Con apenas 11 municipios, el estado de Aguascalientes ocupa el lugar 27 a nivel nacional por su número de habitantes. A decir de sus pobladores, en particular los de la zona metropolitana de su homónima capital, un sitio tranquilo, pacífico y con baja incidencia delincuencial. Fue de extrañarse, por tanto, lo ocurrido las primeras horas del lunes pasado cuando se encontraron los cuerpos sin vida de le magistrade Ociel Baena y su pareja.
La periodista Adela Micha subió, enseguida, a sus redes sociales un video del que destaco este fragmento: “Ociel Baena no merece un minuto de silencio, merece una vida de lucha”. Por ello, he decidido hablarle hoy a usted de esa lucha, la que valientemente abanderó y condujo con absoluta dignidad hasta el último día de su vida el que se convirtiera en el primer magistrade electoral abiertamente no binarie de México y Latinoamérica.
El Glosario sobre Igualdad y No Discriminación, editado y publicado por la CONAPRED apenas en agosto de este año registra en sus páginas la definición de sistema binario sexo/género como el modelo social y culturalmente dominante que considera que el género y el sexo abarcan dos, y solo dos, categorías rígidas: masculino/hombre y femenino/mujer. Es este binarismo, en ocasiones perverso, el que detona la lucha de ese titán del activismo a favor del colectivo LGBTQ+ en que le magistrade se convirtió en los últimos años a través de su incansable defensa del derecho primordial de todo ser humano a la expresión de género y a ser respetado y tratado en condiciones de igualdad sin importar nada más.
Y aparece una vez más ante nosotros el papel indiscutible del lenguaje y las violencias que algunas veces oculta. Porque no podemos negar que el lenguaje de hace tres siglos y la lengua que hablamos hoy en día pueden incluso parecer dos idiomas distintos, ello debido a su constante evolución. Quizá la incorporación de morfemas y la letra “e”-porque la “x” o la arroba resultaban impronunciables- en sustitución de las generalizadoras y binarias “a” y “o” podrían ser el ejemplo de esa transformación que está ocurriendo en el español.
En una entrevista reciente Ociel Baena pedía a su entrevistador, que lo llamó magistrado, nombrarlo magistrade, consciente de que la lucha que encabezaba debía atravesar los impredecibles caminos de un lenguaje que necesariamente debe adecuarse a las nuevas realidades, que ahí están, han estado y cohabitarán los espacios con nosotros siempre.
La manera tan auténtica y colorida de expresar su identidad no binarie incomodó a sectores conservadores en todo el país, asombrados, quizás, al ver cómo una persona no binaria, de tacón y corbata como Ociel Baena, iba abriéndose paso, llegando a cimas que se creían inalcanzables para los grupos vulnerables o las minorías, desafiando los cánones de la política y el poder desde una disidencia que lo colocaba en terrenos francamente peligrosos.
Hoy las voces de activistas y organizaciones de la sociedad civil exigen el esclarecimiento de este crimen horrendo y piden justicia para Ociel, quien poco antes de morir había reclamado su derecho a recibir protección del estado tras amenazas en redes sociales, discursos de odio y el impune asesinato, también en Aguascalientes, de otro joven activista guerrerense de la comunidad LGBTIQ+, Ulises Nava, quien fue acribillado al salir de un congreso donde se discutían las acciones afirmativas y la cuota arcoíris, una causa que reivindicaba los esfuerzos de le magistrade por visibilizar y asegurar la representatividad política de las minorías sexuales y las identidades divergentes.
Aunque el estado le brindó esa protección al colocarle un escolta, el día del funesto homicidio no estaba presente. Tristemente, hoy no tenemos más a Ociel con nosotros; su compromiso, su firmeza y su profunda convicción de que la suya era una lucha justa lo colocan en ese lugar especial que alcanzan los incomprendidos que han llegado a cambiar la historia del mundo.