CIUDAD DE MÉXICO, septiembre 17, (Agencias)
A través de poemas hechos para leerse con las papilas gustativas, hacemos un recorrido por la dulce, salada y ácida patria con algunos de los platillos mexicanos más solicitados de estas fechas.
Nuestro México, lindo y querido, tiene 18 rutas gastronómicas que incluyen más de mil 500 platillos y bebidas típicas. Mientras estas creaciones le dan la vuelta al mundo, te contamos un poco de varias de estas delicias.
1.- Chile en nogada
La historia que casi todos conocemos es que las monjas agustinas del convento de Santa Mónica lo inventaron para celebrar la Independencia de México en 1821 y el cumpleaños de Iturbide; es relativamente cierto, en realidad se hizo popular porque se lo sirvieron al emperador, pero ya se consumía por familias poblanas.
Se supone que, en Nueva España, donde los andaluces tenían trucos reposteros árabes, las monjas que cocinaban para la fiesta del patrono San Agustín el 28 de agosto preparaban un chile relleno de frutas, capeado y bañado en salsa de nuez como postre. Se volvió plato fuerte cuando se le agregó carne de cerdo.
Los chiles en nogada únicamente se pueden disfrutar a mediados de julio y a principios de septiembre, el mes ideal es agosto. En realidad, puedes probarlos cuanto quieras, siempre y cuando tu los prepares, y quizá te cueste un poco más encontrar varios de sus ingredientes ya que son de temporada.
2.- Chilaquiles
Sólo existen dos tipos de mexicanos: los de totopos crujientes o aguados, porque en un domingo en la mañana, sin importar que sean en salsa roja o verde, todos decimos que sí. Con mole, huevo, pollo, chorizo, queso Oaxaca… la joya más versátil viene del náhuatl “chilaquili”, que es “metido en”, algo sumergido en chile.
Los aztecas ya los comían, y tanto los indígenas como novohispanos aprovechaban las tortillas endurecidas remojándolas en la salsa de chile (“chimulli”). Su fecha de origen exacta es desconocida, pero podemos decir que son prehispánicos y se perfeccionaron en la época colonial.
3.- Pozole
Otro tesoro, hijo del maíz. Los mayas disfrutaban de tlacatlaolli (“maíz de hombre”) como un guiso con agua y un pedazo de pierna o muslo (y no de pollo). Este caldo delicado, preciado, energizante y religioso era la ofrenda a los dioses de la fertilidad, regeneración del maíz y la guerra con un ingrediente secreto: carne humana.
La mejor pieza, el muslo, se ofrecía al tlatoani (gobernante) hasta que los españoles, intervinieron con carne de cerdo. Hoy en día, todos podemos degustar de un rico pozolito con lechuga, rábano, cebolla, chile y orégano (y otras variaciones según la región) sin necesidad de caer en el canibalismo ni sacrificar a nadie.
4.- Mole
Su Majestad es de los más presentados y reinterpretados. Entre tantas leyendas, una vez más entran las mujeres consagradas: dicen que en 1681 Sor Andrea de la Asunción creó el mole con inspiración divina.
Aunque es mucho más factible que los indígenas de las culturas prehispánicas ya mezclaran varios chiles con semillas de calabaza, hierba santa y jitomate para crear la salsa “mulli”, acompañada normalmente con carne de guajolote, pato o armadillo. Desde ese entonces, de ofrenda a los dioses en bodas y funerales.
5.- Tamales
¡Ya llegaron sus ricos y deliciosos tamales! Aunque prácticamente son tradicionales en todo Latinoamérica, antes de que adoptara diversas presentaciones, sus inventores fueron los mexicas.
Pudieron haber sido muy buenos guerreros, pero el tamal fue el arma azteca que conquistó todo el continente por su dominio político y comercial. Los pueblos conocieron lo que el maíz está destinado a ser. Empezó como ofrenda para agradecer la fertilidad de la tierra y ahora son el platillo ideal para todo festejo.
6.- Tlayuda
Que delicia es saborear una tortilla enorme, delgada y crujiente, con frijoles negros, chapulines y quesillo; puede parecer sorprendente (sobre todo para quienes no viven en la zona centro o sur del país), pero este platillo ha sido reconocido como el favorito de toda América Latina.
Aunque se desconoce su origen exacto, desde hace 60 años, el pueblo de San Antonio de la Cal, en los Valles Centrales de Oaxaca, es conocido por preparar las tortillas “Blandas” (más suaves y chicas) y las tlayudas gruesas de hasta 50 centímetros para impulsar su economía con deleites en sus comales de leña.