Lic. Ernesto Lerma
Aunque me cuesta creerlo, John Williams ya tiene 92 años. Y digo que cuesta creerlo porque continúa exhibiendo una notable lucidez y vitalidad, que le permite seguir trabajando y pensando su obra de forma más que atinada. Eso queda claro en “La música de John Williams”, película documental cuyo título tiene un importante error en la traducción: el original es en verdad Música por John Williams (como habitualmente se escribe en las secuencias de títulos de las películas).
Así se resalta la veta autoral del que es posiblemente el compositor más importante y popular de los últimos cincuenta años. La película de Laurent Bouzereau no pretende ser innovadora en su formato, porque sabe que cuenta a su favor con múltiples elementos para interesar al espectador. Empezando por el propio Williams, un personaje simpático y humilde, que no necesita hacer gala de su creatividad y talento, y que en cambio habla sobre su vida personal y gran obra con la sensibilidad justa, haciéndose cargo de su influencia y a la vez de que no necesita demostrar nada más.
De hecho, lo que prevalece es su veta docente y didáctica, lo que permite entender cómo su proceso creativo se ha vinculado con momentos de su esfera íntima y personal (como la muerte de su primera esposa, de la que salió con el que probablemente sea su período más brillante, entre finales de los años setenta y principios de los ochenta), o su capacidad para entender y potenciar lo que querían diversos realizadores. Ahí están nombres indispensables como Steven Spielberg, J.J. Abrams, George Lucas, Ron Howard, Chris Columbus y James Mangold para corroborare, distintas entrevistas la importancia de un artista capaz de amoldarse a toda clase de texturas genéricas y miradas de cineastas muy diferentes entre sí.
Pero lo mejor de “La música de John Williams” no está tanto en el despliegue de anécdotas y testimonios, algunos de ellos conmovedores, como los de Lucas y la actriz Kate Capshaw, contando cómo fue la primera vez que escucharon los temas principales de “Star Wars” y “La lista de Schindler”, respectivamente. Tampoco en cómo deja explícito que Williams se ha convertido en una estrella e ícono en sí mismo, un refugio para los nostálgicos y uno de los últimos grandes bastiones y defensores de la incidencia de las orquestas en las bandas sonoras cinematográficas. Lo más potente y revelador es cómo el filme muestra que la mayoría de la trayectoria de Williams se explica en buena medida por otro artista, que es Spielberg.
Es que sí, con “Tiburón”, Spielberg buscó recuperar el rol de las orquestas en un momento donde estaban en retroceso y encontró en Williams a alguien que le construyó un villano insuperable con un par de melodías, a partir de ahí comenzaría una relación casi simbiótica: el cine de Spielberg no sería lo mismo sin las bandas sonoras de Williams, y las composiciones de Williams no serían lo mismo sin las imágenes de Spielberg. A la vez, ambos están parados en lugares similares: son figuras respetadísimas, pero que hace un rato largo que dejaron de ser el centro del campo artístico.
Mi nueve de calificación a esta producción documental como un merecido tributo a la vida y obra del legendario compositor de cine, autor de algunas de las bandas sonoras más memorables de la historia del séptimo arte. Siguiendo la tradición de excelentes documentales sobre música, llega ahora a la plataforma Disney+ “Music by John Williams”, un sentido homenaje a la carrera del legendario compositor quien con 92 años y más de siete décadas creando música para el cine, ha definido cómo recordamos personajes y escenas en icónicas películas.