diciembre 4, 2024
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Libertad García Cabriales

De suerte, desgracias y enfermos de poder

febrero 12, 2024 | 429 vistas

Casi todos los hombres pueden soportar la adversidad, pero si quieres probar el carácter de un hombre dale poder:                                               Robert Green. 

Hace algún tiempo, una amiga me comentó acerca de la suerte “envidiable” de algunos políticos y funcionarios muy conocidos, quienes de la noche a la mañana habían amasado fortunas millonarias. Al paso del tiempo, algunos de ellos cayeron en desgracia, unos muy enfermos, otros en bancarrota y varios murieron jóvenes. Ante las desgracias, mi amiga cambió un tanto su percepción y dijo coloquialmente: “pobres, les cayó la sal muy gacha”. Recuerdo sus palabras ahora, después de enterarme de varios sucesos en los cuales se confirma que nadie está exento de la mala suerte o la adversidad. Ni los poderosos. Sean de la esfera pública o privada.

Lo hemos visto cerca y lejos. El poder y el dinero no son garantía para vivir con buena estrella toda la vida. Ya lo decía el gran estudioso Max Weber: la política genera las más temibles fuerzas demoníacas. También eso hemos visto y seguimos viendo. Nicolás Maquiavelo por su parte escribió también del poder y la suerte, a la cual consideraba muchas veces determinante en la vida del poderoso. A la vida la definen, mitad la voluntad y mitad la fortuna, decía el florentino. Hoy tienes poder y mañana te llega el salitre, diría mi amiga, quien, sin leer a Maquiavelo, ya se puso a pensar sobre la mala estrella de los poderosos.

Mala estrella, adversidad, desventura, tragedia. Llámele como quiera, pero ejemplos sobran en el panorama del poder. Pasados y presentes. En nuestro país, varios magnicidios son referentes. El de Luis Donaldo Colosio, cual drama de Shakespeare, cambió el rumbo de la historia nacional. Este próximo marzo se cumplirán treinta años de lo entonces inimaginable para los mexicanos. Recuerdo bien donde estaba cuando me enteré de la escalofriante noticia, supongo que usted también, son acontecimientos muy fuertes. Creímos que con Álvaro Obregón se habían terminado esas tragedias, pero llegó la bala asesina derrumbando al candidato y todo México fue recorrido por la consternación, la incredulidad, la incertidumbre. Había sucedido lo que creímos imposible.

El presente también nos muestra los escenarios del infortunio. Ni las monarquías se salvan. En ese contexto, mal empezó el año para el Rey de Inglaterra pues después de una operación en la próstata, recién circuló la noticia de un delicado mal en su cuerpo. Un hombre que esperó pacientemente la corona durante décadas y apenas con un breve tiempo en el trono, ha sido tocado por el cáncer y cancelado su agenda pública para recibir tratamiento. Su nuera y futura reina, también ha estado afectada de salud, hospitalizada y retirada de sus actividades por un mal, presuntamente gastrointestinal. Noticias ambas causaron fuerte conmoción en el Reino Unido, pues la monarquía todavía representa mucho, especialmente como un símbolo en la historia del país. Lo dicho: el poder no libra a nadie de la desgracia.

Otro poderoso pasando tragos amargos es el presidente Joe Biden, pues sus críticos y adversarios ahora lo señalan con mala salud mental por los recurrentes “lapsus de memoria y conversaciones dolorosamente lentas” mencionados en el informe de un fiscal y que sus malquerientes atribuyen a la decrepitud, considerándolos además un peligro para su reelección. A eso sumen la amenaza llamada Donald Trump, quien ya se siente de nuevo como el primer inquilino de la Casa Blanca, al encabezar algunas de las encuestas, pese a los delitos que se le imputan y lo han mantenido en constante zozobra.

También los poderosos padecen desventuras. No todo es miel sobre hojuelas en los pasillos de los palacios, ni en las mansiones de los grandes jerarcas. La enfermedad y la desgracia tocan todas las puertas. Y según los especialistas, los hombres y mujeres del poder y sus cercanos, son además muy vulnerables a padecer la hybris, el mal del ladrillo, la soberbia que en muchos casos se vuelve locura, afectándose ellos y afectando a todo un pueblo, institución, estado o país. Personas que al abusar de su posición casi siempre reflejan complejos y traumas. Mantener la cordura, la estabilidad emocional, ser justos, honorables y ecuánimes, tal vez es una de las cosas más difíciles para un poderoso. Los historiadores podemos dar cuenta de numerosos ejemplos y en el mundo actual también sobran los enfermos de poder.

En suma, reflexionar acerca del poder es necesario, especialmente si pensamos que el verdadero poder reside en la sociedad, en los electores, en las mayorías, en las colectividades que pueden otorgar o quitar el poder a quien abuse. También una desgracia inesperada puede acabar con todo. Colosio, Allende, Kennedy, Gandhi y muchos más. La historia del poder suele ser dramática. Y, por cierto, mi amiga ya no los envidia.

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