febrero 13, 2025
Publicidad

Criticando a ‘Un dolor real’

febrero 13, 2025 | 45 vistas

Lic. Ernesto Lerma

Esta es la materialización del dolor en una más que buena y correcta película que no necesita golpes bajos y que fluye parsimoniosa y musicalmente, porque tal vez sea fácil crear en el cine un golpe de efecto para captar una idea. Una escena en la que alguien llora o dice cosas duras provoca inmediatamente una catarsis que nos involucra de modo rápido y directo. Pero materializar la experiencia de la tristeza, y diseminarla por toda una película es distinto.

¿A qué se refiere el dolor real al que alude el título del segundo largometraje de Jesse Eisenberg? La arista más comprensible y explicable es la que obedece a la matriz histórica, a las consecuencias del holocausto provocado por los nazis y que continúa afectando a las nuevas generaciones. Los dos protagonistas, Benji y David, son primos y deciden viajar a Polonia para visitar la casa donde vivió su abuela, recientemente fallecida. Además, iniciarán un tour de la memoria cuyos efectos reavivarán ese pasado y esa memoria que siempre sobrevuela el presente.

Se encuentran en el aeropuerto, pero previamente la cámara se detiene en el rostro de Benji mientras suena Chopin. Si bien es cierto que la música refuerza demasiado el desarrollo del itinerario, no debería pasarse por alto que la trama y la atmósfera de la película están pensadas en función de ese tono de réquiem, de parsimonioso sentir y deambular de los primos. Benji es impulsivo, ciclotímico, espontáneo y cada intervención suele descolocar al resto; David es padre de familia, aparentemente exitoso y estructurado. Pero más allá de las diferencias y de los cortocircuitos entre ambos, hay una base de frustración, de dolor y de tristeza que comparten. Uno ha intentado suicidarse, el otro, tapa su ansiedad con pastillas.

A esa carga le sumarán la otra, la carga histórica a medida que recorran esos espacios que remiten a una dimensión atroz. No obstante, por fortuna, Eisenberg no se ahoga en la solemnidad y se corre en los momentos justos para no repetir historias ya vistas o regodearse en los golpes bajos. Un viaje, una travesía, supone muchas veces una transformación o, al menos, un cambio emocional pasajero. A medida que acompañamos a los primos advertimos la tensión, producto de dos estilos de vida absolutamente diferentes. Todo lo que hace Benji es un pequeño escándalo para la condición encorsetada de David, poco dispuesto a la improvisación y a los impulsos de su primo.

El humor es una coraza momentánea que permite digerir la raíz del dolor. No ocurre lo mismo cuando visitan un campo de concentración: hay allí un recorrido que no necesita de palabras para que se sienta en la piel lo que sienten los personajes. No hay humor posible. El silencio es terrible, la tristeza, letal. Es una escena absolutamente emotiva y que se halla en las antípodas de otro magistral segmento de un documental de Sergei Loznitsa llamado “Austerlitz» (2016). El realizador ucraniano instala la cámara como si fuera una mosca en la pared en los campos de concentración nazis y observa a miles de turistas que transitan el lugar.

Los planos son fijos y hay un tiempo prolongado para mirar, lapso en el que frente a la transparencia de lo que vemos se nublan progresivamente los pensamientos, sobre todo cuando la tragedia que ocurrió en ese lugar se transforma en un cúmulo de selfies y personas voraces por registrar postales para la foto familiar. Es interesante al respecto el efecto alienante que provoca la multitud caminando como si fuera por un shopping: nadie se conmueve un segundo, todos repiten itinerarios y rituales sin el menor gesto de consideración.

La farsa ha llegado para quedarse en el Siglo XXI. Eisenberg es consciente de esa actitud aberrante, de la acostumbrada banalización que prevalece en esas visitas turísticas, por ello, si bien distiende por momentos la sensación de escalofrío, también pone en cuestión esta ficción de los tours motivados por el dinero más que por la memoria… Le otorgo mi 8.5 de calificación a esta producción fílmica que Jesse Eisenberg dirige y actúa en una emotiva historia sobre dos primos que enfrentan su pasado familiar y sus propios traumas en un viaje a Polonia.

Comentarios