Lic. Ernesto Lerma
El pasado 2024, que anunciaba el regreso glorioso del musical, fue uno de los peores años para este género. Una excepción es la biopic del cantante Robbie Williams, con sus espléndidas coreografías e interesante planteamiento argumental y es que el popular intérprete británico Robbie Williams no necesita presentación, a menos que uno viva en Estados Unidos, en cuyo caso pongámonos al día: nacido en 1974, el hijo predilecto de Stoke-on-Trent fue inicialmente el chico malo designado de Take That, la respuesta británica de finales de los 80 a New Kids on the Block.
Se ganó su reputación como un joven que disfrutaba demasiado de la fiesta sin pensar en las consecuencias, lo que eventualmente lo llevó a ser expulsado de la banda. La carrera en solitario de Williams fue estratosférica. Sin profundizar demasiado en su página de Wikipedia, basta con decir que “Life Through a Lens” (1997) y “I’ve Been Expecting You” (1998) demostraron que podía arreglárselas solo. Cuando dio tres conciertos en Knebworth en 2003, se consideró “el evento musical más grande en la historia del Reino Unido”.
Su sencillo “Angels” fue votado como la mejor canción británica de los últimos 25 años en 2005. Su música es una parte Britpop de los 90, una parte dance pop del siglo XXI y tres partes del Rat Pack de principios de los 60. Nunca encontró una gran audiencia en Estados Unidos por razones desconocidas. Pero, honestamente, ¿quién necesita a Estados Unidos cuando tiene al resto del mundo? Williams es una superestrella que ha tenido más altibajos que una flota de ascensores, lo que hace que su vida sea perfecta para una docuserie de varias partes (véase: “Robbie Williams” en la plataforma Netflix).
Sus éxitos, fracasos y múltiples resurgimientos cual ave fénix hacen que, en esta era post-Bohemian Rhapsody, le llegue el turno de un biopic. “Better Man” es esa película. Se llama así en parte por la canción de Williams de 2000, pero sobre todo porque el director Michael Gracey ya había usado el título “The Greatest Showman” en su película anterior. Marca todas las casillas requeridas: trauma infantil, fama temprana, escándalos en los tabloides, autodestrucción total, récords rotos, ventanas rotas, sencillos exitosos y almas sanadas. Saldrás del cine con una buena idea de quién es este hombre y por qué su música significa tanto para tanta gente.
¿Mencioné que se le retrata de principio a fin como un chimpancé generado por CGI? Cuando decimos que “Better Man” ridiculiza a Robbie Williams, no estamos hablando metafóricamente. “Quiero mostrar cómo realmente me veo a mí mismo”, dice el cantante en una voz en off inicial, y durante las siguientes dos horas veremos a los actores (Carter J. Murphy como el joven Robbie, Jonno Davis como el Robbie adulto) moverse por el escenario transformados en un simio digital creado con captura de movimiento. Williams ha admitido que sufrió una autoestima devastadoramente baja, que compensaba con una actitud fanfarrona y egocéntrica. No por nada su “The Ego Has Landed”.
Pero él mismo se veía como un simple mono entrenado, y así es exactamente como su biopic oficial lo presenta. Lo cual, en cierto modo, encaja con la manera en que la película trata su historia de éxito: como si el protagonista estuviera arrastrándose de un calvario a otro. “Better Man” devuelve el trastorno de estrés postraumático a la “fama pop” y enmarca todo el concepto de la celebridad no como una recompensa por talento y arte, sino como una condición patológica hecha realidad. La palabra clave es “patetismo”: un dueto de Sinatra con su querido padre, Peter Conway se convierte en una pesadilla freudiana cuando el niño accidentalmente golpea la antena del televisor.
Este es un biopic musical de manual, con la única excepción de que la especie que canta sobre fabricar milagros y ángeles contemplando su destino no es humana. La idea de la autoironía deja de parecer un truco antes de que termine el primer acto y deja de aportar algo al ambiente hasta que llegamos a Knebworth, donde el concierto se convierte en una escena descartada de “El planeta de los simios” mientras Williams lucha contra sus demonios internos de mono hasta la muerte. “Better Man” termina con varias notas, algunas discordantes, de perdón entre padre e hijo, lo que pone a prueba tu tolerancia a la sensiblería. Ver a la estrella finalmente en paz consigo mismo es un alivio tras el infierno de la celebridad que hemos atravesado con él.
Sin embargo, su dueto final (y real) con su padre, que según esta película no ha hecho mucho para merecerlo, sugiere que el título debería haber sido Edipo Rob como mono interpretado por Robbie Williams, esta película nos invita a recorrer los altibajos de su historia porque conoceremos la vida de esta superestrella pop desde su niñez, su despegue hacia la fama, su estrepitoso descenso y su remarcable vuelta al mundo del espectáculo.
Mi ocho de calificación a esta muy peculiar cinta biográfica porque el 2024 fue, que yo recuerde, uno de los peores años para el cine musical de las últimas décadas. Eso sí, habría que precisar que fue un año terrible para el más exuberante y artificioso de los géneros cinematográficos porque hay años que el musical no es ni bueno ni malo: nada más no es. Es decir, nadie se anima a hacerlo, acaso por buenas razones. Siguiendo una suerte similar al western, el musical empezó a desaparecer de las carteleras hace casi medio siglo pero que poco a poco ha empezado a tomar un lugar relevante en la gran pantalla.