Lic. Ernesto Lerma
A tan solo dos años después del estreno de la polémica “Speak no Evil” del director danés Christian Tafdrup llega la inevitable versión norteamericana cuya existencia es comprensible, porque “Speak no Evil” es una película difícil; no sólo pensando en la barrera idiomática, tema complicado a la hora de pensar en el público norteamericano, acostumbrado a su propia centralidad, sino que también es una película problemática, interesada en “decir cosas” sobre la sociedad y que no tiene problema en ser todo lo cruel (y hasta quizás inmoral) que necesita con tal de cumplir con las propias pretensiones.
No quiero exagerar ni en la extensión de esta introducción, ni con la valoración de la versión europea, pero creo que es justo mencionar que es una película que quiere jugar en las ligas de un Michael Haneke de “Funny Games” (1997-2007) o del Lars Von Trier de “Anticristo” (2010), pero que no les llega a los talones, y que tiene tan sólo unos diez minutos de una exageradísima crueldad, algo que, por ejemplo, para un realizador como Gaspar Noe sería un martes a la tarde cualquiera. Más allá del chiste, resumiría sus problemas en que no logra pegar sus casi 90 minutos de tono de comedia negra con la crueldad del final.
Además de que es medio floja de papeles ideológicamente por no decir un poco fascista. ¿Qué hace entonces el director James Watkins a la hora de plantear su versión? Básicamente cambia el final, tanto a nivel argumental como en resolución de los conflictos principales. Su versión no está tan interesada en dar un mensaje, o (peor) una moraleja, pero si alguien quisiera hacer esa lectura está claro que esta película “dice” exactamente lo contrario que la versión original.
La primera hora y media es calcada de “Speak no Evil” pero cambiando nacionalidades. En la trama de esta cinta, durante unas vacaciones en Italia, una familia norteamericana se conoce con otra familia inglesa cuyo padre, Paddy, interpretado aquí por James McAvoy, tiene un carisma, digamos, particular. Pasan la semana juntos y por fin Paddy invita a los protagonistas a pasar, en un futuro cercano, un fin de semana en su casa. Escuché decir a algún colega crítico de cine sobre la versión europea que la premisa (y también casi toda la película) es una versión retorcida de alguna película de Adam Sandler, estoy de acuerdo.
La clave y lo mejor de la película es la sensación de incomodidad que oprime a todos los personajes, lo cual se acumula y por momentos consigue genuino suspenso y también genuina comedia. El catalizador de todo es Paddy, cuya sola presencia produce una constante sensación de extrañeza. Es un personaje que está claramente a punto de desbordarse, que es tan simpático y seductor como inapropiado y mal educado, tan hospitalario como entrometido, con un montón de violencia contenida entre los imposibles músculos de McAvoy; el actor es tanto lo mejor como lo peor de la película.
James Watkins dirigió en 2008 la cinta “Eden Lake”, que es una de las joyas del cine de terror de la primera década del milenio. Sin entrar mucho en detalle, digamos que su clímax es una escalada de violencia sin retorno. Al decidir cambiar el final en su versión de “No hables extraños”, creo que fue por un camino conocido y es el de emular un poco el retrato de violencia logrado en su visceral ópera prima. En ese sentido, la película de Watkins es un poco más coherente a la hora de dar el giro hacia la escalada final, y de hecho tiene secuencias realmente terroríficas y llenas de suspenso.
Mi ocho de calificación para esta cinta, aunque primero que todo, hay que advertir que “Speak No Evil” el filme de terror y suspenso dirigida por James Watkins, el autor de esa estupenda cinta, es un remake de la película original danesa de 2022, dirigida por Christian Tafdrup. Aunque mantiene gran parte de la estructura y el tono de la película original, Watkins introduce cambios que, si bien buscan suavizar algunos aspectos del material original, pueden dejar a los fanáticos del horror más radical con una sensación de inmensa insatisfacción.
La producción de la película tuvo algunos contratiempos importantes. El rodaje se interrumpió en julio de 2023 debido a las huelgas de actores y guionistas, y se reanudó en noviembre de ese mismo año, con solo cinco días de filmación restantes. El grueso de la filmación tuvo lugar en Gloucester, Reino Unido, aunque también hubo una semana de rodaje en Croacia.
Es interesante destacar cómo el guión se basa en una experiencia personal del director de la versión original, ya que Christian Tafdrup se inspiró en un encuentro aparentemente inocente con una pareja holandesa mientras estaba de vacaciones en Italia. Sin embargo, en este remake, los personajes principales cambian de nacionalidades: los invitados son estadounidenses (Louise y Ben) y los anfitriones son británicos (Paddy y Ciara). Esto añade una dinámica cultural diferente, pero la esencia de la trama permanece casi intacta.