Ayer los diputados locales aprobaron una reforma para que vía “fast-track”, la Junta de Gobierno (o como se llame) del Congreso local proponga a quien supla al actual Auditor Superior del Estado.
La idea es echarlo a como dé lugar y que no haya lagunas legales que le den un amparo y regrese a su oficina.
El planteamiento lo propusieron el lunes y se aprobó el martes. Sin más, sin un análisis profundo. Con prisa.
Y bueno, en parte tiene razón la bancada de Morena. Espino Ascanio es un estorbo y solo sirve de “tapadera” a las corruptelas del cabecismo, que no son pocas.
Se hace como el “tío Lolo”; da largas, esconde expedientes; no va cuando lo llaman; evade (como ayer); no aporta nada a la población tamaulipeca.
Y bueno, él cumple con sus patrones. Con aquellos que lo pusieron en el cargo para hacer exactamente lo que está haciendo ahora.
Por eso los diputados de Morena impulsaron la propuesta, ya avalada, y por eso mismo, también, los del PAN, hicieron berrinche y discutieron para defender al indefendible.
Al Congreso del Estado o, mejor dicho, a quien domina políticamente el Poder Legislativo, le urge un Auditor que abra las cuentas del pasado y les dé la posibilidad de encontrar las pruebas suficientes para mostrar la corrupción y el saqueo del sexenio anterior. También de alcaldes afines al régimen de los “vientos del cambio”.
Pero a Tamaulipas le urge un Auditor independientes. Un Auditor que no trabaje para ningún color. Que no tenga compromisos con ninguna instancia oficial.
Se supone que para eso reformaron las leyes hace algunos años, para que ese ente fuera autónomo y solo estuviera comprometido con la legalidad y con el pueblo de Tamaulipas.
Si echan a Ascanio y su impugnación no procede, entonces el Congreso nombrará a alguien afín a su “transformación” y quedaremos en las mismas.
La idea –insisto- es que sigan al pie de la letra la Ley y que quien venga, de verdad sea independiente. Ya sé, no se le puede pedir peras al olmo, pero bueno, eso es lo que se supone que se iba a cambiar y que en eso consiste la tan mentada transformación.
EN CINCO PALABRAS.- La Ley es la Ley.
PUNTO FINAL.- «La soberbia es la hija putativa del poder»: Cirilo Stofenmacher.
X: @Mauri_Zapata