octubre 17, 2024
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octubre 17, 2024 | 46 vistas

Arnulfo Mata Huerta

¡El Umpire es una carrera muy ingrata, pero “amamos” lo que hacemos!

El partido termina y los equipos toman su rumbo, el ganador celebra su triunfo, el perdedor culpa al Umpire. ¿Y el umpire qué hace?.

El umpire calla; aguanta en silencio las críticas de los medios y la sociedad, acepta callado las críticas de sus propios colegas, escucha en silencio las duras críticas de su asesor y por si fuera poco llega a casa y escucha los reclamos de la familia por sacrificar fines de semana, por estar en boca de todo el mundo, por entrenar duro y esperar una oportunidad que quizá nunca llegue.

El Umpire señores cumple el rol más difícil en el partido, en la vida. Es un ser humano de carne y hueso como el resto, sabe amar, sabe llorar, sabe reír.

Más, sin embargo, el Umpire siempre será el verdugo, el carroñero, o lo más típico, el hijo de p*** (mi madre no lo es, ninguna madre de mis colegas tampoco), pero así nos conocen, como los más odiados del partido.

Sentenciados desde el inicio, como si nosotros anotamos las carreras, o falláramos al bate, o cometiéramos los errores a la defensa, como si nosotros nos amotináramos ante el manager, o un jugador (como ellos lo hacen contra nosotros). Lo más fácil para ellos es culparnos de sus errores y su falta de conocimiento o falta de interés por saber las Reglas de Juego.

Cuántas veces me dieron ganas de ir y decirles que así no se realiza una apelación, o que la forma en que realizaron la jugada no era la correcta, o quizás que la interpretación de la regla no es a su gusto y antojo.

Los espectadores deciden insultar, hay niños cerca y aprenderán esa cultura.

Les cambiaría un minuto mi camisa de umpire y me gustaría que uno de los tantos que nos culpan, uno solo, fuera capaz de hacer lo que hago: «ampayar» (hacer cumplir las Reglas del Juego).

Pero nosotros no confrontamos, no agredimos, no insultamos, no reaccionamos, no somos lo que nos instan a ser y no lo somos, porque aprendimos que la humildad es un lema digno de nuestro ADN; desde el momento que decidimos ser umpires adoptamos valores y principios morales antes que las reglas de juego.

El umpire después del partido debe celebrar con sus compañeros porque lo dejó todo en el campo de juego: alma, vida y corazón.

No queremos que nos amen, queremos que nos respeten y valoren nuestro trabajo.

De lo anterior usted amable aficionado al beisbol y softbol tiene la palabra.

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