Persiste en los medios de comunicación las imágenes del abogado, experto en artes marciales, que propinó tremenda golpiza a un joven trabajador. Su error fue pedirle que tomara su lugar, en la fila, para brindarle atención en el negocio de comida rápida. Las imágenes son elocuentes: está acostumbrado a golpear y lo hace con saña, y ninguno de los presentes se atrevió siquiera a llamarle la atención.
De manera cotidiana nos enteramos por las redes sociales, así como por la televisión, de abusos que se cometen. Hay abusos infantiles o acoso entre ellos mismos; cuántas veces hemos visto videos de pleitos en la entrada de la escuela o nos hemos enterado de los daños, a veces irreparables, que tiene una persona porque fue golpeada, en muchos de los casos, como un abuso de fuerza, de poder.
EL PICHAHIELO
Sucedió hace varios años en Victoria. En el cruce del Boulevard con la calle Carrera Torres, cerca de la Central de Autobuses. En el periódico se pudo observar la imagen de un joven tirado y a su
alrededor había manchas de sangre por las múltiples heridas que le infringieron con un picahielo en su estómago. No recuerdo si ahí falleció o lo hizo en el hospital, el hecho es que el suceso fue el resultado de un frecuente acoso entre limpiavidrios.
El agresor confesó que ahí se veían todos los días. Y que a cada rato lo molestaba, le decía y hacía cosas, que se burlaba de él. Así que el día de los sucesos sangrientos, tomó su café con pan, como desayuno, y se preparó para irse a trabajar. Pensando en el acoso cotidiano de su compañero, vio el picahielo y se lo llevó. Así que ya en el trabajo, ahí en el crucero, entre limpiar uno y otro parabrisas, el acosador quiso repetir lo que todos los días hacía: divertirse a costillas de su compañero… y la sorpresa fue tremenda: una y otra vez le ensartaba el picahielos.
GOLPE EN LA CABEZA
En el gobierno de Manuel Cavazos hubo un asesinato en la carretera a Matamoros. Deben recordar cómo la carretera fue ampliada y mejorada en muchos tramos. Pues en uno de ellos sucedió algo inédito. Como todas las semanas, el sábado por la tarde, una vez que se les cubría la raya a los trabajadores, organizaban una convivencia, como bien dicen, de coperacha. Y claro, en esos casos, no puede faltar la cerveza, el mezcal o el tequila… y claro, las conversaciones y pleitos, puyas pues.
Entre canción y canción, entre cheve y cheve, las copas se fueron subiendo. Al paso de las horas, unos se fueron a descansar y otros siguieron ah. De pronto los presentes vieron como uno de los
presentes dijo: ya se quedó dormido Juan, de puro borracho, como siempre. Y sin más se levantó, tomó una piedra de buen tamaño, se acercó a su compañero y le dio con ella en la cabeza… Ya me desquité, todos los días me jodía con sus chingaderas, no me dejaba en paz.
HIJA BONITA
Sucedió en una colonia de la periferia de la Capital. Todas las tardes un padre de familia estaba en la puerta de la casa, en la banqueta, con su mecedora; hagan de cuenta que disfrutaba la tarde, oía música, veía pasar a sus vecinos y como en los barrios casi todos se conocen, se saludan y uno que otro se detenía a conversar con él un rato. Una rutina que, de pronto, un día cambió: pasaba un vecino, lo saludaba y echaba piropos a su hija.
El hecho es que un día lo enfrentó, que lo saludaba como a todos los vecinos, pero que no molestara con palabras a su hija. Quedó advertido. Sin embargo, al día siguiente volvió a las andadas y fue la última vez que lo hizo: el padre, al verlo, al escuchar que de nuevo se refería a su hija, se levantó de la mecedora y como arte de magia apareció en su mano una pistola 9 mm. Le vació toda la carga.
LÍMITES
Hay un refrán que dice que el valiente vive hasta que el cobarde quiere. En el caso del abogado experto en golpes, está difícil ganarle, pero tarde o temprano la autoridad lo detendrá por la presión en las redes sociales. Los casos que describo fueron, hagan de
cuenta, como el refrán: el débil aprovechó una oportunidad, una ventaja, para desquitarse. Claro, los culpables pagaron sus culpas. Así como ya está sucediendo con los agresores de la maestra que, mostrando su fuerza, su pistola, hicieron de las suyas.