septiembre 14, 2024
Publicidad
agosto 26, 2024 | 135 vistas

Agencias

Actualmente las escritoras latinoamericanas llenan auditorios con tal euforia que parecen estrellas de rock: ahí está el ejemplo de Mariana Enríquez; ganan premios internacionales, antes insospechados para cualquier autor en sus países de origen, como Cristina Rivera Garza.

También las mencionan dentro de las listas más prestigiosas de periódicos y rankings del mundo, como a Fernanda Melchor, mientras sus historias trascienden más allá del papel para convertirse en películas o series de televisión. Además, desafían la condena del olvido, ante la amenaza de volverse polvo en algún archivo viejo.

La literatura escrita por mujeres latinoamericanas cruza hoy por uno de sus momentos de mayor proyección y reconocimiento de la historia: ¿cuál es el posible origen de tan efervescente interés?… ¿Acaso es cierto que se trata de un “Boom Latinoamericano” protagonizado por mujeres que explotó de pronto?

UNA TRADICIÓN DE MÁS DE 200 AÑOS

Apasionada de su trabajo, la doctora en Literatura Hispánica Alejandra Amatto explica que, por lo que la crítica especializada ha estudiado en los últimos 30 años, eso que se ha llegado a llamar “Nuevo Boom” es en realidad un fenómeno complejo compuesto de diferentes factores “culturales, sociales y editoriales (económicos)”.

Explicó que el término “boom”, en cierta medida niega la tradición de la literatura hecha por mujeres y que se remonta, por lo menos, hasta inicios del siglo XIX y del que ellas (las autoras contemporáneas) son herederas.

LAS PIONERAS

Juana Manuela Gorriti (1818-1982), narradora y periodista de Argentina; Isabel Prieto de Landázuri (1833-1976), primera escritora del canon literario de México; Soledad Acosta de Samper (1933-1913), símbolo del feminismo en Colombia; Clorinda Matto (1852-1909), precursora del indigenismo peruano; la lista es grande y cada vez mejor documentada.

“Desde el siglo XIX se han logrado importantes conquistas feministas. Las mujeres sí han podido tener acceso a grandes casas editoriales, aunque no se les leía tanto como a los hombres que gobernaban las mismas estructuras”, expuso la experta. Algunos de esos ejemplos son Elena Garro (1916-1948), Rosario Castellanos (1925-1974), Amparo Dávila (1928-2020) o Guadalupe Dueñas.

Quien también tiene contacto con generaciones más jóvenes de lectores, pues es maestra en la licenciatura de Letras Hispánicas de la UNAM, suma la “doble publicidad” que ha generado el auge de las redes sociales, las cuales se han convertido en el medio de comunicación predilecto de los jóvenes, quienes hacen comunidades y están a la búsqueda de presentaciones de sus autoras favoritas.

Amatto consideró que gracias a su amplia conexión de las redes sociales a nivel mundial las autoras tienen mayor proyección, algo indispensable para cualquier escritor que aspire a ganar algún premio, incluso en situaciones completamente impensadas, como fue el caso de Cristina Rivera Garza, quien este 2024 fue galardonada con el Premio Pulitzer en “Memorias o Autobiografía”.

Este éxito, a su vez, también ha significado el que varias escritoras tengan a sus historias como fuentes de inspiración para proyectos en el séptimo arte, ya sea por productoras reconocidas o por famosas plataformas como Netflix. Como ha sido el caso de Fernanda Melchor con “Temporada de Huracanes”; o Guadalupe Nettel, con “El matrimonio de los peces rojos” que será llevado al cine.

A pesar de que hay un auge de escritoras latinoamericanas cada vez más presente, lo cierto es que no se trata de un fenómeno exclusivamente local, sino que se está haciendo presente en todo el mundo “y no sólo en literatura, también en arquitectura, medicina o derecho”, recalcó.

La presencia de mujeres se puede comprobar al ver la lista de galardonados con el Premio Nobel de Literatura. Hasta la década de los 50 a los 70 del siglo pasado, sólo hubo una mujer galardonada. A partir de la década de los 90 se alcanzó un 30 por ciento; en los años dos miles, 40 por ciento; en 2010, un 30 por ciento, y 50 por ciento en el actual decenio.

Comentarios