Mauricio Zapata
En México, la política y el futbol se parecen más de lo que quisiéramos admitir. Ambos generan pasiones, dividen familias, crean ídolos y villanos, y lo más importante: ambos nos hacen gritar frente a una pantalla esperando un milagro que rara vez llega.
La política nacional, como el futbol, se juega con estrategia, picardía y, muchas veces, con trampa. Tenemos a los “delanteros” que prometen goles en campaña, pero al llegar al poder no encuentran la portería ni con GPS.
Están también los “defensas” del sistema, aquellos que bloquean cualquier jugada de cambio y prefieren rifársela con el pelotazo antes que con una construcción ordenada.
Y claro, no pueden faltar los “porteros”, esos que intentan detener los escándalos, las filtraciones y las verdades incómodas. Algunos, como en la cancha, se visten de héroes; otros simplemente se hacen de la vista gorda mientras el balón entra por debajo del brazo.
Pero lo más curioso es el papel de la afición. En el futbol, nos ponemos la camiseta con orgullo; en la política, muchos lo hacen también, aunque no siempre entienden por qué la usan.
Defienden a su partido como si fuera su equipo de toda la vida, aun cuando los resultados sean mediocres, incluso cuando el “técnico” de turno se la pase improvisando alineaciones.
Y como en el futbol, hay figuras que se creen intocables. Políticos que viven del nombre, del mito, del gol que metieron hace tres sexenios.
Pero el tiempo pasa, las piernas se cansan, y el juego exige otra velocidad.
Lamentablemente, en la política no hay VAR que revise las promesas incumplidas ni árbitros que expulsen a los corruptos. Aquí, las faltas graves se resuelven con discursos, no con tarjetas.
Eso sí, cada seis años nos prometen un “nuevo proyecto”, como si fuera un técnico extranjero que viene a revolucionarlo todo. Pero apenas suena el silbatazo inicial y el juego vuelve a ser el mismo: lento, burocrático, predecible.
Mientras tanto, nosotros, los ciudadanos, seguimos en la tribuna, esperando una victoria que no llega, coreando nombres que nos fallaron, y soñando con un campeonato que, al parecer, solo existe en los spots.
EN CINCO PALABRAS: Ilusionan, decepcionan y salen caros.
PUNTO FINAL: “El futbol, como la política, está lleno de jugadas que nadie ve y goles que nadie celebra”: Cirilo Stofenmacher.
X: @Mauri_Zapata