septiembre 19, 2024
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Cuando revelan su piel

septiembre 18, 2024 | 97 vistas

Patricia Azuara

Cd. Victoria, Tam.-
Su gusto por la fotografía nació desde que cursaba la preparatoria, pero fue hasta el 11 de septiembre del 2001 cuando inició el proyecto formal bajo su firma “Fernando Chávez”. Tras enfocarse en el retrato de autor, llegó la desnudez como un caudal que con el paso de los años tomó más fuerza.

Esta es la historia de Fernando Javier Chávez Salazar, nacido en Ciudad Madero, Tamaulipas en 1973; desde entonces lleva consigo el legado de una familia arraigada en la idiosincrasia del sur de Tamaulipas.

La semblanza sobre Chávez Salazar relata que su infancia fue marcada por una fuerte inquietud contemplativa que lo llevó a encontrar belleza en la cotidianidad de su entorno.

Educado en escuelas públicas, fue su ingreso al Instituto Cultural Tampico por invitación lo que marcó el inicio de su viaje hacia la expresión artística a través de la lente de una cámara.

Con el espíritu jesuita como guía, continuó su formación en el ITESO, donde se sumergió en el estudio de las ciencias de la comunicación, graduándose en 1996 con una sólida base académica y un fervor creativo emergente.

 

DETERMINACIÓN Y PASIÓN

Tras un breve periodo como diseñador publicitario para una agencia de renombre en su ciudad natal, Fernando dio un giro audaz en su carrera al establecer su firma como fotógrafo independiente en 2001.

Con determinación y pasión, se aventuró en el desafiante mundo de la fotografía social, donde intentaba encontrar un espacio para producir arte que resonara con su visión.

Su interés personal en la fotografía de desnudo artístico, un ámbito particularmente difícil de navegar, ha sido un reflejo de su compromiso visual con la autenticidad y la belleza desde su percepción.

“En la exposición que tuve me di cuenta que mi pieza más vieja de desnudez era del 2005, la gente creía que yo había estado trabajando para exponer, cuando en realidad era una retrospectiva”.

 

¿POR QUÉ LA DESNUDEZ?

“La verdad no sé, pero quisiera no parecer una respuesta barata, pero hay algunas cosas que he aprendido a no sobre analizar, es decir ¿por qué?, porque siempre tuve ese gusto”.

A diferencia de la mayoría, su obra gira en torno al cuerpo masculino. A través de su lente, el cuerpo del hombre se convierte en depositario y escaparate de esa ansiedad existencial que provoca la búsqueda de uno mismo: ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy?

“Pasa que me preguntan cómo pensando si hay alguna narrativa de trasfondo o cómo alguna historia que me haya marcado, pero en realidad yo le doy como vueltas y no, no es así, es algo que creo que siempre estuvo inherente a mi búsqueda visual y solamente fue como tomando forma”.

Fernando Chávez tiene una relación sana con el “no sé” y, en ese sentido, no se cuestiona, ni responde historias irreales o trasfondos increíble, más bien se concentra en hacer, y ya.

“Como yo siendo hombre, creo que tiene que ver con el planteamiento o los choques que tienes contra la pared, como si fuera una pared, ¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Hay algo después?”.

 

CUERPO HUMANO, UN VEHÍCULO

Para el artista el cuerpo humano es el vehículo de tu conciencia y tener la oportunidad de manipular o jugar con un cuerpo que no es el tuyo, le ha dejado múltiples satisfacciones y ver que una persona compra su obra, es la mayor recompensa.

“Que alguien te ayude y que el cuerpo de alguien más se preste por mero pretexto, es también como ir cayendo en la cuenta de como ves al mundo. Es decir, qué padre que alguien me preste su cuerpo, ponerle cosas, que me dé su tiempo para poder yo explorar, me doy cuenta que el cuerpo es como ese darle forma a mi propia conciencia”.

Bajo la exposición “La Piel Revelada”, una serie de 44 fotografías que recolectó desde 2005 cuando captó el primer desnudo, busca abrirse paso en este camino y que su obra llegue a España, Colombia y Estados Unidos. Recientemente expuso en la Pinacoteca de Ciudad Victoria.

“La Piel Revelada” es una obra escoltada por un montaje que en sí mismo, y sin inocencia alguna, atrapa y no deja escapatorias. Transparencia, textura, gran formato, desplazamiento y cercanía generan una vivencia por demás reveladora. Una experiencia visual inversiva. Un impacto sensorial irrefutable. Nadie sale de esta sala sin ser interpelado, detalló.

“Lo más satisfactorio es navegar en esa área de artistas y poder auto adscribirte y hacerles ver a los demás que lo que haces es por arte, esto me ha ayudado mucho a entender cómo veo yo mi vida, es decir, cuando me da ese lugar de artista una galería o alguien me compra una foto me doy cuenta que esto en realidad es lo quiero hacer”.

 

HAY QUE INCENTIVAR EL ARTE LOCAL

Fernando Chávez finalizó exhortando a la población que incentive el consumo de arte local, ya que, dijo, son muy pocas las personas que se inclinan por obras de artistas tamaulipecos, y es un porcentaje mínimo quienes visitan lugares culturales de la zona.

“Todos nos preparamos para producir obra y para mostrarla, pero venderla es algo que nadie te habla, y esa parte es súper importante y es difícil porque la gente no está acostumbrada a comprar arte, y la gente que lo hace, no lo hace local se va por artistas consumados, y está parte es la que me toca trabajar y entender, ir viendo cómo se va cocinando esto”.

“Todos tenemos chambas pro encargo, pero al final dices cuando hago esto y además logro vivir de eso está padrísimo. Es como esta cosa especial de ver que la gente gasta su lana para tener una pieza tuya en su casa”.

 

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