¡Creíste que era amor!
Querida Victoria, cuánto lamento ver cómo se apagó el brillo de tus ojos, ahora solo veo oscuridad entre tus calles por las noches, te recuerdo entrando por tu puerta limpia y siempre amable, llena de optimismo con el orgullo de ser la “perla” de tu familia, veo tu rostro marchito, sucio y descuidado, con tus zapatos llenos de baches y mugre, sin tus hijos en los jardines, los cuales lucen descuidados y en el abandono. Recuerdo cuando nos vimos en aquel café la última vez, estabas ilusionada con el alma enamorada, creyendo en sus promesas cuando decía y gritaba “que sí te amaba” cuando repetía que “quería cuidarte” y “te quería más”, confiaste.
Querida Victoria, lamenté escuchar que al paso de los meses hasta fea te llegó a llamar, y le creíste cuál etiqueta que dejaste que en ruina te convirtiera… ¡Ya no luces esplendorosa! Más bien te noto sombría, sé que ahora nuevas promesas te habla al oído, quiere que olvides todo lo que no te ha cumplido, pues “sus sueños” están primero y por encima de ti, creo que aún a costa de ti, ¿qué fue lo que te dijo? ¿Que él ha hecho todo bien como ninguno? ¿Que trabaja por ti como no lo hará nadie más? ¿Que hasta te conseguirá un fondo para tu reloj arreglar? ¿Que ahora sí trabajará?
¿Que no te engañará nunca más?
Y ¿bonita te pondrá?
Sé que con su discurso bien repetido te agobia, pues labia es lo que le sobra, te ha jurado por Dios como testigo que con su fe orando por ti sentirás alivio.
¡No!, ¡No! ¡No, mi querida amiga! despierta de su maltrato y vuelve a brillar como no lo haces desde hace rato
Tengo esperanza que retomes tu camino, por ti y por tus hijos, que parece viven perdidos.
¡Muchos se quejan y otros exigen! Que sueltes la mano de quien te golpea de tal manera, pero no será más que con firme decisión que no regreses nunca a esta triste condición.
Me despido de ti por el momento mi querida Victoria, deseándote mis mejores deseos y un mejor bienestar para ti.
Saludos cordiales.