Claudia Vázquez Andrade
El gobierno federal de la cuarta transformación no deja de sorprender con sus determinaciones y enfrentamientos con los diversos grupos de poder, ahora, el tema mediático que puso sobre la mesa el presidente Andrés Manuel López Obrador, es el desaparecer cuatro organismos autónomos por considerar “que no sirven para nada”.
AMLO, apegado a su estilo, le puso nombre a los organismos que quiere desaparecer antes de que termine su mandato, y estos son:
El Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).
La Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE).
El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
La Comisión Reguladora de Energía (CRE).
López Obrador está convencido que los referidos organismos están al servicio de las minorías y son muy costosos, de ahí la determinación de enviar una iniciativa para desaparecerlos.
Claro, que como siempre, el presidente López Obrador sabe dónde está parado y está consciente que no le será fácil lograrlo, es más, dio la impresión de que sabe que no lo logrará, quizás por ello dijo que, si no lo obtiene, quiere que quede constancia de que eso está mal y no quiere ser cómplice”.
Así que sin lugar a dudas será una tarea heredada a Claudia Sheinbaum en caso de que gane la elección constitucional.
En fin, el tema está sobre la mesa y la verdad es que sí hay organismos autónomos que han pasado de noche desde su creación, sin embargo, se tendrá que decir que fueron estructurados para ser reguladores y contrapeso del poder, y por ello en lugar de pensar en desaparecerlos, mejor sería restructurarlos y hacerlos funcionales.
Sería más histórico reforzar su independencia y darle los “dientes” y herramientas necesarias para que todos y cada uno de estos y otros más que funcionan a medias, cumplan con las expectativas para lo que fueron creados.
Habrá que recordar, que al igual que los partidos políticos, los órganos y las instituciones no fallan o son malas, son los hombres que las representan.
LA ÚLTIMA
No cabe duda que los tiempos han cambiado, porque hoy en día las nuevas generaciones de políticos y funcionarios son más “finitos”, vaya, se podría decir que aguantan mucho menos que sus maestros, eso pensando en que los tuvieron.
Políticos y funcionarios de la vieja guardia estaban acostumbrados al fuego enemigo y al amigo también.
Pero sabían escuchar sin mayor problema una crítica o un adjetivo calificativo, incluso; un reclamo ciudadano, sin hacer gesto alguno.
Tenían la capacidad para, sobre el desencuentro, tratar de convencer a su interlocutor sin alterar el tono de su voz, y mucho menos enfrentarlo de manera violenta, y siempre con una sonrisa o como se dice en el argot político…tenían mano izquierda.
Pero hoy en día, parece que la nueva generación de funcionarios y políticos están hechos de otro material más flexible, pues no aguantan una observación ciudadana, y menos un calificativo desfavorable, de inmediato se dicen perseguidos y acosados.
Hoy en día la respuesta de la nueva cuña es violenta, de inmediato responsabilizan al medio si se trata de un reportero o a un grupo político si es un ciudadano, a la vez que “su equipo de seguridad” empujan hacia los lados al “atrevido” para alejarlo del funcionario o candidato.
Son de piel delgada, pero hay una verdad, y es que no están forjados en la lucha política como la vieja escuela, no tienen cultura de ese arte, nadie les enseño que el pueblo siempre tendrá la razón.
La nueva generación de políticos y funcionarios tendrán que aprender de la vieja guardia si quieren hacer huesos viejos en el oficio, porque hoy en día la situación es distinta porque el ciudadano común aprendió que su voluntad vale y que cada elección es una oportunidad para demostrar a la clase política que la frase: “pueblo pone, pueblo quita” es mucho más que eso.
Y el mejor de los ejemplos son las alternancias que se siguen dado…