septiembre 16, 2024
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Martín Aguilar Cantú

Acciones afirmativas: ¿incidencia política real o simple cumplimiento dispositivo?

agosto 25, 2024 | 109 vistas

Por Martín Aguilar Cantú

El punto de partida y fundamento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, aprobada por mayoría en la Asamblea General de la ONU, entonces conformada por 58 estados miembros, es la idea de que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Si este solo principio fuera entendido y respetado a cabalidad por toda nación, las acciones afirmativas no tendrían razón de existir y le explicaré brevemente por qué: Las acciones afirmativas o discriminación positiva surgen de la necesidad de que grupos minoritarios o vulnerables que hayan sido o sigan siendo discriminados o históricamente marginados tengan garantizado por parte del Estado el acceso a puestos de elección popular, espacios en universidades y centros educativos, oportunidades laborales, entre otros derechos.

Aunque los primeros antecedentes de este tipo de justicia compensatoria se pueden situar en la India y aparece por primera vez en los Estados Unidos en 1935 para contrarrestar la segregación hacia la población afroamericana en el acceso a oportunidades laborales, el presidente estadounidense John F. Kennedy promulgó la Ordenanza 10925 en 1961, convirtiéndose así en el primero en usar el término “acción afirmativa” para exigir a los contratantes federales igualdad de condiciones para quienes solicitaban empleo, sin importar su raza, color, religión, sexo u origen. Hoy siguen siendo motivo de debate en la sociedad norteamericana en universidades tan prestigiadas como MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) a razón de las cuotas de aceptación que deben alcanzar para que sus estudiantes representen el espectro de diversidad étnica y racial del vecino país.

México cuenta su propia historia en esta materia, donde los primeros esfuerzos por incorporar a la legislación leyes de cuotas o cupos son visibles desde 2003, 2006 y 2007. En lo que toca a las leyes electorales es hasta 2008 que se vuelven efectivas en su modificación. Esto benefició a las mujeres, primeramente, en una victoria que debe destacarse en la historia legislativa de este país por lo que representa para su lucha por el respeto al pleno ejercicio de sus derechos político-electorales.

Paulatinamente y en cascada, otros grupos, también marginados y despojados por largo tiempo de muchos de sus derechos a partir de sus diferencias, han alcanzado también la representatividad que permiten estas leyes. En consecuencia, las personas pertenecientes a pueblos originarios, las personas afromexicanas, las personas con discapacidad, los jóvenes y adultos mayores y las personas de la diversidad sexual empiezan a contar con garantías para asegurar su participación política en la toma de decisiones y promulgación de leyes, así como en la distribución presupuestaria.

¿No le parece esto algo profundamente significativo y trascendental?, estimadx lector. Mi respuesta es un sonante ¡sí! Aunque, pesa decirlo, todavía obra mucho en el papel y menos en la realidad y para ilustrarlo, un botón de muestra…

Conozco a Denisse Mercado, abogada de profesión y activista de corazón, como ella misma se define, desde la escuela, hace ya varios años, pero tengo muy presente un día del 2012, mientras vivía en la capital, haber coincidido en un vagón del metro de la CDMX. Yo me dirigía a realizar unas compras y ella iba rumbo al congreso. La alegría, curiosidad y poca probabilidad de un encuentro así en una ciudad tan densamente poblada motivaron mi pregunta: ¿Y qué haces ahí? Me dijo con orgullo que trabajaba a favor de la agenda LGBT y eso me llenó de gran satisfacción. Una joven tamaulipeca, aguerrida y valiente, luchando por nuestros derechos desde entonces. Esa fue la primera ocasión, un poco después de ese sorpresivo encuentro, que vi por primera vez a dos chicos besarse tiernamente, sin pena ni miedo, en una plaza pública por la que pasé… Coincidencias.

Hoy Denisse, nominada a diputada local por MORENA, libra una batalla, que no es nueva, por acceder a una diputación que se ha ganado con años de lucha y esfuerzo a favor del colectivo LGBTIQ+ y ocupar así un escaño que le dé voz a nuestra comunidad y que continúe ese camino que aún se observa largo y sinuoso hacia la plenitud de libertades y goce de derechos que merecemos todxs. Ella ha promovido, apenas la semana pasada, un recurso de impugnación para solicitar se respete su lugar en el reparto de las 14 diputaciones por el principio de representación proporcional y que impulsan, desde el papel, las acciones afirmativas.

La Coalición Mexicana LGBTTTI+ y diversas ONGs ya advertían de la posibilidad de este tipo de situaciones en su exhorto del 19 de marzo de 2024, previo a las elecciones, dirigido al INE, a las Juntas Ejecutivas Locales, Organismos Públicos Locales y partidos políticos a efecto de garantizar y respetar los derechos político electorales LGBTTTI+, antes, durante y después del pasado proceso electoral.

La fecha límite para conocer el resultado de esta y otras impugnaciones es el 30 de septiembre, mientras tanto, yo me cuestiono, ¿vale la seguir luchando por la libertad? Ya lo creo que sí. El compañero de fórmula por la candidatura demócrata de Kamala Harris, Tim Walz, dijo en su discurso de aceptación de la candidatura a vicepresidente en la Convención Demócrata la semana pasada que “un país se construye donde la clase trabajadora es primero, donde la salud y la vivienda son derechos humanos, donde el gobierno no se mete en tu recámara… donde a nadie se le dice que no pertenece” Ya en otra columna, si me lo permite, le comentaré más sobre este y otros discursos que tanto me han movido a la emoción en los días pasados.

Gracias por su atenta lectura y comentarios. Le dejo mi correo electrónico por si desea compartirlos: [email protected].

 

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