octubre 12, 2024
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Cáncer, solo de oírlo, da miedo

mayo 31, 2024 | 249 vistas

Patricia Azuara

Cd. Victoria, Tam.-
Que llegue a tu vida un positivo de cáncer es doloroso, pero que ese positivo sea de tu madre, el sufrimiento aumenta en demasía.

La mente se nubla.

Los sentidos se paralizan.

La respiración se acelera.

Y es que si te falta mamá, te falta todo.

Quienes me conocen saben la relación que llevo con Doña Blanca. Siempre lo he dicho: mi madre son mis ojos y mis brazos.

Sin ella, no hubiese podido alcanzar mis metas. Es mamá, abuela, chef, chofer, psicóloga, maestra, despertador y amiga.

Hace 12 años, un cáncer de matriz debilitó su cuerpo. A la par llegó mi segundo hijo.

Mi niño de corazón, el que pintó de colores esos momentos tan grises y llenó de esperanza el desgarrador resultado, que los doctores definieron como “bastante complicado”.

Para quienes no tienen ningún sistema de seguridad médica, ni dinero suficiente, el proceso se torna aún más difícil.

Es como buscar la salida en medio de un laberinto, que parece no tener final. Nada sencillo para los menos tienen.

 

SOBREVIVIR A UN CÁNCER

Sobrevivir a un cáncer con un salario abajo del mínimo profesional, es sentir la desesperación pura.

¿Qué voy a hacer?, me pregunté, mientras los médicos nos explicaban el proceso y los tratamientos a seguir. Mamá solo me tiene a mí, y yo a ella.

Lo único que tuve claro en ese momento fue que no se iba a morir por falta de dinero; y emprendimos la batalla, como el par de guerreras que siempre hemos sido.

Juntas, sin titubear, valientes y enfocadas, no había otra opción, o salíamos de esta, o salíamos.

En aquel entonces las personas de bajos recursos contaban con el extinto seguro popular, y de ahí me agarré.

Los tumores malignos habían invadido la matriz y parte de la vejiga; el tiempo se agotaba rápidamente.

Ver a mis hijos me daba fortaleza, cuando el dolor intentaba ganar la batalla.

Lloré solamente una vez hasta cansarme, arriba de mi carro, en medio de la nada, lo recuerdo como si fuera ayer.

Tampoco había tiempo para las lágrimas. Mamá siempre me enseñó que llorar es bueno, pero no la solución, solo agota y desgasta. Hay que agarrar el destino y demostrarle que le daremos pelea, hasta ganar la batalla.

Al día siguiente, yo tenía todo preparado para viajar al lugar donde recibiría el tratamiento, renuncié a mi trabajo y a mis sueños en aquel paradisíaco puerto jaibo, donde dejé los mejores momentos de mi vida, y partí a la Capital de Tamaulipas, donde está uno de los mejores hospitales oncológicos públicos.

 

EL APOYO FAMILIAR

Con las redes de apoyo familiares y de amistad, toqué todas las puertas para que las quimioterapias comenzaran a la de ya.

Pedí dinero, hice actividades, vendí comidas, gestioné apoyos gubernamentales, y en menos de dos semanas, mamá ya estaba conectada a los aparatos.

Con la fe intacta, nunca tuve duda de que el desenlace no sería fatal, lo habíamos a superar, sí o sí.

A la par, llegó mi pequeño gran hombrecito a los once meses de edad, una oportunidad para convertirme nuevamente en mamá, pero esta vez de corazón.

Que llegue a tu vida, la decisión de adoptar, justo cuando tu mamá enfrenta la peor adversidad que la puso entre la vida y la muerte, no era coincidencia.

Tomé al pequeñito y nos encaminamos a la iglesia, le dije a la Virgen que sería una verdadera madre para él, pero que no se llevara a la mía, y no era condición, fue una promesa.

¿Y saben qué? A mamá no se le cayó el cabello.

 

EL VIACRUCIS DEL TRATAMIENTO

Fue un tratamiento muy fuerte, los minutos se convertían en meses, y los largos jueves de quimioterapia parecían interminables.

Entre camas de hospital, carreteras y refugios. Noches de insomnio y cansancio, así pasamos el proceso; firmes y enfocadas.

Mamá es superviviente al cáncer, y yo continúo con mi promesa de amar y proteger a aquel pequeñito que en unos días cumplirá 13 años.

La palabra cáncer no es sinónimo de muerte. Es una enfermedad que, como cualquier otra, se debe enfrentar y combatir.

Al final, cuando tocas la campaña de la victoria, te das cuenta que solo fue un mal sueño, para volver a empezar.

 

DÍA MUNDIAL DEL SUPERVIVIENTE DE CÁNCER

Cada primer domingo de junio se celebra el Día Mundial del Superviviente de Cáncer, una efeméride muy emotiva en apoyo a los pacientes supervivientes de cáncer y a sus familiares.

Con la conmemoración de este día mundial se pretende concienciar y sensibilizar a la población mundial acerca de las necesidades que afrontan los sobrevivientes de procesos oncológicos, referidas fundamentalmente a su seguimiento médico y psicológico.

 

ORIGEN DEL DÍA DEL SUPERVIVIENTE DE CÁNCER

La creación del Día Mundial del Superviviente de Cáncer surgió en Estados Unidos en el año 1988 con la celebración del “National Cancer Survivors Day”, el primer domingo del mes de junio.

Su principal objetivo fue dar reconocimiento a los pacientes que han sobrevivido al cáncer, visibilizando sus necesidades.

Se considera que un paciente oncológico es superviviente del cáncer cuando ha superado los cinco años con ausencia de la enfermedad y que han sido dados de alta de los servicios de oncología.

Al respecto, se estima que a nivel mundial unas 32.6 millones de personas han sobrevivido al cáncer.

Debido al constante avance de los tratamientos y cuidados médicos, anualmente se curan más pacientes con distintos tipos de cáncer.

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