Lic. Ernesto Lerma
Esta cinta apta para ojos entrenados en ver el cine de género es brillantemente repugnante y desquiciada porque lo que comienza como una película de ciencia ficción que induce al terror, pero es relativamente aceptable, se adentra en el absurdo y la violencia, y finalmente estalla, literalmente, convirtiéndose en una película de monstruos en toda regla.
En sus primeras dos horas, “La Sustancia” es un filme bien hecho y entretenido de la cineasta Coralie Fargeat, que tras ganar el premio a Mejor Guión en el pasado Festival Internacional de Cine de Cannes 2024, ahora deleita al público con una fuerte dosis de comentarios sociales mordaces sobre la discriminación por edad y el sexismo en Hollywood, todo esto con una cucharada de horror corporal bañado en azúcar y chispas.
Pero el tercer acto deliciosamente desquiciado, sangriento e inevitablemente polarizador de la película es lo que la hace inolvidable porque deja que el espectador decida quién es el monstruo. “La sustancia” es por momentos una experiencia viscosa y por otros una propuesta visual tan arriesgada como ingenua. Como resultado la pantalla se sacude en una mezcla de ciencia ficción, horror corporal, estupendas actuaciones y una banda sonora poderosa.
Fargeat ha expresado su reverencia por el director de “The Fly”, David Cronenberg, y los fans del padrino del horror corporal verán su inconfundible influencia en esta película, aunque también es totalmente única y se beneficia de la perspectiva de su directora, que, según ella, ha implicado una extensa lucha con su propia relación con su cuerpo y el escrutinio de la sociedad.
El filme cuenta la historia de Elisabeth Sparkle, una famosa instructora de aeróbicos con un programa televisado, interpretada por una poderosamente vulnerable Demi Moore. Sparkle es despedida en su cumpleaños número 50 por un ejecutivo despiadado: un Dennis Quaid perfectamente elegido, que da en el clavo de manera sórdida y asquerosa. Sintiéndose rechazada por una ciudad que alguna vez la amó y desesperada por su antiguo poder de estrella, Sparkle se entera por un apuesto enfermero joven de una droga del mercado negro que promete crear una versión “más joven, más hermosa, más perfecta” de su usuario.
Aunque inicialmente tira el número de teléfono a la basura, pronto lo saca en pánico y hace un pedido. La única regla es que Sparkle y su versión mejorada, interpretada por Margaret Qualley, deben intercambiar funciones cada siete días. Así que, durante una semana, la Sparke de 50 años está obligada a despertar y hacer su vida y a la semana siguiente es el turno de su versión joven. Pero el encanto de la juventud y un trasero hecho para la televisión resulta demasiado fuerte para resistirse a intercalar semanas, ¿qué es lo peor que puede pasar si se queda uno o dos días más?
Dado que el horror corporal ha estado de moda en los festivales, con “Titane” de Julia Ducournau y “Crimes of the Future” de Cronenberg que también se estrenaron en Cannes en los últimos años, podría ser fácil descartar esta película como otro filme que aprovecha el espíritu de la época. Pero “La Sustancia” se resiste a perderse en esa confusión. Lo que quizás sea más impresionante es el hecho de que, en sus 140 minutos de duración, la película nunca se siente como si se estuviera alargando.
Fargeat redobla su apuesta hasta el último segundo de la película, con una escena final asombrosamente desquiciada que sigue siendo de alguna manera conmovedora. Si hay que criticar la película, es que la sátira y las caricaturas son un poco pesadas, y la mayoría de los personajes masculinos son unos misóginos no tan sutiles. Pero esa exageración es parte de lo que la hace tan divertida.
Mi nueve de calificación a esta controvertida y polémica producción fílmica, que es como un cuento de hadas para adultos donde había una vez en Hollywood una estrella cuya placa en el Paseo de la Fama era toda una atracción turística. Con el paso del tiempo, termino siendo olvidada, pues en un mundo donde todo parece ser una fantasía no hay espacio para la vejez.