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Con más de 20 años de trayectoria en la Plaza del Ocho, Ricardo Rodríguez es mucho más que un bolero: es testigo del paso del tiempo, de las historias que giran alrededor del centro de Ciudad Victoria y de las amistades que se mantienen firmes, así como el brillo de un par de botas bien boleadas.
Un Oficio Con Corazón
Ricardo ha trabajado por más de dos décadas en la misma esquina de la ciudad.
Su silla de bolero es más que un espacio para limpiar calzado; es un punto de encuentro, un rincón para la charla y la nostalgia.
Atiende en promedio entre 8 y 10 personas al día, con picos en fines de semana, quincenas y temporadas altas como graduaciones o fin de año.
De Los Escenarios Al Banquito
Pero la vida de Ricardo no siempre giró en torno a betún y cepillos.
Su don para hablar en público lo llevó a los escenarios como animador de grupos musicales, entre ellos Carlos y José, con quienes recorrió México y Estados Unidos.
Su carrera comenzó desde los 13 años, anunciando naranjas por un micrófono, y desde entonces, su voz nunca se apagó.

El Valor De La Constancia
A punto de cumplir 60 años, Ricardo continúa trabajando con entusiasmo, brindando un servicio que se ha convertido en tradición para muchos victorenses.
Descansa sólo uno o dos días por semana, y su presencia en la Plaza del Ocho se ha vuelto un ícono del centro de la ciudad.
«Aquí siempre hay trabajo, gracias a Dios», asegura con una sonrisa.
JR
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