Tras la muerte de David Huerta, en octubre de 2022, un grupo de camaradas del poeta crearon la Sociedad de Amigos de David Huerta (SADH), y en 2023 salió el primer número de “Cuaderno de Octubre”; anuario desde donde se procura el acercamiento a la obra e intereses del autor de Incurable. Este año, los esforzados miembros de la SADH acuden puntual a la cita para la segunda entrega.
Sobre el contenido, lo primero a destacar es la publicación de una conferencia de David Huerta, dictada un par de meses antes de morir en la Universidad del Claustro de Sor Juana, a propósito del verso 403 de La tierra baldía de Eliot: “The awful daring of a moment´s sunrrender”, donde discurre sobre la rendición del agonizante, “el momento supremo de total conocimiento”. (No puedo no pensar en la suerte del doctor Francisco Laprida, sobre el instante en que le dan muerte Borges conjetura: “Al fin he descubierto la recóndita clave de mis años… la letra que faltaba… en el espejo de esta noche alcanzo mi insospechado rostro eterno…”). Huerta, en diversos modos, fue un maestro. De él aprendimos. No deja de sorprender cómo ese magisterio no se agota ni en las humildes notas de pie de página, como en la siguiente, sobre las tareas autoimpuestas: “El poeta Derek Walcott solía decir lo siguiente, palabras más o menos: la obligación central de un poeta, su responsabilidad fundamental, consiste en complicarse la vida. Me parece una consigna admirable”.
¿Qué más? Sin agotar: Ahora que todo es posible, podemos escuchar El canto de los adolescentes, de Karlheinz Stockhausen, mientras leemos el ensayo de Hernán Bravo Varela sobre las relaciones entre el compositor alemán y nuestro poeta. Y cómo, atendiendo a la divisa de Pound, Make it New, cada uno a su vera, mantuvieron la tradición quebrantándola. (Por cierto, Bravo Varela nos comparte una inusitada definición de la poesía debida al ingenio de Gil de Biedma; se trata de un juego “parecido en principio/ al placer solitario”).
Ante el pasmo de quedarse no sabiendo, resulta erudita la circunnavegación de Jordi Doce hacia el verso 40 de The Waste Land… De la mano de Martha Lilia Tenorio penetramos, nunca del todo, el Primero sueño de sor Juana… José María Micó, citando un dístico del poema de Torquato Tasso que traduce, “siempre me hiere, pues para mis males/ sus ojos y sus flechas son iguales”… En materia de poesía, destacó un par; un poema de José Luis Rivas, rey Midas que todo lo que toca lo transforma en Río y un manojo del póstumo de David, Razones para no fundar una religión… El paciente lector disculpará la pedacería.
Desde mi torre, envío esta señal a uno de los miembros fundadores de la SADH, el encendido Carlos Ulises Mata, con quien, citando a Baudelaire, en la lejanía siempre dialogo comme de longs échos qui de loin se confondent.