enero 15, 2025
Publicidad

Criticando a ‘Nosferatu’

enero 15, 2025 | 39 vistas

Lic. Ernesto Lerma

Desde su castillo en la región de Transilvania, el Conde Orlok está esperando a que caiga la noche para atraer a una nueva víctima inocente y saciar su sed de sangre. Así podríamos empezar a resumir la historia de “Nosferatu”, uno de los vampiros más famosos de la historia del cine, inmortalizado por primera vez en 1922 por el director alemán Friedrich Wilhelm Murnau.

Ahora, esta historia regresa a la gran pantalla en una producción protagonizada por Willem Dafoe, Lily Rose-Depp y Nicholas Hoult, que dirige el estadounidense Robert Eggers, buscando revivir el terror que generó en el público la versión cinematográfica original. En un mundo lleno de remakes, secuelas y precuelas, hay algo cautivador en este relato, como demuestra el hecho de que los cineastas vuelvan a él una y otra vez.

La versión de Robert Eggers es la tercera narración directa de la historia de “Nosferatu” en el cine. La primera, estrenada en 1922, es una obra maestra del terror expresionista alemán, llena de imágenes icónicas. La versión de 1979, “Nosferatu, vampiro de la noche”, dirigida por el cineasta alemán Werner Herzog, fue una pieza crepuscular de ritmo lento. Con su colaborador habitual, el controvertido y polémico actor Klaus Kinski en el papel principal, la película de Herzog trataba sobre la muerte, la enfermedad y la soledad eterna de un monstruo.

Ahora el vampiro de Eggers, que es feo, inhumano y con garras, y pierde el control al percibir el olor a sangre, la película de Eggers está lejos de ser un desastre, pero se balancea entre momentos realmente subyugantes y otros que generan absoluta distancia y frialdad. Sabemos que la época que nos toca es generosa con las consagraciones o los odios rotundos. La anticipación por una película determinada hace que a la hora de ir al cine sea muy difícil mantener una posición intermedia, prudente. Y en el caso de Robert, uno de los directores norteamericanos que en los últimos años supo renovar un género cansado con un toque “artie” muy eficaz la expectativa era mayúscula.

Pensar en lo que podría hacer este director, cuyos temas predilectos coincidían tan bien con el mito del vampiro calvo, hacía que el entusiasmo fuera desmedido. “Nosferatu” nació en 1922 como una adaptación (no oficial, ni autorizada) del “Drácula” de Bram Stoker (1897). De la mano de F. W. Murnau, es uno de los íconos del Expresionismo Alemán. Años después, en 1979, vendría la segunda recreación de esta historia de amor entre el vampiro y la doncella de la mano de Herzog, Kinski y toda la potencia del Nuevo Cine Alemán. Lo que nos lleva directo a esta tercera adaptación.

Estamos ante una película grande, de eso no hay dudas. Con presupuesto, actores de renombre y espalda. La ambientación está muy lograda, el vestuario es excelente y la fotografía es sencillamente impactante. Con un juego de luz natural y penumbras que se impone desde el comienzo mismo de la película. En la trama, es el año de 1838 Thomas Hutter (Nicholas Hoult) debe dejar a su esposa Ellen (Lily-Rose Depp) en la alemana ciudad portuaria de Wisborg y viajar a Transilvania para atender en su castillo a uno de los clientes de la agencia inmobiliaria, el anciano y enigmático conde Orlok (Bill Skarsgård).

Mi ocho de calificación para esta cinta que se convierte en un más que correcto remake de Robert Eggers del clásico de terror que está lejos de ser insípido. En el punto medio entre Bram Stoker transformando una leyenda popular de Transilvania en un pilar literario y Bela Lugosi inspirando un millón de imitaciones de “Quiero chupar tu sangre”, estuvo “Nosferatu”, la “sinfonía de horror” muda de 1922 dirigida por F.W. Murnau.

La película retrata a un excéntrico conde de Europa del Este llamado Orlok, con un marcado gusto por el tipo de sangre. El hecho de que fuese, más o menos, una adaptación no oficial de la novela Drácula de Stoker no sentó bien a la familia del autor, que demandó a los productores y exigió la destrucción de todas las copias. Alerta de spoiler: no todas las copias fueron destruidas. La película sigue siendo una de las más influyentes de todos los tiempos, y cualquiera que piense que los vampiros son simplemente criaturas nocturnas seductoras con acento debería mirar la perturbadora interpretación de Max Schreck como el Conde.

Comentarios