“A christmas Carol”, conocido entre nosotros como Cuento de Navidad, fue publicado en 1843 y es, qué duda cabe, una de las obras más conocidas de su autor, Charles Dickens. En este relato, uncido a la temporada navideña, se cuenta la historia del avaro Ebenezer Scrooge y su transformación en hombre bondadoso luego de ser visitado, entre Nochebuena y Navidad, por una serie de fantasmas.
Sumemos a ese imperfecto resumen lo escrito por Sergio Sarmiento: “Ebenezer Scrooge le daba su justo valor a la Navidad y la relegaba al cajón de los objetos inútiles. Mucho le cuestionaba la sociedad a este prudente prestamista el que trabajara hasta en Navidad y el que se molestara ante el hecho de que su empleado, Bob Cratchit, quisiera tomarse el día para estar con su esposa y sus hijos, particularmente Tiny Tim, aquejado de una paralizante enfermedad”. Lo anterior lo escribió Sarmiento en una columna en añoranza del, entre nosotros, indiscutido presidente del Club de Scrooge, Germán Dehesa.
Cualquiera que como el extrañado Germán suscriba su dicho, “yo no disfruto la Navidad, yo la padezco” podía tramitar su filiación al club. No es mi caso, yo
ocupo mi lugar entre los que esperan y disfrutan la Navidad.
En su prefacio, el autor asentó: “He intentado con este librito espectral, invocar el fantasma de una idea que no debe disgustar a mis lectores consigo mismo, ni entre ellos, ni con la Navidad, ni conmigo. Ojalá se filtre agradablemente en sus hogares y nadie desee abandonarlo”. En efecto, se trata de un “librito” que podemos despachar en una tarde, pero como reza el clásico: “De parvis grandis acervus erit”.
La obra de Dickens (1812-1870) podemos encuadrarla en la época victoriana, caracterizada por el auge del Imperio Británico y los grandes debates entre los entusiastas de la ciencia y los animados del fervor religioso. Dickens fue hijo de un comerciante agobiado por deudas económicas y en varias ocasiones, consecuencia del impago, purgó prisión. Con semejante “background”, no es de extrañar que los personajes de Dickens habiten mundos precarios.
Una de mis tareas como Coordinador de Bibliotecas en Nuevo Laredo es promover en la localidad el gusto por la lectura. Así lo hice el pasado 12 de diciembre en la biblioteca Emiliano Zapata comentando este clásico de Dickens ante un grupo de jóvenes ávidos de dosis de optimismo. Ojalá esta historia “se filtre” en sus hogares, como lo quería su autor. Aquel día fue la fecha en que en México se celebra la aparición mariana de la Virgen de Guadalupe, por ello compartí entre los asistentes un villancico, aquel que en un pasaje dice:
“…Y si quieres comprar pan más blanco que la azucena, en el portal de Belén, la Virgen es panadera”.