El tiempo ya nos alcanzó. Y no me refiero a que estamos a punto de cortar el resto de las hojas diarias del calendario.
Me refiero a que en el campo, en cualquiera de las tan diversas actividades que desarrollamos, 2023 prácticamente está cerrado.
Es que los tiempos que estamos viviendo, donde la preocupación por el clima hoy es una realidad, nos ha permitido hacer un alto importante, analizar los últimos años y tratar, primero, de aprovechar al máximo el recurso agua, y segundo, mejorar las prácticas que desarrollamos, tratando de aprovechar al máximo la inversión en los costos de producción.
Estamos a punto de cerrar un año, que ha sido complicado en muchos aspectos, principalmente con la sequía recurrente, la cual, sin duda, afecta a todos los sectores.
Estamos a punto de cerrar un año, donde la exportación de becerros hizo una pausa, para reanudarse, seguramente, en los primeros días del 2024.
Estamos por cerrar un año, donde la expectativa de cosecha, a la mayoría de los agricultores, se nos esfumó, al momento de hacer las siembras fuera de ciclo y sin humedad. Aunado a que tuvimos que combatir plagas inmediatamente después.
Estamos por cerrar este 2023, con una tarjeta del Banco de Bienestar en la mano, en espera de que el Gobierno federal disperse los recursos y se les pague a los agricultores y apicultores que se registraron en el mes de julio. Y quienes desde el mes de noviembre cuentan ya con su apoyo del programa producción para el bienestar.
La demora ha tenido varias explicaciones, la más importante es la lamentable desgracia que sufren nuestros hermanos del estado de Guerrero, esto por las fuertes afectaciones ocasionadas por el huracán ‘Otis’.
Nada de esto, estamos seguros, estuviera ocurriendo si en nuestro país contáramos con recursos del desaparecido Fondo de Desastres Naturales y no tendrían que recurrir a tomar dinero de otros programas para atender contingencias de esta magnitud.
Bien pudieron disponer de recursos asignados a viáticos, a eventos o posadas de los altos funcionarios federales, integrar una buena bolsa y no poner en riesgo los apoyos para los campesinos.
Lo cierto es que la fecha fatal para recibir estos depósitos son estos últimos días de diciembre, dinero que sin duda será de gran beneficio para los productores que, pese a las circunstancias, seguimos sembrando nuestra tierra.
Servirá para abonarle a la cuenta de la semilla, de los insecticidas, herbicidas, fertilizantes, de las refacciones, del diésel y, por qué no, para compartir con la familia en estas fechas de integración y convencía.
Ojalá y que antes de iniciar el siguiente año se les pague a todos los compañeros, porque en términos administrativos, si no fuera así, el 2024 será otra historia y el apoyo por el ciclo agrícola 2023, esperemos y no, se perdería.
Aquí el llamado es para que la Secretaria de Hacienda libere ya ese recurso y para que Agricultura ordene ya la dispersión de los pagos; no vaya a ser que con las prisas los agarren con los dedos en la puerta, porque en Tamaulipas, los ‘servidores de la nación’, ellos, ellos ya hicieron su chamba.
Hasta la próxima.