El médico neurólogo austriaco Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, consideraba todo sueño susceptible de interpretación y afirmaba que estos cobran sentido luego de ser comprendidos. Los sueños para Freud son mensajes que manda el inconsciente y descomponiéndolos en sus elementos es posible entender el peso que acarrean sobre nuestras vidas. Hace pocos días tuve un sueño un tanto inquietante; asistía a un retiro espiritual en un lugar lejano y mientras intentaba aproximarme a los ejercicios de oración que se practicaban se me solicitaba salir de ahí; se me pedía ir a un dormitorio común donde solo había dos camas, la que ocuparía yo y la de un niño cuya identidad desconocía. Nos había separado del resto del grupo por nuestra orientación sexual, me decía quien guiaba el retiro. Mi carro estaba alejado de ese lugar, del que claramente deseaba huir porque me sentía discriminado, pero aún peor, temía por ese niño que dejaba ahí y, en mi (nuestra) defensa aludía a las leyes que recién se aprobaron en el Senado para prohibir las terapias de conversión en menores. Aún me cuesta dilucidar el sentido absoluto de todo lo que sucedió en mi sueño, pero quiero pensar que ese niño era yo mismo, reviviendo antiguos miedos, culpas, y el profundo sentimiento de orfandad que puede percibirse cuando nos es hostil la iglesia, congregación o grupo religioso al que deseamos pertenecer quienes formamos parte de la diversidad sexual.
Carlos Ross Ostadarra, jurista y teólogo radicado en Madrid, España, y quien dedica buena parte de su tiempo intentando divulgar en redes sociales, dicho por él mismo, “una visión de la espiritualidad y los textos sagrados del Cristianismo en la que las personas LGBTIQ+ tienen un sitio tan pleno, seguro y libre como el de cualquier ser humano” compartió hace pocos días una ilustración del artista visual, cuya página en Facebook puede encontrarse como nakedpastor, que me dejó estremecido porque apelaba al recuerdo del sueño que les narro. El artista se inspira en lo que Ashley, una persona trans, le contó haber soñado: Jesús la protegía de la Iglesia como si de un dragón se tratara y decidió representarla, admirablemente, como Jesús sosteniendo una grande y pesada edificación a modo de iglesia que amenaza con aplastarla. Les hablo de Carlos Ross, porque, como le anuncié en mi columna anterior, hoy intentaré hablarle de recursos que proporcionan el auxilio o dirección espiritual que necesitamos y sentimos no encontrar, pero que están a un clic de nosotres a través de las comunidades digitales. Yo mismo he recibido de Carlos apoyo y contención desde lo que percibo como un profundo y amoroso deseo de servir a nuestra comunidad, en su página de Facebook podemos encontrar reflexiones, aproximaciones y respuestas a nuestras inquietudes espirituales, así como el bálsamo que tantas veces necesitamos encontrar en nuestro proceso de sanación y reconciliación de lo que somos.
Al igual que un servidor, sé que hay muches que están en la búsqueda personal de las espiritualidades y esperando sean referentes útiles para todes, les comparto con el mayor gusto, deseoso de que encuentren ahí algo especial y reservado para cada uno, un par de opciones a las que recurrir. Sería imposible para mí hablar desde una perspectiva holística porque desconozco otras realidades en la vivencia de lo espiritual y confieso una fe cristiana, sin embargo, en este camino de encuentros creo que todo esfuerzo abona. No hace mucho que incorporé el yoga y la meditación de la mano de un extraordinario y paciente maestro (lo encuentran en Facebook como Hashtag Ramirok) quien también ha contribuido significativamente en mi deseo de alcanzar el progreso espiritual, ya en una próxima entrega, le platicaré más respecto al yoga y sus beneficios en la salud física y mental.
En primer lugar, quisiera destacar el trabajo que lleva adelante la Red de Iglesias de la Comunidad Metropolitana como colectivo internacional de iglesias y comunidades de fe cristiana protestante y cuya característica primordial está en el énfasis que pone sobre la noción de diversidad. Fundada en 1968, justo el año anterior a los disturbios de Stonewall que detonaron el movimiento estadounidense por los derechos de las minorías sexuales, el pastor Troy Perry fundó este colectivo que hoy acoge a todes, pero especialmente a los miembros de la comunidad LGBTIQ+ y queer. Actualmente, tiene presencia, como se puede ver en su página web, a través de iglesias y comunidades en Aguascalientes, Juárez, Monterrey, Zapopan, Querétaro, Puebla y Río Bravo, donde ofrecen servicios religiosos dominicales, presenciales y online, además de cursos y talleres sobre educación en salud sexual.
A su vez, la Red Católica Arcoíris México, como bien lo dice su nombre, es una organización conformada por grupos y comunidades católicos LGBTIQ+ y afines, que no persigue lucro alguno y comprometida a promover y crear espacios inclusivos a partir del Evangelio y a través de herramientas y proyectos que fomenten el respeto, el diálogo y la unidad. Cuentan con herramientas valiosas para apoyar el crecimiento y desarrollo de las comunidades y en colaboración con la Asociación Civil Alter Int imparten diplomados sobre temas como Sexualidad Educativa o Habilidades Terapéuticas con Enfoque Humanista. Además, realizan eventos online constantes para compartir la oración, la reflexión o celebraciones y encuentros. Finalmente, no pasa desapercibido para quien les escribe, las alianzas históricas que han construido con, por ejemplo, la Arquidiócesis de Monterrey o ser miembro de la Red Global de Católicos Arcoíris.
Me despido siempre agradecido con usted, lector de estas sencillas reflexiones, por regalarme su tiempo y espacio para continuar este DIÁLOGO DE IDEAS. En la espera de que sean de utilidad los recursos que aquí pongo a su entera disposición, le comparto mi correo electrónico: [email protected]. Hasta una próxima ocasión.