Francisco Ramos Aguirre
Ciudad Victoria, Tamaulipas.-
La pastorela mexicana es una representación teatral, que desde sus orígenes coloniales desde 1519, ha conservado su carácter religioso. Gracias a las imprentas que operaban durante el siglo XIX, tuvo una enorme difusión en los hogares mexicanos.
Prácticamente en todas las entidades, esta tradición cultural navideña era apreciada en los atrios de los templos católicos a donde acudían las familias acompañadas de sus hijos.
Al declararse la independencia de México, el nuevo gobierno dispuso algunas restricciones a esta clase de actividades. En febrero de 1934 las autoridades del Distrito Federal emitieron un bando mediante el cual en caso de no pagar impuestos prohibían: “…la representación de coloquios y pastorelas si no es por las tardes, debiendo concluirse a las ocho de la noche, y pagando cincuenta pesos de multa en caso de contravención….se prohíben las pastorelas en los días de trabajo, cuando se exija del público pago en los días de entrada…no podrá representarse ningún coloquio o pastorela, sin que haya precedido de la censura…”
Era común que en los teatros de las principales ciudades del país se ofrecieran funciones de pastorelas durante los meses de diciembre y enero. A mediados del siglo 19 y principios del 20 se anunciaban en el Teatro Hidalgo de la capital del país las obras Conciliábulo, La Noche Más Venturosa de Joaquín Fernández de Lizardi creada en 1821 y Los Pastorcillos de Belén o el Nacimiento del Hijo de Dios en cinco actos.
Aclara la publicidad que por motivos navideños la obra contemplaba una multitud trajes típicos y hermosos bailes regionales, lo cual nos hace pensar en el uso de la pastorela, relacionado con un espectáculo vistoso y popular. Estos elementos de identidad nacional, ayudaban a la convocatoria de un público masivo.
En resumen, el argumento de las pastorelas simboliza la lucha del bien contra el mal, siempre dentro de un contexto religioso. Además, constituye una clara referencia a la condición y naturaleza humana, donde se manifiestan algunos valores y desvalores universales.
EN LA ACTUALIDAD
En la actualidad, su trama original ha derivado en torno de asuntos dramáticos, cómicos y políticos que le proporcionan un enfoque más atractivo y divertido, pero sin hacer a un lado su esencia religiosa y principales personajes -San José, María, en Niño Dios, los Reyes Magos y el Arcángel San Gabriel-. Ei diablo era también otro de los personajes que su carácter cómico representaba una atracción en la obra titulada Miguel, Luzbel y Los Pastores.
PASTORELAS EN TULA Y CIUDAD VICTORIA
Todo indica que las primeras representaciones pastoriles de la Colonia del Nuevo Santander, hoy Tamaulipas, se realizaron durante el gobierno virreinal de José de Escandón.
Sin embargo, no sabemos de la exacta de la introducción de este género teatral, pero no sería vago opinar que sucedió durante el siglo XVII, con la llegada de los primeros misioneros franciscanos al territorio de la Costa del Seno Mexicano. Nos referimos a los frailes Andrés de Olmos, Juan Montero, Juan de San Miguel y Juan de Mendoza, fundadores de la Custodia del Salvador de Tampico.
En cambio, Juan Bautista Mollinedo y Juan de Cárdenas llegaron procedentes de Río Verde y establecieron desde entonces las misiones religiosas de Tula, Jaumave y Palmillas hacia 1617. Al respecto, doña Guillermina Saldaña, autora del libro Crónicas de Tula, menciona que las tradicionales danzas y pastorelas se acostumbraban en la región desde 1700, con la participación estelar de tres diablos Luzbel, Pecado y Astucia -se supone relacionados con los pecados capitales-. Tres ángeles San Miguel, San Rafael y San Gabriel, además de Tébano, Blas, Julio, Mengo, Cucharón, Bato, Bartolo, Ermitaño, indio Carbonero e Indio Apache, estos últimos incluidos como parte del acercamiento y tolerancia de los españoles hacia los pueblos originarios. Es decir, pames, “seguillones” del Balcón del Chihue y pisones principalmente.
