Hace un par de décadas era común entre personas de la diversidad, al acercarse el mes de junio, decir –ya viene la marcha del orgullo gay– entendiendo esto último como la generalización de un espectro muy amplio que se representa hoy con algunas letras del alfabeto y el arco iris como bandera.
Es significativo hablar, justo hoy que comienza este mes, de la diversidad sexual y de cómo la historia nos remite a una lucha que, el 28 junio de 1969, desencadenó en una serie de protestas y revueltas conocidas como los disturbios de Stonewall, en Nueva York, y que son considerados por muchxs como el motor de arranque del movimiento moderno pro-derechos LGBT en Estados Unidos y el mundo.
Una forma de honrar la memoria de quienes libraron esta batalla por alcanzar la igualdad de oportunidades y de justicia, de la que fueron ampliamente marginadas las minorías sexuales durante largo tiempo, es, sin lugar a dudas, la conmemoración de esta fecha, que se asocia generalmente con las marchas que se llevan a cabo en este mes alrededor de todo el mundo y que paulatinamente han permitido la visibilidad del colectivo lésbico, gay, bisexual, trans, intersexual y queer, lo que ha ido legitimando algunos de nuestros derechos.
Me gusta imaginar ese arcoíris de la comunidad LGBTIQ+, aunque cada grupo tiene su propia bandera, como un paisaje que se dibuja a partir de diversas voces: auténticas, luminosas, coloridas e intergeneracionales.
No es casualidad que la palabra inglesa “gay” signifique, entre otras cosas, de color brillante, de humor alegre y entusiasta, quizá su primera acepción.
Motivado por esta imagen con la que me gusta evocar la diversidad sexual, me di a la tarea de platicar, no en un formato acartonado de entrevista, pero, sí, lejos de la formalidad, con personas de diferentes edades, identidades, orientaciones sexuales y ocupaciones, que son, el día de hoy, seres felices, participativxs, amadxs por sus familias y amigxs y que pertenecen a nuestra Ciudad Victoria.
Todxs me permitieron abrir el diálogo sobre su vida cotidiana, sus metas y aspiraciones, y su valor como sujetxs de cambio positivo en nuestra sociedad, así como los retos que han enfrentado en su camino hacia la aceptación y el reconocimiento pleno de sus derechos y libertades.
A modo de postales –sí, de las que enviábamos antaño al viajar a lugares nuevos–, presentaré aquí para usted, estimadx lector, sus perfiles.
Empezaré por hablarle de quien se describe a sí misma como una mujer trans deportista, comprometida con el altruismo y el activismo LGBT, pasiones que combina con el estilismo profesional, el transformismo y una cenaduría propia para la que cocina como parte de su rutina diaria. Con 47 años de edad, Nicole Smith en realidad nació hace alrededor de 22 años, nos narra, refiriéndose a ella misma como una persona feliz, libre de prejuicios y orgullosa de ser Nicole el día de hoy. Quizás esa convicción profunda y su franqueza y honestidad le han restado dificultades, como el acoso o la discriminación a su vida, admite.
Hace bastantes años que conozco a Nicole, coincidimos en nuestro paso por la vida nocturna de esta ciudad, y siempre he tenido claro algo respecto a ella: es de corazón generoso y amable.
Si no está realizando una rifa o show a beneficio de alguna persona o asociación, la veo llevando ayuda a los más desfavorecidos o preparando café para compartir con pan a los familiares de enfermos hospitalizados.
Nicole nos dice que la mueven la compasión y las enseñanzas de sus padres a querer siempre ayudar y confiesa que esto empezó el día que presenció un acto de discriminación contra una persona en situación de calle que quería entrar al mismo restaurante donde ella comía: alzar la voz en esa y otras ocasiones en que ha necesitado hacerlo, siempre por justicia y dignidad, la acercó más a la gente necesitada.
Siente gran admiración por cantantes como Gloria Trevi o María José, a quienes imita frecuentemente en la ejecución de su show travesti, pero resulta imposible hablar de Nicole sin hablar de su activismo en el deporte LGBT, especialmente, su afición por el softbol, que forma parte de su herencia familiar, así como el futbol, deportes en los que ha logrado destacar y formar equipos que están abiertos a la participación de todxs, libres de discriminación o acoso.
“De repente, todas íbamos de chongo a los partidos”, refiere, en alusión al cabello largo que las distinguía como equipo de la diversidad. Nuestra cita para esta conversación tuvo lugar a su salida de las oficinas de Relaciones Exteriores, a donde acudió para solicitar apoyo en los trámites de pasaporte y visa para ella y su equipo, que resultaron campeones y fueron convocados a un campeonato internacional en Las Vegas.
Es inagotable y de gran amplitud el tema de la diversidad que existe en nuestro mundo y con la intención de acercarles a personas que forman parta de esa diversidad desde el colectivo LGBTIQ+ de nuestra ciudad y estado.
Si me lo permite, en las próximas entregas le estaré contando quiénes son, cómo son sus vidas, sus luchas y desafíos y lo mucho que abonan a la trasformación social de nuestras comunidades.
Siempre contento por su lectura, le dejo mi correo electrónico: [email protected].