El martes, el Congreso del Estado de Tamaulipas dio entrada a una iniciativa que, de aprobarse, marcará un parteaguas en la forma en que se hace política en el estado.
La propuesta —presentada por el diputado morenista Isidro Jesús Vargas Fernández— busca reformar la Constitución local para prohibir la reelección consecutiva en cargos de elección popular como diputaciones, alcaldías, sindicaturas y regidurías, además de establecer candados contra el nepotismo en el ejercicio público.
La reforma es clara: ningún servidor público electo por voto popular podrá repetir de manera inmediata en el cargo. Si quieren volver, tendrán que esperar.
La medida busca romper con los ciclos de poder que han permitido que los mismos políticos se eternicen en las posiciones, escudados en la lógica de la continuidad, pero, en muchos casos, con nulos resultados para la ciudadanía.
En paralelo, se propone frenar el tráfico de influencias dentro del aparato gubernamental. Que el primo del alcalde, el hermano del diputado o la cuñada del secretario no encuentren acomodo automático en nómina.
Que el servicio público se rija por principios de mérito y profesionalismo, no por la cercanía de sangre o compadrazgo.
Claro, en el papel se lee de maravilla, veremos si lo llevan a la práctica.
Este ajuste al marco legal local está pensado para alinearse con los cambios recientes en la Constitución federal aprobados a finales de abril, en los que se impulsó la prohibición de la reelección inmediata a nivel nacional.
Esta iniciativa pega justo en el centro de los intereses de quienes han hecho carrera repitiendo cargos o repartiéndolos entre los suyos.
La trampa está en el calendario, pues, aunque en Morena juran y juran que la medida aplicará en la elección más inmediata; la reforma entra en vigor a partir del 2030. Lo que significa que los actuales diputados y alcaldes aún podrían buscar reelegirse en 2027.
Este matiz no es menor. Porque en política, como en el futbol, el timing lo es todo. Y si bien el contenido de la reforma es positivo, dejar la puerta abierta para una última ronda de reelecciones puede interpretarse como un guiño a los intereses actuales.
Como si se dijera: “Sí, vamos a cambiar las reglas… pero después de que juguemos con ellas una vez más”.
EL PERSONAJE
Tarde o temprano se producirá un rompimiento entre el actual alcalde de Ciudad Madero, Erasmo González Robledo y su antecesor Adrián Oseguera Kernion, debido a que el primero apunta al expresidente municipal cada vez que se habla de atrasos y abandono de la ciudad.
Sus cercanos afirman que Erasmo se duele de haber recibido un desastre financiero y administrativo en el Ayuntamiento, lo que le impide cumplir todas las demandas ciudadanas.
Hasta ahora Erasmo y Adrián han mantenido una relación bastante institucional y digamos que se toleran en público.
POSDATA
No se trata solo de cambiar la ley, sino de cambiar la cultura política…