Patricia Azuara
Ciudad Victoria, Tamaulipas.-
No he conocido enfermera más entregada a su profesión que la Tía Chuyina. Sí, la señora de cabello rubio que vive en la colonia Obrera 1; ahí, a un ladito de las fumarolas del Ingenio de El Mante.
Doña María de Jesús Núñez Aristizabal, de descendencia española según relata, nació y creció entre los cañaverales de ese municipio sureño en el estado de Tamaulipas.
En aquellos años, estudiar una carrera universitaria era prácticamente imposible, y las oportunidades para las mujeres casi nulas.
Para el sector solo había oficios como corte y confección, secretariado, ser ama de casa o trabajar en la limpieza, ir por más era arriesgado e incluso criticado por la sociedad machista que imperaba.
La labor de una mujer de la época era ser mamá y esposa. Parir, parir y parir. Los sueños no existían y la voz masculina era orden. Las profesiones que fueron creados para ellos.
Pero Chuyina fue más allá, sin importar nada más que sus metas. Ser enfermera era una ilusión desde niña, incluso sus juguetes favoritos fueron las inyecciones y gasas. Cuando pequeña pasaba tardes completas “curando” a sus muñecas.
A los 17 años comenzó su trayectoria como voluntaria de la Cruz Roja, y tras obtener diversos cursos y diplomados inició la Licenciatura en la escuela de enfermería de la ciudad.
Fue parte del equipo que inauguró el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que se instaló en el municipio cañero. Llegar hasta ahí no fue fácil, pero valía la pena; y fue por más.
Enfermera de vocación con espíritu de servicio, de las que ponía cómodos, cambiaba pañales, limpiaba bocas, su labor no se limitó a inyectar y hacer curaciones.
Portaba su cofia con honor y su traje blanco estaba siempre en perfecta armonía con su maquillaje. Relató que antes las enfermeras usaban colores chillantes en sus ojos, para darle una cara brillante al paciente.
Tras años en el IMSS, tuvo la oportunidad de estudiar su especialidad en el municipio de Tampico, “iba y venía todos los días, porque tenía que presentarme a los turnos en el hospital”.
“En un hospital ves de todo, son jornadas largas y cansadas, en aquellos años era el único nosocomio y la carga de trabajo era demasiada. Pero nunca, que yo me acuerde, se me quitaron las ganas de servir, la enfermería era mi pasión”.
A sus 78 años, sentada en un sillón y disfrutando de su jubilación, recordó el duro trayecto para lograr sus sueños, “si volviera a nacer, sin duda, volvería a ser enfermera, tener la posibilidad de servir es gratificante”.
DÍA DE LA ENFERMERA
Desde 1931 el 6 de enero se celebra en México a las enfermeras y enfermeros, gracias a que el Dr. José Castro Villagrana, quien fuera en ese entonces director del Hospital Juárez de México, estableció que ese día se les reconociera. Señaló que las enfermeras eran como un “regalo de reyes” para los pacientes.
Los profesionales de la enfermería son un pilar fundamental dentro del Sistema de Salud. Su compromiso y dedicación se ven reflejados diariamente en la atención y cuidados que brindan a los pacientes, sin distinción de sexo y edad.
JR
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