Rogelio Rodríguez Mendoza.-
Este 30 de junio terminó el cuarto de los seis periodos que
corresponden a la 65 legislatura del Congreso del Estado. Los 36 diputados
que integran el Pleno deberán regresar a sesionar partir del uno de octubre
próximo. Serán tres meses durante los cuales las curules estarán vacías.
La constante en las sesiones que comprendió el periodo que concluyó
el viernes reciente, fue la misma de los otros tres que le precedieron: con
las bancadas de Morena y el PAN confrontadas, en plenarias donde
escaseó el dialogo y el debate constructivo y abundó el escándalo.
Fue también, un periodo en el que los legisladores mantuvieron esa
necedad de pretender destacar a base de la cantidad de las iniciativas que
llevaron a tribuna y no por la calidad de las mismas.
Con el añadido de que, un gran número de iniciativas son basura
legislativa, porque no tendrán ningún beneficio real para los tamaulipecos.
Entre ellas van, por supuesto, decenas de puntos de acuerdo con exhortos
a los que nadie les hace caso.
Cifras oficiales revelan que, durante el periodo concluido fueron
ingresadas 301 iniciativas de las cuales 137 fueron dictaminadas, y de estos
117 fueron aprobadas.
La bancada de Morena presentó 97 iniciativas; la del PAN, 86; la del
PRI, 29; la de Movimiento Ciudadano, 17; y las de sin partido, 9.
No hay un desglose en ese apartado, pero al menos siete de cada
diez iniciativas son puntos de acuerdo. Y eso es lo lamentable.
Hemos sido insistentes en que el exceso de producción legislativa, sin
calidad, termina representando un costo oneroso para los tamaulipecos,
porque cada vez que un diputado presenta una iniciativa debe activarse la
maquinaria parlamentaria para darle tramite a su propuesta.
No es una práctica nueva, pero el gran problema es que ninguna de
las últimas legislaturas ha querido ponerle fin a pesar del gran derroche
presupuestal que genera.
El periodo destacó también por los modismos, como ese de que, cada
que un diputado presenta una iniciativa casi todas las fuerzas políticas piden
al promovente autorización para sumarse a ella. Con esa moda suplieron
aquella de aplaudir cada participación de un legislador.
La puntualidad no ha sido tampoco una virtud de la 65 legislatura. Las
sesiones han iniciado hasta con tres horas de retraso.
La legislatura termina hasta el 30 de septiembre del 2024, por lo que
todavía hay tiempo suficiente para que los diputados, sino todos al menos
un buen número de ellos, traten de reencauzar su desempeño,
convenciéndose primero de que no es la cantidad de propuestas lo que les
hará verse como productivos y eficientes.
Si lo que quieren es dejar huella, la única manera de lograrlo es a
través de iniciativas que materialicen beneficios a favor de la sociedad.
Ojalá lo entiendan.
EL RESTO.
¿QUIÉN SIGUE?- Como lo citábamos aquí recientemente, está por
abrirse un nuevo frente de disputa entre las bancadas de Morena y el PAN.
La razón es que, al iniciarse un nuevo periodo ordinario de sesiones,
el uno de octubre próximo, tendrá que elegirse a una nueva mesa directiva,
y técnicamente le correspondería al PAN presidirla.
Sin embargo, como dice el clásico: ahí está el detalle, porque
seguramente Morena querrá entregarle esa posición a alguna de las
integrantes del recientemente creado grupo parlamentario sin partido. Hará
hasta lo imposible porque no sea un panista el que dirija los trabajos.
Sobre todo, porque el periodo de sesiones ordinarias de octubre a
diciembre es el más importante, toda vez que le corresponde aprobar temas
relevantes, entre ellos el presupuesto de egresos e ingresos del gobierno
del estado y la aprobación de cuentas públicas.
Se pondrá buena la lucha por ese espacio de poder. ¿Quién sigue?
Esa es la cuestión.
ASI ANDAN LAS COSAS.