Patricia Azuara
El cinco de noviembre se celebra el Día Internacional del Payaso, una fecha para homenajear a estos simpáticos personajes que tienen una enorme nariz roja y un gran corazón.
Este noble oficio no conoce fronteras, razas, ni idiomas. Es universal y ampliamente reconocido entre grandes y chicos. Podemos encontrarlos en una esquina de semáforo, en eventos, fiestas infantiles y celebraciones.
Pero ¿ser payaso es oficio sencillo?
Mario Soto “Saltarín” platicó a EL DIARIO, sobre sus inicios y cómo ha evolucionado el público 44 años después.
UNA DOBLE RESPONSABILIDAD
Para Mario, ser payaso no es una labor sencilla, ya que tiene la responsabilidad de divertir sanamente al público, especialmente al infantil.
La realidad de estos personajes, muchas veces distan de su sonrisa, porque es una labor que ocasiones no es realmente valorada, ni bien remunerada, tampoco cuentan con un sistema de salud o de seguridad social que los respalde.
“Somos personas como cualquier otra, que podemos estar atravesando problemas y dificultades familiares, económicas y personales, pero tenemos que salir a dar el show, como dicen, el show debe continuar”.
En la actualidad hacer reír a los niños se complica más, por la competencia y la tecnología, lo que los ha obligado a reinventarse para poder sobrevivir.
“Nos hemos visto un poco afectados en cuestión del show, la competencia es mayor, hay brincolines, muñequitas en aquel entonces los payasos eran muy aclamados”.
“Hemos tenido que inventar nuevos concursos, darnos más publicidad, nuevas magias, nuevos vestuarios. En aquellos años eran más inocentes los niños, había juegos de canica, baleros, de la lotería y pues se han perdido con la tecnología”.
“Más que nada hoy son otros tiempos, ahora son niños de cristal, utilizan mucho la tecnología, siempre tenemos que usar la tecnología. Pero ahí la llevamos con el favor de Dios, vamos saliendo, sale para la papa. Es algo que yo he hecho siempre y seguiré haciendo”.
SUS INICIOS
Mario Soto inició como payaso en 1980, y desde entonces no ha dejado de hacer reír a los niños. Sus inicios dentro del ámbito, se dio en una carpa de circo a Ciudad Victoria donde le dieron la oportunidad.
“Llegó al estacionamiento de Astra un circo, yo admiraba a los circos porque todo me gustaba, más los payasos, la carpa, la magia, todo. Yo quería entrar a conocer, pero no tenía dinero, entonces me metía por abajo de la lona, me escurría y me sentaba, pero me corrían”.
“Así pasó varias veces hasta que les pedí trabajo, les pedí que me dejaran darle de comer y agua a los animales, también cargaba las estacas, hice de todo para que me dieran la oportunidad de entrar”.
“Yo no era reconocido, yo me pintaba con acuarelas y después cambié a óleo, en el 80 llegó un circo al terreno de Petróleos Mexicanos, ahí me invitaron a dar show a unos niños de la Casa Hogar, yo me resistía, pero me empujaron a hacerlo y ahí empecé”.
Para Saltarín hacer reír a los niños es parte de su vida. Y pese a las complicaciones que conlleva, seguirá llevando sonrisas a todos los rincones que lo permitan.
DÍA INTERNACIONAL DEL PAYASO
La creación de este día surgió en honor al nacimiento del español Emilio Alberto Aragón, quien encarnó al famoso payaso conocido como “Miliki”. Es por ello que el Día Internacional del Payaso se celebra anualmente el día cinco de noviembre.
Emilio Aragón inició su trayectoria como payaso en el circo Price de Madrid con sus hermanos Gabriel y Alfonso, quienes conformaron el famoso trío de payasos conocido como Gabi, Fofó y Miliki. Son los creadores de la canción “Hola Don Pepito, hola Don José”.
¿SABÍAS QUE?
Se estima que el oficio del payaso se inició aproximadamente hace unos cuatro mil años en China. Un bufón llamado Yusze servía en la corte del emperador Chiiu Shih huang-ti, constructor de la Gran Muralla.
Existen organizaciones internacionales como Payasos Sin Fronteras que agrupan a nivel mundial a artistas y productores musicales, llevando a cabo actividades humanitarias para apoyar a niños refugiados en el mundo.
En algunas culturas, la vestimenta y el maquillaje del payaso denotan una jerarquía.
Los payasos tienen un código de ética elemental para preservar su imagen: no beber ni fumar disfrazado, quitarse el maquillaje al terminar la función y mejorar continuamente sus rutinas de actuación.
La nariz roja constituye el elemento central y universal del payaso como personaje, así como su maquillaje y vestuario.
Existen diversas escuelas de payasos que imparten técnicas y conocimientos formales sobre estos divertidos personajes, destacando la escuela europea (basada en habilidades de actuación) y la americana (utiliza diferentes técnicas actorales e informales).
Existe una fobia o miedo a los payasos, conocida como coulrofobia, debido a su apariencia misteriosa.
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