LOS ÁNGELES, agosto 12, (Agencias).- Hace diez años la noticia del fallecimiento de Robin Williams, el carismático actor que dejó huella en cada una de las producciones en las que participó, causó conmoción.
Fue el 11 de agosto de 2014, cuando con 63 años cumplidos, Williams fue hallado en Paradise Cay, California, muerto a causa de suicidio por asfixia. Padecía demencia por cuerpos de Lewy.
Fueron varias generaciones de espectadores las que quedaron marcadas por el trabajo actoral de Robin Williams, tanto en la comedia como en el drama. Desde aquellos que lo vieron debutar como “Popeye” en 1980, dando voz al Genio de “Aladdin” en 1992, y tres años más tarde como “Alan Parrish” en “Jumanji”.
O bien, en el papel que le daría a ganar el único Oscar de su carrera en “En busca del destino”, de 1997. Por ello, su pérdida fue todavía más dolorosa, prueba de ello fue el homenaje que recibió afuera de la locación principal de su película “Papá por siempre”, en San Francisco.
Desde temprana edad, Williams mostró su talento. Nació el 21 de julio de 1951 en Chicago, Illinois, y años más tarde, viajó a California para estudiar teatro en el College of Marin, que no fue la única institución educativa en la que pulió sus habilidades, pues también formó parte del Juilliard School en Nueva York.
En la Gran Manzana, empezó a frecuentar presentaciones en los clubes nocturnos de comedia e incluso algunos shows en las calles, como lo demuestran algunas fotografías de su juventud, en las que se le ve rodeado por una cantidad significativa de gente.
En aquella época compartió cuarto con Christopher Reeve en el Juilliard, por lo que se podría decir que estaba destinado a rodearse de estrellas. El tiempo pasó y llegó a la televisión, donde realizó “Mork & Mindy”, un proyecto que lo catapultó a la pantalla grande, donde hizo su primera aparición en “Popeye”.
Son más de 40 películas en las que apareció, de las cuales destacan “Buenos días, Vietnam” (1987), “La sociedad de los poetas muertos” de 1989, “Pescador de ilusiones” (1991) dirigida por Terry Gilliam, por la que ganó un Globo de Oro y “Patch Adams”, de 1998.
Además de su lado artístico, también fue reconocido por su trabajo como filántropo, fundando Comic Relief USA, una organización que trabajó de 1986 a 2011 a favor de grupos vulnerables de Estados Unidos, a los que bridaba comida, vivienda y otras atenciones.
Robin Williams tuvo una fuerte adicción a la cocaína, que pudo superar después de la muerte de su amigo John Belushi a causa de una sobredosis. Por un tiempo, el actor permaneció alejado de las drogas, pero volvió a consumir, por lo que en 2006 entró a un centro de rehabilitación en Oregon.
Las adicciones fueron un tormento para el actor, siendo el alcoholismo otra de ellas, del que se rehabilitó en el Minnesota-based Rehab Center en 2014. Después de algunos años experimentando malestar en el estómago, manos y otras partes de su cuerpo, en 2014 el actor fue diagnosticado con Parkinson.
Paranoia, depresión y ciclos delirantes acompañaron a Robin Williams en la época posterior al diagnóstico, por lo que, en conjunto con su esposa, optó por acudir a un centro que estudiara más a fondo su enfermedad, sin embargo, una semana antes, se suicidó.
Después de ese hecho, el informe médico señaló que en realidad el actor tenía demencia con cuerpos de Lewy (DCL), una enfermedad que le estaba provocando ansiedad, pérdida de memoria, insomnio y alucinaciones; con un diagnóstico acertado, la enfermedad posiblemente habría sido tratada.
Una década después de su muerte, Robin Williams sigue siendo reconocido por su impacto en la industria del entretenimiento, ganándose un lugar inamovible en la cultura popular e inspirando a muchos otros profesionales de la actuación. ¿Tú qué película recuerdas más de este actor?