Rogelio Rodríguez Mendoza
EL CAMPO, LA URGENCIA.- Independientemente de cómo concluya el conflicto con los agricultores de Tamaulipas, quienes exigen un subsidio para la comercialización de sus cosechas de granos, la próxima presidenta de México tendrá que colocar dentro de sus prioridades al campo mexicano.
No puede ser de otro modo cuando hay evidencias de sobra de que la política agropecuaria de la actual administración federal simplemente no funcionó.
Por ejemplo, en Tamaulipas existen alrededor de 60 mil hectáreas abandonadas; decenas de familias tuvieron que migrar a las ciudades; y desde la desaparición del programa, Agricultura por Contrato, que les garantizaba un precio mínimo a la tonelada de maíz y sorgo, los agricultores quedaron a merced de los “coyotes”, que son los que se llevan la mayor parte de la ganancia con la venta de la cosecha.
Por todo ello y más, a los productores del sector agropecuario les urge que inicie un nuevo gobierno, porque tienen la confianza de que quien lo encabece tendrá una visión muy distinta sobre el campo.
Es válido y justo que el gobierno se preocupe por los productores del sector social, como lo hizo la administración lopezobradorista, pero no por ello debe descuidar a la agricultura comercial que es el sostén de la seguridad alimentaria del país.
“Ya no nos puede ir peor”, dice optimista, Agustín Hernández, expresidente de la Unión Regional Agrícola del Norte (URAN).
Veremos y diremos.
PELIGRO EN LAS CARRETERAS.- El deterioro que registran la mayor parte de las carreteras es de tal grado que ya está siendo causa de accidentes automovilísticos, algunos de ellos fatales.
De acuerdo a las versiones de algunos policías estatales asignados al patrullaje de esas vías, al menos dos accidentes ocurridos durante el presente mes pudieron haber tenido como origen el maltratado pavimento.
“Sabemos de dos volcaduras en las carreteras Victoria-Monterrey y en la Victoria-Matamoros, que se originaron porque los vehículos sufrieron daños en las llantas al circular sobre un área de pavimento con muchos baches” , nos contó uno de los agentes.
Lamentable que sucedan este tipo de percances, pero más lamentable aun es que la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, siga de brazos cruzados.
Nos dicen que el deterioro de las carreteras se debe a que durante los últimos años prácticamente fue desaparecido el presupuesto que se destinaba a conservación y mantenimiento.
A ello se le suma la terrible corrupción que sigue “viva” en esa instancia del gobierno federal, donde el poco presupuesto se escurrió en arreglos cómplices entre funcionarios y constructores consentidos.
De ese tamaño las cosas con las carreteras mortales.
ASUNTO DE DIPUTADOS.- A propósito, la vialidad urbana tampoco anda muy bien que digamos.
Y no nos referimos precisamente al daño que registran las calles de las principales ciudades tamaulipecas, que sigue siendo un tema muy grave y con bastante rezago.
Hay otros aspectos, como la carencia de nomenclatura y la falta de señalización en “topes” preventivos, que también incrementan el peligro para los automovilistas.
Resulta toda una paradoja, por ejemplo, que siendo los “topes” una estrategia para prevenir accidentes, terminen siendo todo lo contrario.
Y es que como los bordos carecen de pintura, no son visibles para los conductores hasta que ya están sobre ellos, lo que eleva el riesgo de accidentes fatales.
Esperemos que alguno de los actuales diputados locales se interese en el problema y lo lleve a la tribuna del Congreso del Estado.
Cabe perfectamente un llamado a los alcaldes para que instruyan a su personal de servicios públicos o de vialidad, a que señalicen suficientemente todos los “topes” existentes en sus ciudades.
ASI ANDAN LAS COSAS.