De los 20 últimos procesos electorales me parece que el del 2018, 2021 y 2022 han sido los más agresivos, intensos, sucios y aguerridos.
Las del 2009 se dieron con cierto miedo. Apenas íbamos saliendo de la pandemia de la influenza humana, sin embargo, no se presentó nada extraordinario. Claro, fueron unas intermedias y no generaron expectación.
En el 2010 fueron tensas. Fue el primer año en que se desató la violencia y había, además, cierto miedo. Terminó por el duelo del asesinato del candidato a gobernador, un personaje muy querido.
Las siguientes tres elecciones, fueron tranquilas (2012, 2013 y 2015).
Las del 2016 hubo más intensidad por lo que se jugaba, pero hasta cierto punto, no fueron tan desgastantes.
Pero en el 2018 fue mucho lodo. Mucha guerra sucia, había mucha tensión. Los de acá aún andaban con la soberbia de la luna de miel. Los de allá con el temor de perder lo que ya tenían. Y los que llegaban, con la arrogancia de sentirse acobijados por el apoyo.
Durante las campañas hubo guerra sucia por todos lados. Las campañas en redes eran de susto. Nadie se salvó. Partidos y candidatos le apostaron a aplastar a como diera lugar al rival.
Los equipos de los distintos candidatos estaban a la expectativa y cuando amanecía, lo primero que hacían era ver las redes sociales a ver si no eran víctimas de esa guerrita.
El día de la jornada electoral se vivió con mucha tensión. Cierto, hubo bastante participación, pero también hubo aquellos que trataron de inhibir a los electores. La verdad es que cuando dieron los resultados, la gente descansó y pensó que era lo mejor que no había pasado en ese momento.
La del 2019 fue una elección también con resultados extraordinarios en Tamaulipas por la escasa participación ciudadana. Pero al final de fue una campaña sin intensidad, aunque sí con muchas trampas.
En el 2021, se vivió un ambiente peor que en 2018. Las campañas fueron violentadas, no solo por la inseguridad, sino por los propios candidatos y partidos con sus sucias estrategias. Todos los días hubo algo que comentar. Desde Palacio Nacional se promovió (y se promueve) la división y el apasionamiento.
Las del 2022 fueron también intensas y con mucha guerra sucia: persecuciones, lodo, patadas abajo y arriba de la mesa. Enfrentamientos… mucha tensión.
Las del año que entra pintan para ser peor que las tres juntas que acabo de mencionar.
Serán unas campañas de miedo.
EN CINCO PALABRAS.- No hay ni dónde esconderse.
PUNTO FINAL.- “A veces ni calladitos se ven bonitos”: Cirilo Stofenmacher.
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