octubre 27, 2024
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Joel Balderas

De influencers y políticos

octubre 18, 2024 | 77 vistas

Lo que sucede hoy con el uso de las redes sociales y con la inmediatez con la que fluye la información por internet y con el surgimiento de los famosos influencers, es un cambio en la forma en que se hace política en los medios digitales, cómo se comunica y cómo se forma la opinión pública, sobre todo en países latinoamericanos.

Los influencers no solo dan su opinión de temas cotidianos, sino que hoy ya participan activamente en campañas políticas, respaldando candidatos o gobiernos o, incluso, presentándose ellos mismos como candidatos.

Especialmente México es un país donde durante los últimos años se ha dado la participación en política de deportistas, cantantes, comediantes, actores, etcétera, muchos de ellos ahora ya gobernantes o legisladores que, sin demeritar su oficio o profesión anterior, se amparan en su popularidad con el argumento de querer mejorar su propio entorno involucrados en la política.

Pero la política es otra cosa, al menos eso debiera ser.

Este fenómeno, que es especialmente fuerte en América Latina, se da porque la política ha encontrado un nuevo canal de comunicación en las redes sociales, y los influencers están ahí metidos.

Sin embargo, esto afecta directamente la forma en que los jóvenes de hoy ven la política, pues tenemos dos posibilidades: una que nos ayuda a que los jóvenes participen en temas políticos de donde hoy están bastante alejados y la otra es que la política se convierta solo en un show de entretenimiento.

Hay que entender que los jóvenes ya no consumen medios tradicionales, nadie de ellos se levanta buscando el periódico o encendiendo la radio para enterarse de una noticia, pero lo que sí hacen es meterse al Instagram, TikTok, YouTube, y ahí es donde los políticos, de forma inevitable, tienen que estar.

Si un político se da cuenta de que un youtuber puede llegarle a más jóvenes en un video de apenas unos segundos que el propio político con un discurso aburrido, y como estrategia, ¿por qué no asociar ambas figuras? Además, los influencers son vistos como iguales o como amigos por los jóvenes, como personas reales que no están “contaminadas” por la política tradicional. Eso es una ventaja importante a la hora de querer hacer llegar un mensaje a los jóvenes, que de otra forma podrían ignorar.

Pero no es tan fácil, porque, aunque es cierto que los influencers pueden hacer que más jóvenes se interesen en la política, también es verdad que a veces la conversación puede quedarse en la superficie. Los influencers son expertos en generar contenido rápido, entretenido, y viral, pero la política requiere de algo más, por ejemplo: hablar de reformas fiscales o políticas públicas no es tan sencillo como hacer un video gracioso de 15 segundos. Es ahí donde está el reto.

Muchos influencers que ahora se ven involucrados en la política no necesariamente están capacitados para hablar de temas complejos, o al revés, muchos políticos expertos no necesariamente tienen la capacidad de ser influensers. Y lo que ocurre es que se terminan simplificando tanto los mensajes que se pierde el sentido de los mismos.

Si los jóvenes están más interesados en lo que hacen sus influencers favoritos que en el debate de ideas, podríamos terminar en una situación donde lo que importa no es la propuesta, sino quién tiene más seguidores o quién hace el video más viral. Esto no es un problema exclusivo de América Latina, en todo el mundo estamos viendo cómo la política se vuelve un espectáculo, pero particularmente en nuestra región, donde la desigualdad, la polarización y la falta educación son grandes problemas, acá el riesgo es mayor.

Un buen ejemplo de un político influencer en América Latina es Javier Milei, el actual presidente de Argentina, quien se ha destacado por utilizar las redes sociales, especialmente TikTok, para llegar a las audiencias jóvenes y ha logrado millones de seguidores.

Esto ha sido clave en su estrategia para movilizar al electorado más joven y conectar con ciudadanos a través de un discurso directo y provocador, típico de su estilo libertario y antiestructuras tradicionales, mucho de lo cual pudiera ser un identificador de la juventud actual.

Su presencia en redes es un claro ejemplo de cómo los políticos pueden aprovechar las plataformas digitales para convertirse en influencers, ganar popularidad y apoyo electoral, sin embargo, si no están realmente capacitados para liderar una conversación política de gran altura en las redes sociales con millones de jóvenes pueden generar un mal mensaje o simplemente que el mensaje que se quiere comunicar se pierda.

Es necesario que tanto políticos como audiencias entiendan que la política no es un juego ni un entretenimiento. Es algo que afecta nuestras vidas de manera profunda tengamos o no identificación partidista, necesitamos ser críticos con la información que consumimos, sin importar si viene de un político tradicional o de una estrella de TikTok.

Para los políticos, una buena estrategia es echar mano de los influencers o convertirse en uno de ellos para llegar a audiencias más jóvenes y desconectadas, siempre y cuando seamos conscientes del riesgo de quitarle importancia a la verdadera política si la comunicación digital no se lleva con buenas prácticas.

Es cierto que los influencers pueden hacer que más jóvenes se involucren, pero también pueden contribuir a que los jóvenes tengan un enfoque más superficial de los temas, sobre todo en un mundo donde lo más importante no es lo que se dice, sino cuántos likes se tienen.

La política y la comunicación han evolucionado.

Nos leemos la próxima…

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