Rogelio Rodríguez Mendoza
En la jerga mexicana, el término “Chicanada” se utiliza para definir a un acto o maniobra indebida para sacar ventaja de alguna situación.
Pues bien, eso es lo que precisamente hemos visto durante las últimas semanas por parte de quienes presiden la mesa directiva del Pleno del Congreso del Estado.
La “Chicanada” ha consistido en romper el quorum de las sesiones ordinarias cuando se llega a la etapa de asuntos generales, con el único propósito de impedir que los diputados de oposición usen la tribuna con temas que representan una crítica para el gobierno federal. Es una especie de censura disfrazada.
La estrategia es simple: tan pronto inicia el apartado de asuntos generales los diputados del partido guinda abandonan el salón de Plenos. El presidente de la mesa directiva, Isidro Vargas Fernández, o su suplente, Magaly Guillermina Deandar Robinson, ambos morenistas, solicitan a su secretario, el representante de Movimiento Ciudadano (MC), Gustavo Cárdenas Gutiérrez, que verifique el quórum, y al no estar presente los 19 diputados necesarios proceden a clausurar la sesión.
Dicho en palabras llanas, los morenistas están recurriendo al reventón de las plenarias para acallar a la oposición y con ello cobijar al gobierno federal.
Lo hicieron, por ejemplo, este lunes reciente con la diputada priista, Alejandra Cárdenas Castillejos, cuando quiso denunciar la irresponsabilidad del gobierno federal por eliminar, recientemente, 35 Normas Oficiales Mexicanas, relacionadas con la salud, simplemente “porque no se necesitan”.
Fue infantil la conducta de Deandar, en funciones de presidenta de la mesa directiva. A pesar de que ya había confirmado que no había quórum, aceptó inicialmente la petición de la priista para que la dejara continuar en su exposición. Sin embargo, cuando escuchó las primeras líneas del tema que abordaría, ordenó, apuradamente, que le “cerraran” el micrófono.
Fue un exceso en el ejercicio del cargo, y una flagrante violación a la libertad de expresión de una diputada. Y no es la primera vez que ocurre. Anteriormente le hicieron lo mismo al diputado, Ángel Covarrubias.
En vez de debatir en tribuna los temas, la mayoría parlamentaria recurre a una “Chicanada” para blindar la imagen del presidente, Andrés Manuel López Obrador, sin importar que con ello violenten derechos de otros legisladores.
En descargo de los morenistas habría que aclarar que lo mismo hizo el PAN cuando presidió la mesa directiva. En los archivos de las redes sociales todavía circulan videograbaciones de aquellos excesos de, Imelda Sanmiguel Sánchez, y sus compañeros de bancada, para favorecer al entonces gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca.
Eso, sin embargo, no justifica la conducta asumida por los actuales presidentes de la mesa directiva, porque están incurriendo en la misma conducta abusiva de la que tanto se quejaron en su momento.
“No le hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”, reza un clásico refrán, que Vargas Fernández y Deandar deberían hacer suyo.
Además, siempre será mejor un diputado que es capaz de convencer y vencer con el discurso y el debate, que aquel que recurre al abuso para imponer su voluntad.
¿No cree usted?
EL RESTO.
INCONGRUENCIA. – Risas burlonas provocó, durante la sesión plenaria del pasado lunes, la incongruencia del coordinador de los diputados panista, Félix, “El Moyo”, García Aguiar, cuando presentó una iniciativa de decreto para prohibir el uso de colores partidistas en documentos oficiales y placas vehiculares.
Las carcajadas eran porque, el anterior gobierno del PAN, al que pertenece el neolaredense, fue lo primero que hizo cuando asumió el poder: pintó de azul licencias de manejo, placas vehiculares, edificios públicos y hasta las patrullas.
Algo, contra lo que nada dijo en su momento García Aguiar, quien cumple ya cinco años como diputado.
ASI ANDAN LAS COSAS.