septiembre 20, 2024
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María José Zorrilla

De hipótesis a hipótesis

agosto 27, 2023 | 341 vistas

Por María José Zorrilla

 

Conforme cumplimos años los temas de conversación entre los amigos se van transformando y como dice el chiste llega una edad que, en lugar de presumir de romances y conquistas increíbles, empiezan aparecer temas sobre achaques y dolencias, en donde no pueden fallar recomendaciones de remedios, tratamientos, recetas y hasta doctores maravillosos. En México cualquier persona te recomienda un tecito, un medicamento o incluso te proporciona una medicina buenísima que saca de su bolsa como por arte de magia para dolor de estómago, cabeza, náuseas o gastritis. Entre otros temas recurrentes están las historias de amigos que se han ido. Durante la pandemia todos vivimos horribles episodios de gente que de pronto se fue porque no había vacunas o porque no se quisieron vacunar. Es un hecho que a lo largo de nuestras vidas la muerte no deja de estar presente y conforme pasan los años el tema es más recurrente. En mis círculos más cercanos, son muchos los decesos de amigos y conocidos, algunos con menos edad, otros un poco más grandes. Amigos no muy cercanos, pero de grata memoria como Jaime Sánchez Susarrey o el propio Ignacio Solares y amigos de infancia o de gente muy querida, que por motivos distintos se han ido en los últimos cuatro años. También me ha tocado escuchar historias sobre conocidos que han recuperado la salud de manera insólita o de personas con enfermedades mortales como el cáncer que ha dejado de hacer metástasis. Esas son las narrativas que más nos gusta escuchar porque nos da esperanzas que siempre hay algo que pueda hacerse ante lo irremediable. No es el primer caso cercano que me entero de primera mano de alguien que ni dejó de fumar, de tomarse un par de copitas, reír, viajar y divertirse contra toda prescripción médica y de pronto los riñones se compusieron o el cáncer detuvo su terrible proceso. Me viene a la memoria la célebre película interpretada magistralmente por Robin Williams sobre Patch Adams el médico que dedicó su vida a tratar a los pacientes de una manera distinta, hacerles la vida más placentera. Conocido como el médico de la risoterapia Adams asevera que la risa al igual que la música no son realmente una terapia, son la vida misma, una parte esencial de nuestra condición humana. Buscando información confiable sobre este asunto me encontré con algo que no necesariamente hace alusión a la sobrevivencia de personas con diagnósticos fatales, pero si de un momento de lucidez terminal o paradójica en pacientes con problemas como demencia o Alzheimer que antes de morir increíblemente adquieren momentos conscientes, vuelven hablar y hasta logran despedirse de sus familiares. Hay distintas hipótesis de porque ocurren estos momentos de conciencia según el artículo de Matheus Magenta de la BBC. Para Strafford Betty, profesor de estudios religiosos de la Universidad Estatal de California cree que este fenómeno se da cuando el alma logra finalmente liberarse del cerebro para funcionar independientemente del sistema nervioso y se producen esos instantes privilegiados de lucidez terminal. Otros estudiosos como Borjigin tienen la hipótesis que cuando hay cambios significativos en los niveles de oxígeno y glucosa, hay un aumento en los niveles de los neurotransmisores y se aumenta la actividad cerebral. La consecuencia puede ser un alto nivel de conciencia que te permite hablar y actuar racionalmente. Por otro lado, Fernández un investigador de la Universidad de Sao Paolo plantea la hipótesis que el cuerpo emite una descarga de hormonas del estrés cuando se da cuenta que está cerca de la muerte, situación conocida como lucha o huida, que es un instinto de conservación fisiológica. En la fase inmediata a esta situación, se produce una liberación de adrenalina y otras sustancias que provocan cambios en el organismo como aumento en la frecuencia cardíaca y la presión arterial dando como resultado el funcionamiento de otros órganos probablemente comprometidos como la función neuronal. Es entonces cuando sobreviene la lucidez del paciente. Sin haber aparente relación entre las técnicas de Patchet y la Lucidez terminal, me atrevo suponer que, si antes de la muerte es posible generar esta emisión de hormonas con un organismo altamente dañado, no debería haber duda: las premisas de hacer ejercicio, tener y dar cariño, disfrutar la vida, buena comida, relajarse y realizar actividades gratificantes, son el mejor camino para generar endorfinas. No deberíamos olvidar que las también llamadas hormonas de la felicidad debieran ser una presencia permanente en nuestras vidas mientras la tengamos. Disfrutar cada momento en la medida de nuestras posibilidades nos da la posibilidad de mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestros semejantes.

PD Para ser congruente con la columna de hoy, aviso que estaré de vacaciones las próximas cuatro semanas

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