lágrimas. Allí es donde la película también encuentra un tono trágico pertinente, sin necesidad de grandes subrayados.
Mi 8 de calificación para esta más que buena cinta llena de violencia mística y de acción descarnada. “La leyenda del Rey Mono” es una de las historias más populares en la mitología china y tiene sus raíces en una antigua novela china llamada Viaje al oeste, escrita durante la dinastía Ming por el autor Wu Cheng’en en el siglo XVI. “El Rey Mono”, también conocido como Sun Wukong en chino (o Son Goku en japonés), es un personaje que, según la leyenda, nació de una piedra mágica que fue cultivada por los elementos del cielo y la tierra.
Poseía habilidades extraordinarias, incluida una fuerza sobrenatural, la capacidad de volar en una nube mágica, y la capacidad de transformarse en diferentes formas, entre otras habilidades. Este se embarca en un viaje épico con el monje budista Tang Sanzang y otros compañeros, incluido un cerdo glotón. Durante su viaje, enfrenta numerosos desafíos y luchas contra demonios, monstruos y deidades malvadas. La versión de la India es conocida como “Hanuman”, una de las figuras más importantes y veneradas en la mitología hindú.
De acuerdo con la leyenda, es el devoto y leal seguidor del dios Rama, protagonista del épico hindú Ramayana. Hanuman es hijo del dios del viento, Vayu, y de la reina mono Anjana. Nació con poderes sobrenaturales y desde una edad temprana demostró su fuerza, inteligencia y devoción a Rama. Hanuman desempeña un papel crucial al ayudar a Rama en su búsqueda para rescatar a su esposa, Sita, quien fue secuestrada por el demonio Ravana.
La historia del Rey Mono ha sido adaptada en diversas formas a lo largo de los años, incluyendo películas, series de televisión, obras de teatro y cómics (Dragon Ball es quizás su adaptación más popular). Ahora llega Dev Patel (Slumdog Millionaire, The Green Knight) con un impresionante debut como guionista y director con una nueva versión, esta vez ambientada en la India actual plagada de maldad, pobreza, desigualdad y corrupción. La cinta de bajo presupuesto llegó a la gran pantalla en días pasados.