marzo 11, 2025
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Libertad García Cabriales

De mujeres, descortesía y poder

marzo 10, 2025 | 30 vistas

El machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo: Eduardo Galeano

Este semestre me ha tocado impartir la materia de Mundo Antiguo en segundo semestre de la carrera de Historia y Gestión del Patrimonio Cultural. La he disfrutado mucho, pues he tenido la suerte de conocer a un grupo maravilloso de estudiantes. Así pues, reconocer las civilizaciones más antiguas, ver en nosotros lo mucho que ha trascendido de ese mundo, resulta una grata lección. Recién empezamos a leer la Ilíada de Homero, ese libro épico, fundamento de la literatura occidental y que Alejandro Magno llevaba a las batallas en una edición regalada por Aristóteles, su célebre maestro. Y la estamos leyendo en una reescritura de Alessandro Barico, quien la intervino hace unos años, para hacerla más accesible a los jóvenes y para una lectura colectiva.

En la Ilíada, reescrita por el reconocido escritor italiano, el texto no pierde esencia; pero devela en algunos pasajes, cosas inadvertidas para muchos. Por ejemplo, el papel de las mujeres, quienes no son sólo botín o pretexto de guerra, sino portadoras de un mensaje de paz, seres con alma, pero también con mente, con influencia en sus comunidades: “son muy a menudo las mujeres las que proclaman, sin mediaciones el deseo de paz…están convencidas de que se podría vivir de una manera distinta, y lo dicen. De la manera más clara lo dicen en el libro VI, pequeña obra maestra de geometría sentimental”. Así pues, Barico, rescata de la epopeya homérica y de la machista cultura griega, la idea femenina de la paz, la voz de Helena, de Andrómaca, de las madres y esposas de los guerreros, quienes expresan, pese a todo, un canto armónico, pleno de luz.

Y a propósito de griegos, Mary Beard, una de las mejores conocedoras del mundo clásico, habla en su libro “Mujeres y poder”, del primer ejemplo documentado de un hombre diciéndole a una mujer que se calle y está en La Odisea, cuando un imberbe Telémaco le dice a su madre, la madura y sagaz Penélope, que vuelva al tejido y lo deje a él los asuntos del gobierno. Tres mil años han pasado y el relato sigue siendo vigente. Padres, maridos, hijos, jefes y subordinados hay bastantes con esos devaneos de Juan Camaney. Para muestra, un servidor público conocido por el maltrato verbal a su esposa, quien se queja entre sus amigas por los desplantes del macho. Eso sí, es de los muchos que salieron en las fotos y titulares del Día de la Mujer, hablando maravillas de las féminas.

Y por desgracia, no es el único maltratador. Las noticias en todo el mundo están impregnadas de violencias hacia la mujer. Cotidiana, recurrente, letal, incluyendo nuestro país, donde el machismo y la misoginia no dejan de manifestarse. Los números son devastadores. Ocho de cada diez mujeres mexicanas señalan que han padecido violencia, maltrato discriminación cotidiana, tanto en pareja como laboral. En ese contexto, tal parece que nadie se salva de acosos, abusos, discriminación y violencia de todo tipo. Y luego está el miedo, el terror ante las amenazas de los machos encubiertos y descubiertos. Los machos también tienen miedo, repito a una amiga. Ya lo decía Simone de Beauvoir: no hay hombre más arrogante, agresivo o desdeñoso hacia la mujer, que el hombre que se siente inseguro de su virilidad”. Uff. Y no sólo en los hombres, pues bien sabemos; hasta en las mujeres se reproduce el machismo.

Ni la Presidenta se libra de las veleidades de sus “compañeros” de partido. Lo acontecido en el Zócalo el pasado domingo con la foto de varios de los más destacados miembros de la “clase política” nacional, parece ser una grosería imperdonable con quien encarna la más alta investidura de la nación. ¿Fue un descuido? ¿Una descortesía? ¿Se lo hubieran hecho a un presidente hombre? ¿Será que todavía no superan su victoria por la silla grande? ¿Será que sus egos no soportan los logros de la presidenta, valorados incluso internacionalmente? Si nos atenemos a la malicia imperante en la política, a la historia de este país donde tanto se ha menospreciado a las mujeres; pensaríamos en mala intención, una falta de educación, de respeto, ni modo que no supieran de protocolo.  Luego la bizarra disculpa peor los puso en entredicho. ¿Miedo?

Con todo, la presidenta sigue ganando la partida. Si ha podido negociar al más alto nivel mundial con personajes como Trump, los de la foto se mostraron pequeños. A estas alturas todo mundo tendrá que entender quien tiene el poder: una mujer preparada, sensible, con un liderazgo probado, eficaz. La presidenta no es una improvisada. Lo está demostrando con resultados. El brillante discurso del domingo nos habla de ello, su palabra congruente, potente, aun cuando haya todavía, émulos de Telémaco que quisieran mandarla callar. Es tiempo de mujeres. Pero nadie dijo que sería fácil. El machismo no se ha ido. Son demasiados siglos de dominación y a muchos no les gusta ser mandados por una mujer.

En fin, la política pone al descubierto lo peor de los seres humanos. La foto del domingo revela mucho. Pero la Presidenta tiene el poder y no se arredra, igual que muchas mujeres desde sus espacios cada día. Finalmente, nuestra historia ha sido de lucha. Las mujeres seguimos caminando en nuestros diversos nichos. Pese a todo y pese a todos.

 

 

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