noviembre 23, 2024
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Criticando a ‘Intensa Mente 2’

julio 2, 2024 | 113 vistas

Lic. Ernesto Lerma

La espera valió la pena porque Pixar vuelve con un nuevo filme brillante, que se zambulle con enorme valentía en el apasionante mundo de las emociones en una casi verdadera obra maestra. Hace diez años, los estudios Pixar nos cautivaron con una historia surrealista en la que incursionamos a la mente de una niña llamada Riley y vemos como sus cinco emociones básicas la controlan.

Gracias al enorme talento del director Pete Docter (“Monsters, Inc.”, “Wall-E”, “Up”, “Soul”) y al talento vocal de Amy Poehler, Lewis Black, Phyllis Smith, Bill Hader y Mindy Kaling, “Intensa Mente” se convirtió en uno de los trabajos mayores del prestigioso estudio de animación propiedad de Disney. El estreno de la esperada secuela se da en un momento bajo para los estudios, ya que sus últimas dos cintas, las infravaloradas “Lightyear” y “Elemental”, fueron unos rotundos fracasos de taquilla.

En términos de la producción las cosas tampoco pintaban bien, ya que Docter fue reemplazado por el debutante Kelsey Mann y las voces de Miedo y Disgusto fueron reemplazadas debido a disputas financieras (Tony Hale reemplaza a Hader y Liza Lapira reemplaza a Kaling, pero la falta de las voces originales se siente). No hay que temer, ya que “Intensa Mente 2” es otro de esos milagros a los que nos tiene acostumbrados Pixar (sean un éxito comercial o no, lo cierto es que todas sus películas son bellas).

La cinta que nos llega una década más tarde transcurre dos años después de los acontecimientos de la primera parte. Riley cumple 13 años, sueña con convertirse en una buena jugadora de hockey y goza de la amistad de Bree (Sumayyah Nuriddin-Green) y Grace (Grace Lu). Pero un buen día Riley se levanta de su cama y todo comienza a convertirse en un desastre, la pubertad se apodera de ella y sus amigas le anuncian que van a acudir a otra secundaria.

Además, la entrenadora Roberts (Yvette Nicole Brown) la invita a jugar por tres días junto al equipo secundaria, liderado por la jugadora estrella Valentina Ortíz (Lilimar), una joven a la que Riley admira en demasía. La pubertad hace que nuestras cinco emociones básicas sean desplazadas por un nuevo grupo de emociones. El guión original hablaba de una Libertad, una Fuerza, un Amor y una Pasión. Pero al final, las nuevas emociones fueron reemplazadas por Ansiedad (Maya Hawke), Envidia (Ayo Edebiri), Vergüenza (Paul Walter Hauser) y Ennui (Adèle Exarchopoulos).

También hay que mencionar a otra emoción muy divertida y que hace una breve aparición, ya que vive en el desván de los recuerdos: Nostalgia. Alegría, la antigua líder del grupo, comete dos errores. El primero consiste en enviar los malos recuerdos al inconsciente (lo que los psicoanalistas llaman represión, un mecanismo de defensa que se vuelve dañino cuando se usa en exceso) y el segundo en dejar que Ansiedad se apodere de la mente de Riley, lo que lleva a que las emociones básicas sean contenidas.

Esto genera un nuevo sistema de creencias y la conformación de una nueva identidad basada en sarcasmo, egoísmo y poca autenticidad. En el camino de recuperar la antigua personalidad de Riley y retomar el control de su mente, las emociones básicas se encontrarán con un divertido trío de secretos guardado; así las películas de Pixar divierten a los niños con los personajes carismáticos y coloridos y las divertidas situaciones que se presentan, pero los padres también se divierten con ellas y aprenden valiosas lecciones.

La cinta habla con elocuencia sobre los peligros de una ansiedad desbordada, pero también de cómo la ansiedad es importante para planear y anticiparse a los problemas. Tomando como referencia la perspectiva de Alegría, en vez de intentar responder a la pregunta sobre si la primera parte es mejor que la segunda, lo mejor es decir que ambas películas se complementan de una manera mágica y orgánica, así como sucedió con la clásica cuatrilogía de “Toy Story” y las dos estupendas partes de “Los increíbles”… esto no es un tema de competencia sino de integración.

Mi nueve de calificación a esta buena secuela que está para mi gusto y criterio al mismo nivel de la cinta original. Porque si hay algo que ha distinguido a Pixar a lo largo de toda su historia es la voluntad permanente por arriesgarse, por nunca emprender el camino fácil, incluso aunque eso signifique cometer errores. La meta en ese riesgo pasa por encontrar originalidad, por hacer siempre algo distinto. Aun así, se puede intuir cierto hilo conductor, que pasa en buena medida por la forma en que se va desandando el tiempo en las distintas películas.

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