José Inés Figueroa Vitela.-
La semana pasada estuvo SAMUEL GARCÍA en Matamoros; para esta está anunciada la venida de XÓCHITL GÁLVEZ pendiente por definir día y lugar mientras para los días siguientes, igual se ha dicho que tiene agenda acá, en municipios de la frontera, CLAUDIA SHEINBAUM.
Las -y el-, aspirantes presidenciales, se encuentran en pleno periodo de precampaña, con la lupa puesta sobre ellos, de parte del electorado, que en mayor medida responderán a esas figuras, por encima, en general, de las incidencias animadas por el resto de los contendientes a los cargos federales y locales.
Esas son las conclusiones, abrevando en el antecedente de las últimas elecciones presidenciales, aunque por primera vez, al menos en Tamaulipas, coinciden estas con la elección de diputados locales y Presidentes Municipales.
Sin detrimento de las particularidades de algunos municipios rurales, de baja concentración urbana, donde las pasiones suelen desbordarse y en no pocas ocasiones, el “chiquitiaje” se ha unido para “bajar” al más popular, mediando hasta celos familiares, “los grandes” responden más a inercias razonadas.
Para esta elección inédita, reaccionando o no, a lo que devenga de las campañas mayores a nivel presidencial, de alguna manera las tendencias centrales coinciden con lo que en el plano doméstico trasciende.
Es decir, si en la escena nacional las tendencias favorecen a Morena, por lo que usted guste y mandar, además de esas incidencias, en el plano local inciden dos factores determinantes.
Primero, el descrédito en que dejó al PAN las concesiones a un gobierno delincuencial, como lo fue el de los CABEZA DE VACA -FRANCISCO el Gobernador y sus hermanos cobradores de “cuotas de piso”-; y segundo, el liderazgo de un gobernador humanista, honesto y visionario, como el del doctor AMÉRICO VILLARREAL ANAYA.
Por eso, las expectativas del gobernador neolonés con licencia, virtual abanderado de Movimiento Ciudadano, reducido a los “likes” y “vistas” que compre o le regalen en Silicón Valley en sus cuentas de redes sociales; o la campaña de “la Postverdad”, las verdades a medias, mentiras completas, con las que la senadora prianista pretende sorprender a los mexicanos, al menos aquí, van a topar en pared.
Ya lo hicieron el año pasado, cuando las artimañas de lo que han llamado la “política moderna”, o la “americanización de la política”, se desdobló con todas sus malas artes en contra del doctor AMÉRICO y fue neutralizada por una movilización ciudadana, consciente y responsable, amplia y suficiente, en las urnas.
De esas primicias se siguen alimentando los resultados en las encuestas de empresas seris y libres, que siguen dando un amplio margen de ventaja a Morena y sus aspirantes, en todas las mediciones conocidas.
Incluso las que dan cerrados márgenes de diferencia y fuertes niveles de competencia, por añadidura, hablando de las ventajas morenistas modestas, se ganan el cuestionamiento público.
Pretender que la familia del exgobernador de triste memoria, y él mismo, mantienen alguna consideración de respeto de los tamaulipecos -como exhibe una de esas publicaciones-, es desconocer la realidad política actual del Estado, o pretender picarle los ojos a la paisanada.
Para el panismo, confirmar que serán los CABEZA quienes seguirán usufructuando las siglas partidistas, poniendo y quitando candidatos, es apostar a que finalmente toque fondo el partido y desde ahí, poder aspirar a recuperarlo, para reinsertarlo, a futuro, como opción electoral.
De esa condición precaria, póngale varios escalones más abajo, al PRI, donde los cuadros locales, han agravado el entreguismo que a nivel nacional ha manifestado la dirigencia respectiva.
¿Dónde están aquellos que condenaban y reclamaban que ahora sí le tocaba al PRI poner los candidatos a los principales cargos en la coalición con los CABEZA DE VACA como concesionario de las siglas azules?
Exactamente, ahí donde se los imagina: agachados, tragándose sus palabras y viendo la forma como transitan esta nueva etapa vergonzante del partido tricolor y sus fuerzas leales tamaulipecas.