Rogelio Rodríguez Mendoza.-
No hay ninguna duda de la madurez que hemos alcanzado como sociedad en materia democrática.
Cada vez somos más los ciudadanos que acudimos a las urnas para ejercer nuestro derecho al voto.
Sin embargo, todavía nos falta dar el estirón para lograr que ese voto sea verdaderamente útil a nosotros mismos y no solamente a los partidos y a los políticos a quienes encumbramos en un cargo de elección popular.
En pocas palabras, no sabemos votar.
La consecuencia de esa ignorancia es que le damos poder de sobra a los gobiernos, y con ello les permitimos que hagan y deshagan a su antojo, tomando decisiones que repercuten negativamente en los ciudadanos.
Lo vemos, por ejemplo, con lo que ocurre en el ámbito federal. Morena tiene el control del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo, y desde esa posición se ha dedicado a arremeter contra el Poder Judicial y todos los órganos constitucionalmente autónomos.
Las cosas son así porque en la elección del 2018 le entregamos poder de sobra al presidente Andrés Manuel López Obrador, no solamente votando por él sino también por sus candidatos a legisladores.
De hecho, la situación no ha sido peor porque al morenismo (afortunadamente) no le alcanzan los votos en el Congreso de la Unión para reformar la Constitución. Requiere mayoría absoluta y solamente tiene mayoría simple.
Sin embargo, con su mayoría simple en la Cámara de Diputados le ha alcanzado para aprobarle, aunque sean absurdos, muchos de los antojos al Presidente, entre ellos el diseño caprichoso del presupuesto de egresos.
La consecuencia es que, con tal de construir su Tren Maya, su aeropuerto y su refinería, al gobierno no le importó dejar sin recursos otros rubros muy sensibles para los mexicanos, como el de la salud, la seguridad pública y el agropecuario.
Todo ello sucede, insisto, porque no sabemos votar. O más bien dicho, no sabemos votar cruzado.
En ese punto soy un convencido de que mucha culpa la tienen los árbitros electorales, el INE en lo nacional y el Ietam en lo estatal.
¿Por qué? Porque otra cosa sería si una y otra instancia diseñaran una campaña mediática para enseñar al elector a razonar su voto antes de depositarlo en la urna.
Es importante que el ciudadano sepa del alcance o los riesgos que implica el que un solo partido tenga el control de los tres poderes públicos.
Hay que hacerle saber que, no está obligado a votar por un solo partido. Y eso debería ser tarea de la autoridad electoral.
El asunto es importante, porque el dos de junio próximo los mexicanos regresaremos a las urnas para elegir a un nuevo Presidente de la República y renovar las cámaras del Congreso de la Unión.
Ante ello, todos debemos saber que, sin importar qué partido vaya a ganar la Presidencia de la República, lo que debemos cuidar, como ciudadanos, es que no tenga el control mayoritario del Poder Legislativo.
Créame: empoderar a un solo partido será una amenaza para todos nosotros, como sociedad y como país.
Por eso mi insistencia de que aprendamos a votar cruzado. En lo personal, la mejor forma de conseguirlo es que votemos por el candidato y no por el partido.
EL RESTO.
“Te quedaste cortito”, fue la coincidencia de varios lectores de este espacio, sobre la entrega del pasado martes, titulada, “Magistrado de la injusticia”.
“Hay muchas más historias de agresiones, de insultos y de terror”, refirió otro sobre el magistrado Javier Castro Ormaechea. Veremos y diremos.
ASÍ ANDAN LAS COSAS.