Las pastorelas, dice doña Guillermina, se realizaban por motivos religiosos en los templos y barrios tultecos principalmente durante los festejos de La Santa Cruz, San Antonio, Virgen de Guadalupe y Virgen del Carmen. El acontecimiento festivo inicia la víspera del santoral y concluye la madrugada del siguiente día. Entre cansancio y desvelo, los participantes asisten a misa y se les brinda alimentos y bebidas por los anfitriones. Entre las más famosas destacan las del Rancho San José y la Capilla de Las Angustias del Barrio de Las Piedras que cobraron auge a partir de 1880.
Todo esto tiene relación con el estudio académico que realizó el maestro Raúl González Zapata en el libro La Pastorela en el Altiplano Tamaulipeco, donde narra detalladamente el uso de este recurso teatral, dramático y dancístico como parte de la cultura popular religiosa en Tula, Miquihuana, Bustamente, Jaumave y Palmillas. Además de su relación cultural con el municipio Doctor Arroyo, Nuevo León.
LOS LIBRETOS
Respecto a Ciudad Victoria, una de las pastorelas más antiguas estuvo bajo resguardo del señor Mario Guzmán dirigida por otros victorenses desde mediados del siglo 19.
El libreto es un manuscrito que desde entonces se heredó de generación en generación. Inicialmente este valioso documento para la cultura popular, perteneció a un señor de apellido Martínez, después pasó a manos de Longino Salazar y María López, quienes posteriormente asignaron su a Mario Guzmán, propietario de un negocio de comida en el centro de la capital.
Hace algunos años se creó en Tamaulipas la Asociación Guadalupana de Danzas y Pastorelas dirigida por Ladislao Contreras, Tomás Muñiz, Lázaro Trujillo, José Tavares y Simón Álvarez entre otros. Los cuadros de componían más de treinta actores. Algunos dirigentes de las pastorelas en Tamaulipas han sido Francisco Valero, Albino Palomo, Nicolás Padilla y Cecilio Silguero.
Respecto a las nuevas obras victorenses de carácter religioso, cómico y político mencionamos La Pastorela Cueruda de Francisco Ramos Aguirre y la Pastorela Veloz de Lorena Illoldi.
La primera ha tenido más de 50 representaciones bajo la dirección de Carlos Valdez Méndez, mientras que el diablo es uno de los personajes magistralmente dramatizado por el actor Belén Fortunato Peña, quien lamentablemente falleció hace varios años. De hecho, los diablos tienen un lugar especial en las pastorelas, una de ellas La Devoción de unos Pastores y Astucias de Lucifer.
EN NUEVO LAREDO Y MONTERREY
Por su sentido popular, la pastorela mexicana ha estado presente durante las celebraciones navideñas de la mayoría de las ciudades tamaulipecas. Incluso ha trascendido las fronteras tamaulipecas, por ejemplo, en 1896 se presentó en la ciudad de Laredo Texas en varias funciones, a las que se agregaron festejos de noches navideñas. A una de ellas asistió Charles D. Golding, representante de una compañía ferroviaria de Chicago. Las audiciones fueron organizadas por las Damas de la Iglesia Católica de esta población. Al mismo tiempo, aquellas laboriosas mujeres se dedicaron también a la venta de tamales calientes y otros antojitos mexicanos para satisfacer a “…la hambrienta multitud.”
Dentro del contexto del noreste mexicano, en 1911 se realizó en el Salón Don Bosco de Monterrey la escenificación de la pastorela el Nacimiento del Niño Dios en cuatro actos, la autoría corresponde al sacerdote José Felis, de las escuelas pías mientras la música religiosa a José Silvestre, ejecutada por Casimiro Rodríguez.
Sin lugar a dudas la gran difusión que por su colorido, producción y actuaciones profesionales alcanzó la pastorela mexicana en las últimas décadas del siglo 20, se debió gracias al trabajo de Miguel Sabido. A decir de este dramaturgo, gran parte de su afición por este género se lo debe a su abuela la maestra Julia Nava de Ruisánchez quien radicó en Tula de Tamaulipas en la primera década de la pasada centuria, quien le platicaba acerca de las pastorelas cuando se laboraba en una escuela de aquella ciudad tamaulipeca.
(Periódico El Tiempo, México, D.F 24 de diciembre de 1904; The Mexican Herald/1896/12/11; El Diario, México, D.F. 1911/01/08; La Pastorela en el Noreste Mexicano/Francisco Ramos Aguirre/edición de autor/sf/; Recopilación de Leyes, Bando y Reglamentos/Basilio José Arrillaga/1834).
JR
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