abril 28, 2025
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Extranjeros en Ciudad Victoria

abril 28, 2025 | 10 vistas

Francisco Ramos Aguirre

Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Es interesante conocer la opinión de viajeros nacionales y extranjeros sobre la Capital tamaulipeca en diferentes períodos de la historia. En sus letras, crónicas, epistolarios, poemas, novelas y memorias hacen referencia a la naturaleza, carácter, arquitectura y sus pobladores, entre ellos las mujeres. Entre los primeros testimonios consignados durante la época colonial destacan los de personajes que en su calidad de fundadores, exploradores o visitadores de la Colonia del Nuevo Santander refieren su experiencia en la Villa de Santa María de Aguayo. 

Por ejemplo, el Coronel José de Escandón y Helguera, Fray Vicente de Santamaría, José Tienda de Cuervo, Hermenegildo Sánchez, Agustín López de la Cámara alta, Félix María Calleja y muchos más que dejaron escritos sobre la vida cotidiana en los primeros años de su creación. Por ejemplo, el sacerdote Joachín García informó que “…Aguayo era el mejor paraje que tenía la Colonia, situado a la falda de la Sierra Madre, y aunque el lugar más cómodo y de riego lo ocupaban los pobladores españoles el ministro de aquella misión construyó con sus indios una acequia con la que regaba los sembradíos…”

MUJERES AGUAYENSES Y VICTORENSES

La presencia de mujeres aguayenses y victorenses en crónicas y memorias de viajeros entre los siglos XVIII y XX, nos ayuda a entender el rol que jugaban las féminas en aquella época. Al principio dedicadas exclusivamente a las actividades domésticas y las parteras, matronas, rinconeras o comadronas quienes atendían a las mujeres en proceso de gestación y nacimiento de los infantes. Una de las primeras mujeres visibles de aquella época era doña Josefa de la Llera, segunda esposa de José de Escandón. 

Lo mismo existen archivos históricos con informes de mulatas y mujeres que acusaban a sus maridos de adulterio. Por otra parte, en los registros de pobladores de la Villa de Aguayo sobresalen los nombres de las primeras mujeres colonizadoras Ana María Sandoval, Tomasa Guerrero, María Guerrero, Juana Antonia Sandoval, María Perales, Josefa de Ibarra, María Eugenia, María de la Cruz, Paula de Reyes, Antonia de Escobedo, Felipa Ruiz y otras mestizas, pardas y españolas.

En diferentes períodos de la historia, la mujer santanderina se distinguió por su participación en algunos momentos de la lucha por la independencia de México. Es el caso de Isidora Ovalle, originaria de Santa Bárbara -actualmente Ocampo-, quien fue acusada por los realistas de apoyar con comida y pertrechos de guerra a los insurgentes. Ovalle fue ahorcada en la Plaza de Armas y su cabeza enviada a su lugar de origen para escarmiento de los revoltosos de aquella villa.

MANUEL PAYNO…PÁLIDOS ROSTROS

Para Manuel Payno escritor, político y funcionario federal de la aduana de Matamoros, las mujeres victorenses de mediados del siglo XIX reunían las siguientes características de sensualidad y belleza. “… Ciudad Victoria es hoy la Capital de Tamaulipas (…) está situada en una fértil llanura al pie de la Sierra Madre, su clima es extremoso, sus edificios de mezquina construcción; sólo hay dos casas de alto, y la iglesia es una galera con un mal altar y en dos palos colocada una sola campana. Puede calcularse en ocho mil habitantes en toda la jurisdicción, y las mujeres, a pesar del clima cálido la mayor parte del año, son extremadamente blancas, aunque por lo común algo pálidas.”

MUJERES PATRIOTAS

La mujer victorense es parte de la poesía patriótica. Un poeta anónimo, de tránsito por la Capital tamaulipeca, reconoció en una composición el heroísmo de las mujeres de esta población, inmortalizándolas en unos versos literarios dedicados a los héroes de la independencia de México.

Ved lo que trae laureles en las sienes,

laureles que los Casas y Jiménez,

Héroes Tamaulipecos,

cortaron en la lid la Independencia,

sosteniendo con presta diligencia,

de Dolores los ecos.

