Solicitar una audiencia con el Papa Francisco en el Vaticano, es decir, verlo y escucharlo en persona, es relativamente fácil, solamente hay que estar ahí un miércoles para la audiencia general o asistir al Angelus dominical, aunque se sigue un procedimiento de registro y adquisición de boletos en línea sin ningún costo. Si desea saludarlo de mano y tomarse una foto con él, es recomendable acudir con un grupo o congregación que haya agendado una conferencia en Roma, por lo general se trata de grupos de 200 ó 300 personas y las posibilidades de estrechar su mano o besarle el anillo, símbolo por excelencia de la autoridad pontificia, son variables, como puede saludar al grupo entero, que se comenta lo hace a menudo, puede saludar solo a unos cuantos. Sin embargo, si su deseo es conversar con él en privado en su despacho tendría que ser usted miembro de la realeza, ser elegido gobernante o jefe de estado, cardenal, oser Bono, vocalista de la banda irlandesa U2 conocido por su activismo político. Y es de comprenderse, si pudiera recibir a todes, estoy seguro que lo haría, pero su agenda, como la de cualquier jefe de estado, es complicada y debe ajustarse a los tiempos asignados para cada evento, entrevista, audiencia.
Francisco es un papa mediático, fuera de serie, innovador, cercano a la teología de la liberación y a la apertura de la iglesia a temas controversiales como la participación de la mujer y la inclusión de grupos minoritarios como la comunidad LGBTIQ+ y las personas que viven en situación de pobreza, en una palabra, un papa humanista. No hace mucho comentó que su secretario de prensa le sugirió no otorgar tantas entrevistas. Las fracciones más conservadoras ven en su figura un liberalismo amenazante y lo han acusado de pervertir la doctrina de la iglesia, de herejía inclusive, y su constante llamado para que la iglesia regrese a los pobresno es visto con buenos ojos por parte de la cúpula eclesial que por mucho tiempo era accesible solo para unos cuantos pertenecientes a las élites sociales.
En un país donde el 77.7 por ciento de la población se considera católica, como se puede constatar en el último censo del INEGI en 2020, no es de extrañarse que las principales contendientes hacia las elecciones presidenciales del próximo 2 de junio hayan solicitado y sido atendidas en audiencia privada por su santidad, Francisco. Lo que verdaderamente sorprende es el pobre manejo mediático de quienes vieron en ello una clara guerra de fotos y protagonismo. Yo no quiero verlo así, creo que el Sumo Pontífice tuvo la clara intención de recibirlas,independientemente de sus particulares creencias religiosas,porque le importa México, sus fieles y lo que puede aportar a sus mutuos proyectos y visiones de país desde su sabiduría y humildad, y observo cómo algunos descalifican a una por no ser practicante del catolicísimo, inclusive en medio de desafortunados señalamientos antisemitas, y celebran a la otra por ser fiel a su fe, dejando quizá de lado el hecho de que ambas mujeres llevan consigo un proyecto de nación que necesita legitimarse ante la población que votará por alguna de ellas, o por un tercero que ha demostrado poca intención de voto en las encuestas. Quizás perdemos de vista el valor histórico de este momento en México, un momento de y para las mujeres.
La monja francesa Nathalie Becquart, de 55 años, hermana de la Congregación de Xavieres y primera mujer en ser nombrada Subsecretaria del Sínodo de Obispos, con derecho a voto, dijo en entrevista con el diario norteamericano TheNew York Times en marzo de 2022 que en la iglesia católica primitiva existía la idea de que la iglesia era, antes que todo, una comunidad. Por múltiples razones históricas el enfoque cambió para centrarse en la jerarquía institucional. Sin embargo, ahora redescubrimos que la idea primaria es un “caminar juntos”. Todos tienen un rol. Nadie debe ser dejado de lado. Las mujeres son parte de la iglesia y, por tanto, es de suma importancia que tengan una voz y que participen activamente en la vida de la iglesia, que cada vez más se abre camino hacia nuevas ideas y una sociedad en constante cambio. La hermana Becquart considera que la cuestión sobre la mujer es un signo de los tiempos, es un fuerte llamado en nuestras sociedades y dentro de la propia iglesia y que la iglesia misma ha dicho que debe combatir la discriminación que viven las mujeres. Asegura que es un largo camino, no solo para la iglesia. Es ahí donde veo con optimismo estas audiencias que toman lugar en tiempos de transformaciones importantes en nuestras sociedades y que hubieran sido imposibles hace menos de medio siglo. La lucha de las mujeres y su causa han ganado espacios importantes, muy importantes, resalto, en la configuración del orden mundial. Centrarnos en ello ayudará en mucho a contrarrestar la polarización y la división que tanto nos daña como sociedad.