Descienden de los cielos,

salid, corred, tamaulipecas bellas,

que el patrio suelo ornáis,

cual las estrellas.

En 1871, el primer obispo de Tamaulipas, Ignacio Montes de Oca, envió a su padre una carta desde Tula de Tamaulipas en la cual le cuenta sobre sus peripecias para cruzar la Sierra Madre Oriental. Además, deja testimonio de la condición humana de los victorenses, particularmente de las mujeres, a quienes califica de indiscretas. Argumenta que, por tal motivo, tuvo que dejar la Capital muy temprano por la mañana, porque de otra manera al enterarse los pobladores muchos de ellos hubieran salido a despedirlo. O simplemente intercambiarían opiniones especulando acerca de su salida.

MANUEL JOSÉ OTHÓN EN VICTORIA

¿Cómo describe a las mujeres victorenses el famoso poeta potosino Manuel José Othón? En mayo de 1889 el abogado y poeta autor de Himno a los Bosques visitó la Capital tamaulipeca para realizar algunos trámites propios de su profesión. Durante su estancia de varios días escribió varias cartas a su esposa, y en una de ellas hace alusión a su experiencia y contacto con Ciudad Victoria y particularmente con las mujeres. “Aquí se anda en la calle con abanicos hombres y mujeres, vestidos a la ligera. También en los trajes encuentras algo raro. Las muchachas andas sumamente sencillas, pero elegantísimas, con trajes blancos todos sin adornos ni colores, con capotas de paja en las cabezas, y esas capotas casi no tienen adornos o los tienen blancos también. 

“Al caer la tarde, hombres y mujeres, salen todos sin excepción de sus casas y se sientan en sillas y mecedoras de paja…Habrá, según me han dicho, catorce o quince pianos, pero más de sesenta muchachas y veinte hombres que los toquen…el profesor de aquí es uno que fue corista de ópera muy bruto. Anduvo con Manuela G. de Pineda y desde entonces no se sabe que haya más música que aquella.”

MUJERES DE LUGARES PECAMINOSOS

Hablando de lugares pecaminosos y turismo sexual de Ciudad Victoria en los años cuarenta, destaca la presencia del poeta y escritor norteamericano Jack Kerouac de la Generación Beat o Perdida, aficionada a las drogas y libertinaje sexual. En su novela ‘En el Camino’ recuerda cuando en 1949 estuvo de tránsito en Victoria en compañía de Neal Cassady, novelista y poeta, quien murió de frío en 1968 en San Miguel de Allende, Guanajuato. 

“Ellos cruzaron a México por el puente de Rio Grande en Laredo […] Ambos quedaron cautivados por los polvorientos caminos primitivos, los adobes sucios, destartalados y lo que ellos percibían como la “calma” de los mexicanos. […] En Ciudad Victoria los tres hombres, despeinados, campesinos descalzos, no estaban acostumbrados a ver a los viajeros estadounidenses de apariencia tan desaliñada [siendo éste el primer contacto que tuvieron al llegar a la ciudad]. 

“En una gasolinera -probablemente ubicada en el 8 Juárez-, se les acercó un joven mexicano que los enroló para que se juntaran y se ofreció a llevarlos a conocer chicas. Después de compartir su marihuana de cosecha propia con ellos, su nuevo amigo mexicano los llevó a un burdel local, equipado con sofás, música de mambo, un bar y una pista de baile donde las mujeres podían ser contratadas por $3.50. Se fueron después de tres horas, sudados y bebidos; Neal [Cassady] les dio dinero a los policías de aspecto aburrido que estaban merodeando en la acera.” 

(Manuel Payno, Obras Completas, t, V, pp.68-69; Tomás Reséndez González/Noticias del Noreste Mexicano. Tamaulipas en los Siglos/2006; peri´dico El Despertador Tamaulipeco tomado del El Sol, México, D.F, septiembre 8 de 1831; Steve Turner, Jack Kerouac. Angelheaded Hipster, London, Bloomsbury Publishing Plc., 1996).

JR

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